Bajo la Superficie

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POV Taylor

Desde nuestra caminata por los jardines, algo había cambiado. No lo podía negar más. Había una especie de corriente subterránea, sutil, entre Casey y yo. Era como si cada palabra, cada gesto compartido, estuviera cargado de un significado que ninguna de las dos se atrevía a nombrar en voz alta.

Pero no podía ignorarlo. Cada vez que Casey estaba cerca, lo sentía. Una conexión, algo más profundo que la simple relación que habíamos acordado. Me inquietaba lo fácil que era estar con ella ahora, como si se hubiera convertido en una parte fundamental de mi vida sin darme cuenta.

En los días siguientes, intenté mantenerme ocupada con el trabajo, los informes de seguridad y las estrategias para hacer frente a Novak. Pero, incluso en medio de las reuniones más importantes, mis pensamientos volvían a Casey. Recordaba nuestra caminata, la risa ligera que compartimos y su presencia tranquilizadora.

La verdad era que me estaba volviendo imposible mantenerla a distancia, aunque lo intentara. No porque ella lo exigiera, sino porque mi corazón me estaba traicionando de una manera que no estaba acostumbrada a manejar.

El trabajo fue más intenso esa mañana, con reuniones interminables y llamadas importantes, pero todo lo que podía pensar era en cómo me sentía... sobre Casey.

Justo cuando estaba revisando un documento en mi oficina, mi teléfono vibró. Un mensaje.

Casey:¿Bajas a desayunar conmigo y con Alex?

Sonreí ligeramente al ver su mensaje. A pesar de la carga de trabajo, me sentía aliviada de tener una excusa para tomarme un descanso.

Taylor: Dame cinco minutos.

Respondí rápidamente y dejé el documento sobre el escritorio. Sabía que había mucho por hacer, pero en ese momento, el trabajo podía esperar. Casey y Alex habían empezado a convertirse en una especie de ancla para mí, algo que me mantenía conectada con la realidad más allá de los negocios y el peligro que Novak representaba.

Me levanté de mi silla, aún sintiendo ese leve nerviosismo que me recorría cada vez que sabía que iba a verla. ¿Cuándo fue la última vez que me había sentido así por alguien? No lo recordaba. Quizás nunca.

Al llegar a la cocina, vi a Casey ayudando a Alex a terminar de poner la mesa. Alex sonreía ampliamente, evidentemente disfrutando de la atención de su madre. Mi corazón se suavizó al ver la escena frente a mí.

—Llegas justo a tiempo —dijo Casey con una sonrisa mientras colocaba los platos.

—¿Qué vamos a desayunar? —pregunté, intentando sonar despreocupada, aunque sabía que mi presencia aquí, en algo tan sencillo como el desayuno, era un cambio que no había anticipado.

—Panqueques —respondió Alex emocionado—. ¡Y mamá los hizo!

Me acerqué a la mesa, ocupando un lugar junto a Casey. Mientras desayunábamos, me encontré observando cada pequeño detalle de cómo Casey y Alex interactuaban. Era como si, por un momento, el mundo fuera perfecto. Novak, el peligro, las amenazas... todo parecía desvanecerse en esa cocina iluminada por el sol.

Pero no pude evitar notar los pequeños roces entre Casey y yo. Nuestras manos se tocaron brevemente cuando ambos alcanzamos el mismo plato. Nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando, y aunque intentaba enfocarme en la conversación trivial con Alex, no podía dejar de sentir cómo mi corazón latía un poco más rápido cada vez que eso sucedía.

No era solo el peligro lo que estaba cambiando las cosas entre nosotras. Había algo más, algo que se estaba gestando bajo la superficie.

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POV Casey

Desayunar con Taylor y Alex se había convertido en uno de esos momentos inesperadamente agradables. Algo tan simple, pero cargado de una normalidad que no había tenido en mucho tiempo. Aunque, en los últimos días, todo lo que sentía por Taylor había dejado de ser normal.

Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, cada vez que su mano rozaba la mía accidentalmente, algo dentro de mí se encendía. Era imposible ignorarlo ahora. La forma en que mi cuerpo reaccionaba a su presencia, cómo mi corazón se aceleraba con solo verla sonreír.

Intenté concentrarme en Alex mientras hablábamos de su día, pero mis pensamientos se desviaban constantemente hacia Taylor. La forma en que la luz del sol resaltaba sus rasgos, la intensidad en sus ojos cada vez que me miraba. Era como si algo invisible nos atrajera una hacia la otra, pero ninguna se atrevía a dar el paso definitivo.

—¿Cómo va todo en el trabajo? —le pregunté casualmente mientras desayunábamos, intentando mantener la conversación ligera.

—Movido, como siempre —respondió Taylor, su tono calmado, pero había algo en sus ojos que me decía que estaba más preocupada de lo que dejaba ver—. Pero nada que no pueda manejar.

—Siempre tan segura —bromeé, y por un segundo, sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.

Alex, ajeno a la tensión sutil entre nosotras, continuaba hablando sobre un proyecto de la escuela. Pero yo no podía apartar la vista de Taylor. Cada pequeño gesto, cada mirada, todo parecía lleno de una energía que nunca antes había notado.

Cuando terminamos de desayunar, me levanté para recoger los platos, pero Taylor me detuvo con una suave presión en el brazo.

—Deja que yo lo haga —dijo, su voz baja pero firme.

—No tienes que hacerlo —respondí, aunque no aparté mi brazo de su toque. El calor de su mano era algo que no quería que desapareciera.

—Insisto. Hoy te toca descansar —replicó ella, con una pequeña sonrisa que no pude evitar devolver.

Era un gesto tan pequeño, pero en ese momento, significó mucho. Había algo en la forma en que me miraba, algo que me hacía sentir que, poco a poco, estábamos derribando las paredes que habíamos construido entre nosotras.

Nos miramos un segundo más, demasiado tiempo para que fuera solo una interacción casual. Finalmente, asentí y solté los platos, sintiendo cómo mi piel hormigueaba bajo su toque.

Taylor se puso de pie y comenzó a recoger la mesa. Mientras lo hacía, me quedé de pie observando, sintiendo una extraña mezcla de emociones. Algo había cambiado, y lo sabía. Lo sabía por la forma en que mi corazón latía cada vez que la veía. Por la manera en que me hacía sentir... viva.

Nos despedimos más tarde, con Alex corriendo a jugar y Taylor regresando a su oficina. Pero el eco de la mañana, de esos pequeños momentos, se quedó conmigo durante todo el día.

Sabía que algo estaba floreciendo entre nosotras, algo que ninguna de las dos había planeado. Y aunque el peligro con Novak seguía siendo real, ese sentimiento me daba una esperanza que no había sentido en mucho tiempo.

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Fin del capítulo.

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