POV Casey
El alivio que sentí al tener a Alex de vuelta fue indescriptible. Desde el momento en que lo vi atado a esa silla en la bodega, hasta el instante en que lo solté y lo abracé con todas mis fuerzas, no pude pensar en nada más que en su seguridad. Era mi mundo entero, y ahora que estaba a salvo, podía sentir el peso que llevaba en los hombros liberarse, aunque solo un poco.
Pero a pesar de que Alex estaba en su cama, dormido profundamente, el miedo no desaparecía del todo. Novak había tocado una parte de mi vida que no podía permitirme perder. Alex lo era todo para mí. No podía soportar la idea de que pudiera estar en peligro otra vez.
Después de todo lo que había pasado, me resultaba imposible dormir. Aun cuando estaba en la seguridad de la mansión, algo seguía revoloteando en mi pecho, una mezcla de miedo y alivio que no podía manejar. Decidí salir de la habitación. Caminé por el pasillo en silencio, permitiendo que mis pensamientos fluyeran, aunque solo me llevaban de vuelta al secuestro.
Antes de darme cuenta, me encontré frente al despacho de Taylor. La puerta estaba entreabierta, y pude ver una luz tenue escapando desde dentro. ¿Estaba despierta? No me sorprendía. Sabía que después de lo que había pasado, su mente estaría tan activa como la mía.
—¿Taylor? —llamé suavemente, empujando la puerta con cuidado.
La encontré sentada frente al ventanal, con una copa de whisky en la mano. Miraba hacia la oscuridad de la noche, como si estuviera sopesando el peso de lo que había sucedido. Su rostro estaba tenso, pero cuando me vio, su expresión se suavizó ligeramente.
—Casey —dijo, su voz apenas un susurro.
Caminé lentamente hacia el centro de la habitación, sin estar muy segura de por qué había venido. Tal vez solo necesitaba verla. Tal vez había algo en su presencia que me calmaba. Nunca lo había admitido, ni siquiera a mí misma, pero había una sensación de seguridad cuando ella estaba cerca.
—¿No puedes dormir? —preguntó, con una ligera nota de preocupación en su voz.
Negué con la cabeza, cruzando los brazos sobre mi pecho, como si intentara protegerme de los pensamientos que seguían golpeando mi mente.
—Es difícil, después de todo lo que pasó hoy —admití, mi voz saliendo más débil de lo que esperaba.
Taylor asintió, mirando hacia el ventanal nuevamente. Por un momento, solo el silencio llenó el espacio entre nosotras. Pero era un silencio cómodo, uno que no me incomodaba. Sabía que Taylor estaba tan afectada por lo sucedido como yo, aunque lo disimulaba mejor.
Finalmente, ella rompió el silencio.
—Lo siento —dijo de repente, su voz cargada de sinceridad.
Me quedé mirándola, algo confundida.
—¿Por qué te disculpas? —pregunté.
—Por todo esto. Por lo que Novak hizo. Por ponerte a ti y a Alex en medio de todo esto. —Su mirada seguía perdida en la oscuridad, pero su tono era firme.
Era raro escucharla disculparse. Taylor no era del tipo que mostraba vulnerabilidad, ni se permitía ser débil ante nadie. Pero ahora, vi algo diferente en ella. Algo que no había visto antes.
—No es tu culpa, Taylor —dije, acercándome un poco más—. Novak es un loco. No podías prever lo que haría.
Taylor giró la cabeza para mirarme, sus ojos encontrando los míos. Por un momento, sentí que todo se detenía. El peso de la conversación, la carga emocional que ambas llevábamos, todo parecía concentrarse en ese intercambio de miradas.
Había algo en su mirada que me conmovió, algo que me hacía verla de manera diferente. No era solo la mujer poderosa y calculadora que había conocido al principio. No, ahora veía a alguien que estaba luchando por proteger lo que más le importaba, y de alguna manera, eso me hacía sentir conectada a ella.
—Gracias —murmuró finalmente, su voz suave, como si esas palabras le costaran más de lo que deberían.
Tomé una respiración profunda, asimilando lo que acababa de decir. Sabía que Taylor estaba intentando todo lo posible para mantenernos a salvo, para manejar la situación, pero aún así, algo me impulsó a acercarme más.
—Lo estás haciendo bien, Taylor —dije, sintiendo la necesidad de reconfortarla—. Hoy... salvaste a Alex. Y eso es lo único que importa.
Hubo un breve momento en el que ninguna de las dos dijo nada. Estaba tan cerca de ella que podía sentir el calor de su cuerpo. Había algo diferente en el aire entre nosotras, algo que no estaba allí antes. Era una conexión, pero una que aún no podía definir del todo.
Taylor bajó la mirada hacia el vaso en su mano, como si estuviera debatiendo si debía decir algo más. Finalmente, dejó la copa sobre la mesa junto al sillón y se levantó lentamente, acercándose un poco más a mí.
—No sé qué haría si algo le hubiera pasado a Alex... o a ti —confesó en voz baja.
Mis ojos se abrieron ligeramente. Sus palabras me tomaron por sorpresa, y por un segundo, no supe cómo responder. Pero, en lugar de apartarme o decir algo que rompiera el momento, dejé que esas palabras quedaran en el aire, entendiendo el peso que tenían.
Era extraño. Muy extraño. Pero en ese instante, sentí un impulso casi involuntario. Me encontré estirando una mano hacia ella, tocando ligeramente su brazo, un gesto tan simple que no pensé que significaría tanto. Pero lo hizo.
Taylor me miró, sus ojos volviendo a encontrarse con los míos, y por primera vez, vi vulnerabilidad en ella. No era la mirada intensa y controlada que solía mostrar. No, era algo más suave, más humano. Algo que me hizo sentir que, a pesar de todo lo que habíamos vivido, había una parte de ella que quería protegerme, que me consideraba importante.
El silencio entre nosotras era palpable, pero no incómodo. Si acaso, era un silencio lleno de emociones que ambas intentábamos descifrar.
Finalmente, aparté la mano, consciente de que el momento estaba cargado de algo que aún no podía procesar. Me giré, volviendo a cruzar los brazos, sintiendo el calor en mis mejillas por la cercanía que acabábamos de compartir.
—Deberíamos descansar —dije, tratando de cambiar el tono de la conversación, aunque el eco de lo que acababa de suceder seguía presente.
Taylor asintió, aunque no dijo nada. Su expresión seguía siendo tranquila, pero había algo en sus ojos que me hizo sentir que ese pequeño acercamiento había significado mucho más de lo que cualquiera de las dos estaba dispuesta a admitir.
Nos despedimos con una pequeña sonrisa, y cuando me dirigí hacia la puerta, sentí una extraña sensación de tranquilidad. No sabía qué era lo que estaba empezando a formarse entre nosotras, pero algo había cambiado. Algo muy sutil, pero presente.
Cerré la puerta suavemente detrás de mí, y mientras caminaba de regreso a mi habitación, no pude evitar sonreír para mí misma. Había una pequeña chispa en mi pecho, una que no estaba allí antes.
Tal vez, después de todo, las cosas estaban empezando a tomar un nuevo rumbo.
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DANGEROUS LOVE
AcakEn NeoCity, la detective Casey Brooks se encuentra atrapada en una peligrosa red de crimen organizado liderada por Taylor Morgan, desafiando todo por un amor prohibido que podría destruirlas a ambas.