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Una semana había pasado desde el incidente, Zayn no volvió a preguntarme acerca de lo acontecido. Yo no volví a ver a semejante ser. Estaría de paso, para atormentarme, pero al menos no estaría aquí. Ivy intentó sonsacarme algo, pero insistí en que tan solo fue un ataque de pánico provocado por la desconfianza que sentía.

¿Lo peor de todo? Es que estábamos en octubre y el estatal es en enero, lo cual me dejaba un margen suficiente para practicar la coreografía que Coral me prometió que haríamos. Estaba nerviosa y eso que faltaba un trecho... a pesar de ello, hice alguna pequeña competición más que no tenía mucha importancia de cara a la gente puesto que ya estaba clasificada para el estatal. Si es cierto, que algo de dinero me llevaba y eso hacía que pudiera ayudar económicamente a mis padres.

Aquella tarde, Coral me dijo que me tomara un descanso. Practicaba sin parar para el estatal, quería modificar parte de la coreografía y aunque mi entrenadora estuviera de acuerdo, insistía en que debía ser persona para poder ganar y eso implicaba relajarse un poco sin perder la compostura. Acabé el instituto y pude irme directamente a mi casa, algo que me parecía surrealista ya que no recordaba la última vez que sucedió algo similar.

Cuando cerré la taquilla y pensé en que comería en mi casa viendo cualquier cosa en la televisión, fue como si mis músculos se relajaran ante la idea. ¿En qué momento dejé que los estudios y el patinaje me dominaran por completo? Ya no sabía qué era tener tiempo para una misma sin pensar en nada de aquellas cosas.

Me colgué la mochila y anduve hasta la salida del instituto, estaba a nada de sacar los cascos de la mochila cuando alguien me agarró del brazo. Tras ver los tatuajes que tenía en sus nudillos, lo distinguí al momento: Zayn.

―¿Vas a casa? ―inquirió girándome.

―Sí, Coral me ha dado la tarde libre ―me encogí de hombros.

―Estás demasiado centrada, debes relajarte un poco.

―Vaya, qué listo eres ―dije poniendo los ojos en blanco.

―¿Te llevo?

―Sí, claro.

Lo seguí hasta el coche, ya llevábamos un tiempo "saliendo". La gente se lo creía, pero no nos habíamos dado ni un solo beso, no era necesario. No debía de serlo. Sé que Ivy me dijo que debíamos de demostrar ser un poco más cariñosos en público puesto que, con suerte nos dábamos un abrazo en algún momento. No me salía ser así con otras personas que no fueran de mi familia o Ivy, porque me daba miedo. Porque sentir era algo a lo que no estaba acostumbrada, ni si quiera tenía tiempo.

―Espera, ¿quieres que compremos algo de comer en la cafetería de tus padres? ―sugirió.

―¿Compremos? ―pregunté sosteniéndole la mirada―. No tenía intención de comer acompañada.

―Va, no tengo nada que hacer y me aburro ―resopló, apoyado en su coche de brazos cruzados.

―Tan solo si invito yo ―dije con seriedad.

No iba sobrada de dinero, el que me dieron era para ayudar a pagar las facturas, pero sí que reservé una parte para mí. Colaborar para ayudar en la cafetería era poner dinero.

―Scarlett... ―negaba con la cabeza.

―Si aceptas mi condición, comes en mi casa y si no lo haces pues no te preocupes que puedo irme andando. Tengo comida para hacerme, tranquilamente ―me encojo de hombros.

―Te prometo que dejaré que pagues.

Alargué la mano, con el puño cerrado y el meñique alzado. Me miró confuso, frunciendo el ceño.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora