DE CEREALES Y RECUERDOS

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Perdon la tardanza en subir el capitulo pero tuve unas semanas muy malas y encima perdi uno de mis trabajos, pero espero acomodarme pronto a estas situaciones y no tardar en actualizar 


El lugar al que quería llevarle estaba en la zona centro de la ciudad, cerca de la universidad y del río. Solo necesitamos un paseo de quince minutos bajo el paraguas, esquivando a los demás transeúntes con sus propios paraguas.

—¿Qué tal has dormido hoy? —le pregunté a Jung Kook tras un breve silencio.

Él se encogió levemente de hombros y giró un poco el rostro para mirarme por el borde de los ojos.

—Hoy conseguí dormir tres horas seguidas, es más que estas últimas semanas —respondió—. Y he tenido mi sesión diaria con la doctora Jones y me he tomado la medicación —añadió con un tono más rápido.

Alcé las cejas y asentí.

—Vaya, estoy muy orgulloso de ti —reconocí—. Parece que te estás tomando en serio lo que te he pedido.

—Me lo estoy tomando muy en serio —me aseguró—. ¿Dónde tienes tú el anillo? —me preguntó entonces, echando un rápido vistazo a la mano con la que sostenía el paraguas entre nosotros.

Lo busqué en el bolsillo del pantalón y se lo enseñé. Como también le había prometido, lo llevaba siempre encima.

—¿Por qué... no te lo pones? —se atrevió a preguntarme, aunque dudó un momento al comienzo de la frase.

—Porque no estamos comprometidos ya, Jung Kook —le recordé—. Me lo volveré a poner si las cosas salen bien y estoy preparado para volver contigo.

Mis palabras causaron una leve tensión en su mandíbula y una expresión seria en su rostro, pero no dijo nada al respecto.

—Me... gustaría que lo llevaras en otro sitio que, en el bolsillo, Jimin — murmuró con la vista al frente—. Es nuestro anillo de compromiso y me dolería mucho si lo pierdes. Muchísimo —puntualizó.

—No lo voy a perder —le aseguré con tono calmado pero firme—. También fue muy importante para mí tenerlo, Jung Kook, no sé sí lo sabes.

Asintió lentamente y me acarició la parte baja de la espalda.

—Cuando te lo pedí, estaba aterrado —confesó tras un breve silencio—. No decías que sí y solo me ponías excusas y me empecé a angustiar, creyendo que estaba haciendo el ridículo y que ibas a rechazarme.

—Tenía dudas, Jung Kook —me defendí, dedicándole una breve mirada—. Ya te expliqué por qué no dije que sí al momento. No era que no te quisiera muchísimo, era porque temía que las cosas fueran mal —tan mal como habían terminado yendo, pero eso no se lo dije. Fue tan solo un pensamiento que guardé para mí.

El Señor Jeon soltó un murmullo y continuó mirando al frente con expresión seria.

—Tú no te lo has quitado —dije en voz baja, como si fuera un hecho al que no quisiera darle demasiada importancia, pero uno del que me había dado cuenta.

—No —respondió con seriedad—. Ni voy a hacerlo. Lo que dije en esa entrevista de mierda, que pedirte matrimonio fue uno de los momentos más importantes de mi vida y me sentí el hombre más afortunado del mundo cuando tú aceptaste ser mi marido, no era mentira, Jimin. Me sentí muy orgulloso y feliz, todavía me siento así, y no voy a quitarme el anillo — terminó insistiendo con un tono más firme y cortante.

—No voy a pedirte que te lo quites —le dije, por si era eso lo que temía. Jung Kook me dedicó una mirada rápida por el borde de los ojos y, tras su típica pausa, volvió a asentir.

El AsistenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora