Confesiones en el Parque y Sonrisas en la Cocina

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POV Taylor

Cuando cierro la puerta de la habitación de Casey, me detengo un momento, recargándome contra la madera. El eco de nuestra conversación aún resuena en mi mente, pero lo que más permanece es la sensación de su piel bajo mis dedos. Dejo escapar un suspiro, y sin poder evitarlo, murmuro para mí misma:

—Su piel es tan suave...

Una sonrisa, algo pequeña y sincera, se dibuja en mis labios mientras saco mi celular y marco el número de Oliver, mi mejor amigo. Necesito hablar con alguien, alguien que entienda este torbellino que se ha desatado en mí.

—¿Olív Podemos hablar? —le pregunto, intentando que mi voz suene más casual de lo que me siento.

Oliver, como siempre, sugiere encontrarnos en un parque tranquilo cerca de su casa. Camino hacia el auto, acompañada por mi chófer y mi guardia personal, pero mi mente sigue atrapada en esa habitación, en la imagen de Casey durmiendo.

Al llegar al parque, veo a Oliver esperándome. Nos abrazamos, y él se aparta un poco para mirarme de cerca. Me estudia un momento y luego, con una sonrisa pícara, dice:

—Tay, te brillan los ojos. ¿Es lo que creo que es?

Mi sonrisa se ensancha, y aunque me encantaría ser capaz de decir algo ingenioso, lo único que puedo hacer es asentir. Oliver ríe, encantado, y me abraza con fuerza.

—¡Estoy tan feliz por ti! —exclama, y puedo sentir su alegría genuina.

Nos sentamos en un banco del parque, y todo lo que he estado guardando dentro empieza a salir. Le hablo de Casey, de cómo me he sorprendido a mí misma sintiendo algo tan profundo por ella. Le cuento lo que he visto en ella, su fortaleza, su ternura con Alex, y cómo cada día que pasa me siento más atrapada en su encanto. Pero, inevitablemente, la conversación se vuelve más seria cuando menciono a Mónica y el miedo que me invade al pensar que esta historia podría terminar como la anterior.

Oliver escucha con atención, y cuando termino, me toma de la mano y me mira con esos ojos llenos de comprensión.

—Tay, entre todos vamos a protegerlas, para que puedan ser felices. Y para que puedas salir de ese mundo de una vez por todas.

Sus palabras me calman de una manera que no esperaba. Una lágrima se escapa, pero es una lágrima de alivio. En mi mente, hago un juramento silencioso: protegeré a Casey, incluso con mi vida, si es necesario.

Pasamos un rato más hablando de cosas ligeras, hasta que Oliver me lanza una pregunta que me saca una sonrisa:

—¿Y cómo piensas conquistar a Casey?

Me río, sintiendo un calor en mi pecho que no había sentido en mucho tiempo.

—Le mostraré a la verdadera Taylor Morgan, Oliver. Esa que no tiene miedo de amar.

Seguimos charlando un rato más, hasta que es hora de regresar a la mansión. Al llegar y entrar, me sorprende encontrar a Casey en la cocina, preparando la cena para Alex. Es una escena tan simple y, sin embargo, tan impactante. En esta casa, donde todo lo hacemos al más alto nivel, ver a Casey cocinar para su hijo me deja un tanto desconcertada.

—¿Qué haces? —le pregunto, intentando ocultar mi sorpresa.

Ella se vuelve hacia mí con una sonrisa tranquila.

—cocino

—¿por que? —pregunto con evidente curiosidad —si tenemos a los mejores chef para que nos cocinen.

—bueno que te puedo decir, me gusta cocinar, especialmente si es para mi hijo.

Su respuesta me arranca una sonrisa. Hay algo en verla así, en su papel de madre, que me hace sentir una calidez inesperada. Esa sonrisa crece aún más cuando Casey me invita a cenar con ellos. Nos sentamos a la mesa, y antes de darme cuenta, estoy hablando con Alex sobre una serie animada que ambos disfrutamos. Me sorprendo a mí misma riendo, sintiéndome cómoda en esta pequeña burbuja de normalidad. De reojo, noto que Casey me observa, y la sonrisa que me dedica es suave, casi imperceptible, pero está ahí, y eso me llena de una felicidad que no puedo explicar.

Después de cenar, Alex se retira a lavarse los dientes, preparándose para dormir. Casey se dirige a la cocina para lavar los platos, pero yo la detengo.

—Déjame hacerlo yo —le digo, queriendo mostrarle mi agradecimiento por la cena.

Pero Casey se niega, insistiendo en que no me preocupe, que ella se encargará. Lo que comienza como una pequeña discusión sobre quién debería lavar los platos pronto se convierte en una pelea juguetona. Al final, ambas estallamos en carcajadas, y mientras la miro reír, me doy cuenta de que nunca había escuchado algo tan hermoso.

—lavaré los platos esta vez —cede finalmente, aún sonriendo. Mientras lavo, seguimos hablando de nuestros días, de cosas simples y cotidianas.

Casey menciona que Alex debería regresar a la escuela, y estoy de acuerdo. Seguimos hablando y comienzo a ponerme nerviosa por lo que estoy a punto de pedir. Casey lo percibe y me pregunta con curiosidad:

—¿Qué te pasa?

Me aclaro la garganta, sintiéndome un poco tonta por lo nerviosa que estoy de repente.

—¿Podrías... darme tu número? —pregunto, casi tímidamente.

Casey se queda en shock por un momento, pero luego, con una sonrisa que no esperaba, asiente y me da su número. Estoy demasiado feliz como para contener mi alegría. Mientras me preparo para dormir, pienso que podría haber conseguido su número de otras maneras, pero habría sido de mala educación, ¿verdad? Lo digo en voz alta mientras me deslizo entre las sábanas, sonriendo como una tonta hasta por fin quedar dormida.

A la mañana siguiente, después de dejar la flor en su puerta, me dirijo a mi despacho. Mi corazón late un poco más rápido de lo normal mientras le escribo el primer mensaje.

Casey😊

🚪Toc Toc
buenos díasss.

Escribiendo...

DANGEROUS LOVE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora