POV Casey
El café de esa mañana había sido más significativo de lo que esperaba. Aunque las palabras fueron pocas, el silencio entre nosotras decía mucho más de lo que cualquiera de las dos se atrevería a admitir. Había una tensión sutil, pero no del tipo que incomodaba. Era una tensión que invitaba a la introspección, a reflexionar sobre lo que realmente estaba pasando entre nosotras.
A lo largo del día, mientras ayudaba a Alex con sus tareas escolares y trataba de mantener las cosas lo más normales posibles, mi mente seguía volviendo a Taylor. Su mirada, la forma en que había soltado una pequeña sonrisa al final, una sonrisa que no había visto muchas veces desde que la conocía. Había algo en ella, una especie de vulnerabilidad oculta detrás de toda esa fachada de fuerza.
Esa tarde, después de dejar a Alex entretenido con sus juguetes, decidí dar una vuelta por los jardines. Había algo en el aire, una calma antes de la tormenta, o quizás después de todo el caos, pero necesitaba un momento a solas. La naturaleza, aunque controlada y perfecta en los jardines de la mansión, tenía un efecto tranquilizador.
Caminé despacio, inhalando el aroma a tierra mojada y hierba recién cortada. Había tanto en qué pensar. Mi vida había cambiado drásticamente desde que acepté el acuerdo con Taylor. Lo que al principio parecía un trato frío y calculado, poco a poco se estaba transformando en algo que no podía controlar.
Pero lo más inquietante de todo era cómo mi corazón había empezado a latir de una manera diferente cuando ella estaba cerca. No quería admitirlo, pero sabía que estaba empezando a sentir algo por ella. Algo que me asustaba y me emocionaba a partes iguales.
Mientras caminaba, escuché pasos detrás de mí. No era raro que los guardias de Taylor estuvieran siempre cerca, pero estos pasos eran diferentes. Al girar, me encontré con Taylor, caminando hacia mí con las manos en los bolsillos, su mirada tranquila pero atenta.
—¿Te molesta que te acompañe? —preguntó suavemente cuando se acercó.
—No, para nada —respondí, aunque sentí una pequeña sacudida de nervios en el estómago.
Caminamos en silencio por un rato, el sonido de nuestras pisadas sobre el camino de grava era el único ruido. Me di cuenta de que, a pesar de la amenaza de Novak y todo el caos que había traído a nuestras vidas, este pequeño momento de calma con Taylor se sentía sorprendentemente... bien.
Finalmente, fue ella quien rompió el silencio.
—He estado pensando en lo que dijiste esta mañana —comenzó, su voz suave pero seria—. Sobre querer ayudar.
Asentí, esperando a que continuara.
—No es fácil para mí dejar que alguien más intervenga en mis asuntos. Estoy acostumbrada a lidiar con todo sola. —Hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas—. Pero... sé que no puedo hacerlo todo. No esta vez.
Había una honestidad en sus palabras que me sorprendió, una apertura que no esperaba de ella. Me giré un poco para mirarla mientras caminábamos, y por primera vez, sentí que estaba viendo más allá de la mujer de negocios impenetrable. Estaba viendo a la persona que estaba luchando por proteger todo lo que le importaba.
—No estoy aquí para complicarte las cosas, Taylor —le dije, tratando de mantener mi voz firme—. Solo quiero que sepas que no estás sola en esto. Novak es un monstruo, pero no lo enfrentarás sola.
Ella me miró, y por un breve segundo, vi una chispa de gratitud en sus ojos.
—Gracias, Casey —respondió en voz baja, pero con un tono tan lleno de sinceridad que supe que esas palabras significaban más de lo que decía.
Seguimos caminando, y la conversación fluyó de manera más ligera. Por primera vez, Taylor me habló de algunos detalles más personales de su vida. Cosas que nunca había mencionado antes, como pequeñas anécdotas de su infancia o historias sobre cómo construyó su imperio desde la nada. Aunque su tono seguía siendo serio, había una calidez en su voz que no había percibido antes.
—Nunca he sido buena para hablar de mí misma —admitió después de un rato, sonriendo un poco, casi avergonzada—. Supongo que siempre he pensado que era mejor mantener las cosas a distancia.
—Todos lo hacemos —dije, encogiéndome de hombros—. Protegernos, quiero decir.
—Sí, pero contigo... —empezó, pero se detuvo a mitad de la frase, como si no supiera si debía continuar.
Me quedé esperando, y cuando no dijo nada más, me encontré preguntando algo que ni siquiera había planeado.
—¿Qué pasa conmigo?
Taylor me miró, sus ojos buscando los míos como si tratara de medir mi reacción antes de hablar.
—Contigo no es tan fácil mantener la distancia —confesó, su voz bajando ligeramente.
El aire entre nosotras cambió en ese instante. Fue un cambio sutil, pero lo sentí. Sabía lo que Taylor estaba intentando decir, aunque no lo dijera directamente. Y lo más sorprendente fue que no me sentí incómoda con esa revelación. De hecho, me sentí más conectada a ella.
Me di cuenta de que no necesitábamos más palabras en ese momento. Ambas sabíamos que algo estaba cambiando entre nosotras, algo que no podíamos ignorar por más tiempo.
—Bueno —dije, intentando suavizar el momento con una pequeña sonrisa—, tampoco eres tan buena manteniendo las distancias.
Taylor soltó una risa suave, un sonido que raramente había escuchado, y eso me hizo sentir un calor inesperado en el pecho. Verla relajada, aunque solo fuera por un momento, era algo que nunca había pensado que sería capaz de presenciar.
—Quizás tengas razón —admitió, y por primera vez, me miró de una forma que casi hizo que mi corazón se detuviera por un segundo.
No dijimos nada más mientras terminábamos de caminar por los jardines. El silencio entre nosotras estaba lleno de algo nuevo, algo que ambas estábamos empezando a explorar, aunque ninguna lo decía en voz alta.
Cuando llegamos a la entrada de la mansión, Taylor se detuvo y me miró una vez más, con esa intensidad que me hacía sentir como si pudiera ver más allá de mis palabras.
—Gracias por acompañarme, Casey —dijo suavemente, casi como si esas palabras llevaran un significado más profundo.
—Gracias a ti —respondí, sintiendo que ese breve momento había cambiado algo entre nosotras.
Mientras Taylor se alejaba hacia su oficina, me quedé de pie por un momento, viendo cómo desaparecía en el interior de la casa. Había algo en su manera de ser que me estaba atrapando, algo que no podía seguir negando por mucho tiempo.
Entré de nuevo a la mansión y me dirigí hacia mi habitación. El día había sido tranquilo, pero lleno de pequeños momentos que, sin duda, estaban creando un cambio en nuestra relación.
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Fin del capítulo.
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DANGEROUS LOVE
AcakEn NeoCity, la detective Casey Brooks se encuentra atrapada en una peligrosa red de crimen organizado liderada por Taylor Morgan, desafiando todo por un amor prohibido que podría destruirlas a ambas.