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Pensé que no iba a sobrevivir a aquella semana ni por asomo, estaba totalmente agotada. Me levantaba muy temprano para entrenar, luego tenía que acudir a clase e intentar estar presente física y mentalmente en todas y cada una de las asignaturas. Por si fuera poco, también debía de hacer trabajos y deberes que tocaban. Algunas tardes tras el entreno me iba a la cafetería a ayudar a mis padres y la cerraba yo. Entre esas, Zayn me acercaba a casa cuando me quedaba hasta las tantas en la cafetería. Nadie había sospechado nada ya que nuestras interacciones eran mínimas, sobre todo por WhatsApp y algún me gusta por mi parte en alguna de sus publicaciones puesto que yo no era tan constante como él.

Aún no había hablado con Ivy del asunto, tras una semana consideré que debía de hacerlo así que me dijo que vendría a verme al entrenamiento que tenía por la mañana. No lo negué. Era mi oportunidad para decirle que prácticamente había hecho un pacto con el diablo o algo por el estilo.

―Me encanta verte así vestida ―dijo Ivy―. Aunque tienes unas ojeras... ¿seguro que duermes bien?

―Hago lo que puedo, existo que ya creo que es mucho.

―Quedan quince minutos para que entres, ¿por qué hemos venido tan temprano? ―inquirió Ivy.

Suspiré, negando con la cabeza y empecé a soltar todo aquello que llevaba guardándome durante una semana. No era de decir mis cosas a la primera, me costaba mucho abrirme de esa forma y es por eso que a Ivy no le sentó mal. Tan solo me dio un abrazo y me agarró por los hombros para mirarme fijamente.

―¿Y tú estás segura?

―Ivy, ya está hecho ―me encogí de hombros.

―Ya, pero es... Zayn.

―Pensé que iba a ser peor, apenas me habla cuando me viene a buscar a la cafetería para llevarme a casa.

―¿No discutís? Porque es raro no hacerlo en cuanto abre su piquito de oro ―resopla.

―Sí, alguna vez me saca de quicio cuando le da por hablar, pero por lo contrario tan solo intercambiamos algún mensaje y si no me gusta su opinión no respondo.

―Bueno, tu secreto está a salvo conmigo. Ya lo sabes. Y con Liam ―decía con media sonrisa―. ¿Te devolvió los apuntes?

―Sí, a finales de semana me los trajo Zayn. Todo al día.

―Ojo no vaya a enamorarse del bombón que tengo como mejor amiga ―dijo ella, dándome un codazo.

Entonces sí que me reí con ganas, empezar así el día me parecía totalmente surrealista. ¿Quién iba a enamorarse de mí? Era algo que distaba de ser real, podría decirse que sí que era distópico. El amor solo sirve para hacer daño. Tan solo sentí amor una vez, aunque a día de hoy creo que solo era un encaprichamiento de una persona hormonal que estaba en pleno inicio de la adolescencia. Y él, un capullo integral. No llegamos nunca a ser pareja como algo oficial, no sabría cómo llamarlo y Ivy no sabía la historia al completo. No me gustaba hablar de él. Hablar de cómo me humilló delante de todo el instituto y como tras eso, nada volvió a ser igual. Porque yo sí sentía que estaba entregando mi corazón, pero nadie me advirtió que, cuando lo haces estás dándole poder a esa persona para que haga lo que quiera: sea bueno o sea malo.

―¡No te rías! ―dijo indignada.

―Es que dices cada barbaridad que, de verdad, es para reírse, tía.

―¡Cualquiera podría enamorarse de ti!

―Ivy, si me dijeras que estamos hablando de ti lo entiendo. Te lo prometo. Eres guapísima, encantadora, simpática, extrovertida y una persona que vale millones. Cualquiera en su sano juicio perdería la cabeza por ti, pero no digas que alguien lo haría por mí porque no es nada cierto. El amor tan solo trae quebraderos de cabeza, no necesito a nadie merodeando a mi alrededor.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora