Límites Difusos

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POV Casey

La mansión estaba en silencio, una tranquilidad inquietante que no combinaba con el torbellino de pensamientos que tenía en la cabeza. Después de la conversación sobre Michael, decidí tomarme un momento para despejarme. No podía evitar sentirme tensa. La amenaza de Novak, el constante acecho de mi pasado con Michael, y encima de todo, la creciente tensión entre Taylor y yo.

Me sentía como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, donde un mal paso podía hacerme perder el control de todo.

Ya era tarde cuando decidí que necesitaba un respiro. Había estado leyendo un libro en mi habitación, pero no podía concentrarme. Decidí bajar por un poco de agua, algo para aclarar mi mente antes de dormir, cuando algo llamó mi atención. El leve sonido de pasos erráticos en el pasillo, seguidos por un pequeño golpe, me hicieron detenerme en seco.

Al acercarme, vi una figura tambaleándose en la penumbra, su sombra balanceándose bajo la luz suave de los candelabros. Era Taylor, y aunque al principio no entendí qué estaba haciendo allí, bastaron unos segundos para darme cuenta: estaba ebria.

—¿Taylor? —susurré, sorprendida de verla en ese estado.

Se giró lentamente hacia mí, sus ojos entrecerrados, y me ofreció una sonrisa torcida, algo completamente fuera de su carácter.

—Casey... —dijo, alargando las sílabas, su voz notablemente más suave de lo normal—. No esperaba verte por aquí.

Me acerqué a ella, preocupada. Nunca había visto a Taylor así. Siempre tan controlada, tan calculada. Ahora, estaba completamente desarmada, y el alcohol claramente tenía algo que ver con ello.

—¿Has estado bebiendo? —pregunté, aunque ya conocía la respuesta.

Taylor se encogió de hombros, dando un pequeño paso hacia mí, tan cerca que pude oler el whisky en su aliento.

—Solo un poco... —respondió, con una sonrisa juguetona que no solía mostrar—. ¿Por qué tanto estrés, Casey? Todo el mundo... siempre espera que lo tenga todo bajo control.

Mi corazón dio un vuelco al verla así, tan vulnerable. Algo en su mirada, una mezcla de tristeza y deseo, me hizo sentir que estaba viendo una parte de ella que rara vez mostraba a nadie.

—Vamos, no deberías estar aquí así —le dije, suavizando mi tono mientras me acercaba para sujetarla por el brazo, intentando llevarla de vuelta a su habitación.

Pero Taylor no se movió. En su lugar, se quedó mirándome, sus ojos oscurecidos por una intensidad que me sorprendió. No era solo el alcohol. Era algo más.

—¿Sabes...? —murmuró, dando un paso hacia mí—. Siempre estás cerca de mí, pero nunca... nunca cruzamos esa línea. ¿Por qué, Casey? —Su tono era suave, casi seductor.

El aire entre nosotras cambió. Sentí la tensión en el ambiente, una tensión que había estado construyéndose durante semanas. Y ahora, con Taylor en ese estado, vulnerable y desinhibida, el deseo que había tratado de mantener bajo control comenzó a desbordarse.

—Taylor, no creo que... —empecé a decir, pero mis palabras se quedaron en mi garganta cuando sus manos suaves se deslizaron hacia mis caderas, acercándose peligrosamente.

—Shh... —murmuró ella, inclinándose hacia mí, sus labios rozando los míos—. Solo esta vez, Casey... solo esta vez.

Mis instintos me decían que debía detenerla, que esto no era el momento ni el lugar. Pero el calor de su cuerpo tan cerca del mío, la forma en que me miraba como si fuera la única persona en su mundo, me hizo dudar. Y cuando sus labios finalmente encontraron los míos, fue como si todo lo demás desapareciera.

El beso fue lento al principio, cargado de una urgencia contenida, pero rápidamente se volvió más intenso. Sentí cómo mi cuerpo respondía a ella, cómo cada fibra de mi ser quería más. Taylor me empujó suavemente contra la pared del pasillo, sus manos recorriendo mi espalda, y una oleada de deseo que había estado reprimiendo se desató.

No pude detenerme. La besé con la misma intensidad, nuestras bocas explorándose con una mezcla de frustración y deseo reprimido. Cada toque suyo enviaba una corriente eléctrica a través de mi cuerpo, y por primera vez, me permití ceder a ese impulso.

—Taylor... —susurré entre besos, mi respiración entrecortada mientras intentaba mantener el control, pero su respuesta fue clara. No había marcha atrás.

Antes de darme cuenta, estábamos en su habitación. La oscuridad nos envolvía, y el sonido de nuestras respiraciones aceleradas llenaba el aire. Sentí cómo su cuerpo se acercaba al mío, y por un momento, todo el autocontrol que había intentado mantener se desmoronó. Me empujó suavemente hacia la cama, y ambas caímos sobre el colchón, perdidas en la sensación del momento.

Nuestros cuerpos estaban entrelazados, los besos cada vez más profundos, más desesperados. Cada caricia, cada roce, me hacía perderme más en ella, hasta que finalmente sentí el calor de su cuerpo presionando el mío.

Y justo cuando estaba a punto de dejarme llevar por completo, sentí que Taylor se relajaba sobre mí de una forma diferente. La intensidad de sus besos disminuyó, y su respiración se volvió más pesada, más lenta.

Se había quedado dormida.

Me quedé inmóvil por un momento, procesando lo que acababa de suceder. Mi corazón latía con fuerza, y mi cuerpo seguía sintiendo el eco del deseo que acababa de desatarse entre nosotras. Pero al mirar a Taylor, ahora dormida sobre mí, no pude evitar sentir una mezcla de sorpresa y alivio.

¿Qué había estado a punto de pasar?

Me quedé allí, con Taylor profundamente dormida a mi lado, su cuerpo aún entrelazado con el mío. Habíamos estado tan cerca, tan cerca de cruzar una línea que nunca habíamos imaginado. Y aunque parte de mí quería que todo continuara, otra parte sabía que el momento no era el adecuado.

Con cuidado, me deslicé fuera de la cama, observando cómo Taylor seguía durmiendo profundamente, completamente ajena a lo que acababa de ocurrir. La cubrí con una manta, sintiendo una oleada de protección hacia ella. Había sido un día largo, cargado de emociones, y era evidente que todo eso la había llevado a este punto de vulnerabilidad.

La miré una última vez antes de salir de la habitación, mi mente aún dando vueltas por lo que acababa de suceder. ¿Qué significaba todo esto? Y lo más importante, ¿cómo íbamos a enfrentarlo al día siguiente?

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DANGEROUS LOVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora