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Llegaron mis padres del trabajo, traían pizzas caseras. Di a entender que mi padre las había hecho esta tarde en el trabajo, olían increíbles. También había una bolsa con refrescos. Nos acabamos de sentar todos en la mesa, mientras Zayn ayudaba a cortar las pizzas y sacarlas de las cajas para colocarlas bien en platos. Cualquiera diría que es un día entre semana.

―Gracias por quedarte a cenar ―dijo mi madre.

―Para nada, es un placer ―dijo él agarrando un trozo de pizza.

―He hecho un poco de todo... no sabía qué te gustaba ―comentaba mi padre.

―No soy muy especial para comer así que, la gran mayoría me las como sin problema alguno ―respondió mi supuesto novio.

―Por cierto, Scarlett, ¿vas a ir al partido no? ―preguntó Rose.

Alcé mi mirada hacia la suya, me ubicaba sentada al lado de Zayn y frente a mí no había nadie porque mis padres estaban en una punta cada uno. Se colocaban así cuando venía más gente a comer (no era algo habitual, tan solo Ivy).

―¿No lo sabes? ―inquirió esta―. Si es de tu novio.

―¡Ah sí! ―exclamé―. Perdona, tengo muchas cosas en mente. Claro que iré a verlo.

Zayn me miró de reojo sin saber muy bien qué decir. Tendría que ir mimetizada con el ambiente y por descontado que Ivy iba a venir pues Liam también jugaba. Estaba demasiado perdida.

―Es más, ya tiene camiseta del equipo y todo ―dice Zayn―. Es una más en nuestro grupo.

Mis mejillas se colorearon ligeramente de un tono rosado, estaba pasando vergüenza. Era el primer novio que presentaba a mi familia y encima era falso. Víctor no cuenta, pues nunca llegaron a conocerlo en persona y no sabían con exactitud qué pasó con esa persona. Mejor. No quisiera cargarlos con más faena, principalmente porque mi padre también se uniría a esa paliza colectiva.

―¿Y ya sabes cómo va tu futuro? ―preguntó mi padre―. He visto algún partido mientras trabajo, tienes un gran potencial.

A diferencia de otros padres, el mío no era tan protector con los chicos. Puede ser que sea porque no he mostrado interés en el amor, alguna vez mi madre comentaba que donde quedaron aquellas novelas románticas que me gustaba leer con trece años, pero... más allá, mi afición por el amor quedó nula. Me negué a sentir, porque dolía tanto que eran como mil dardos directos al corazón y yo, precisamente, no tenía tiempo para curarlo.

―Tendré una beca deportiva seguramente, así que me gustaría seguir dedicándome al hockey. Por mi cuenta ―aseguró.

―Sin tu padre, ¿no? ―suspiró mi padre―. Comprensible.

―¿Lo conoces? ―inquirió Zayn.

―De la zona principalmente, pero has de hacer tu propia vida. No te veas condicionado a nada, como si ahora dices que quieres estudiar magisterio. Es totalmente válido ―explicaba mi padre.

No funcionaba así. No para las familias como las de Zayn, no para aquellas que vivían condicionadas a seguir un patrón. A pesar de que no quisieran. De no ser así, no estaríamos haciendo esta farsa porque para sus padres, salir de fiesta y llegar a las tantas de la mañana por ello es dejar en ridículo a su familia. Porque ahí, se valoran las apariencias y no el interior.

Me costó admitirlo, tuve que masticar bien toda esa información y verla con mis propios ojos cuando cené en su casa. Y era duro. Zayn tenía una mirada devastadora, en su casa y justo en este instante. Sé que quiere dedicarse al hockey, pero no de la forma en la que a su padre igual le haría ilusión y él debe guiarse por la suya.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora