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Días antes de Acción de Gracias, un coche negro vino a buscarme para llevarme a la empresa donde trabajaba Marge, la madre de Zayn. El estatal era tan importante como la ropa que debía de lucir en este, les describí el concepto que tenía en mente y cómo sería el espectáculo que iba a dar ese día. Marge, estaba encantada ya que según ella tenía un par de ideas increíbles para mí que me enseñaría pasado Acción de Gracias. Tras eso y haberles pasado ideas acerca del maquillaje y del peinado, su respuesta fue: nos pondremos manos a la obra para que luzcas increíble. Era un trato mutuo pues, gracias a mi participación en el estatal, la marca estaba subiendo como la espuma y aquellos que se dedican a patinar sobre el hielo querían comprar lujosos trajes.

Mis padres estaban que no cabían de la emoción con el hecho de ir a casa de los Davis en Acción de Gracias, por descontado el gran pastel de manzana estaba hecho y olía increíble. Rose nos preguntó si podía traer acompañante, no había problema alguno y fue cuando aquel mediodía apareció con Susan. A mí no me sorprendió, desde la noche de Halloween, estaba más que claro que entre ellas había más que una amistad de años. Las dos iban preciosas, mi hermana con un vestido ajustado, pero nada escotado, de punto, cuello redondo y manga corta a juego con una chaqueta de lana que le llegaba por la cintura. Unas altas botas y el cabello suelto. A su lado Susan iba con un pantalón de traje, unas bailarinas y una camisa. Con el cabello recogido en una altísima coleta que le remarcaban sus facciones. Ambas eran un buen dúo.

―¿Voy bien? ―preguntó mamá, por décima vez.

―Te he dicho que sí, anda que llegaremos tarde.

―¡Rose! ―chilló mi madre, haciendo que pegara un bote―. ¡Comprueba la corbata de tu padre!

Mi hermana había hecho eso mínimo cinco veces desde que llegó, estaban de los nervios y eso que no habían estado ahí. Se iba a armar una celebración por lo alto, nada tan íntimo como esto.

―No podrías haberte buscado un novio con menos dinero ―se burló mi hermana a mi lado.

―¿Le has mirado la corbata? ―inquirió mi madre, repasándose los labios.

―Sí mamá, no te preocupes ―resopló Rose.

―¡Y no digas lo del dinero! ―le recriminó mamá―. Suena muy mal, hay que dar buena imagen.

―Ya os he explicado que son especialitos, pero eso no quiere decir que tengáis que cambiar por... ―pero mi hermana me cortó.

―Están nerviosos, su hija pequeña se echa novio y no es ni más ni menos que el hijo de los Davis... claramente que van a estar que se suben por las paredes.

―No ayudas Rose. No. Ayudas ―negué con la cabeza.

―Ve a por el bolso ―dijo mi madre mirando el reloj en su muñeca―. Que no llegamos.

―Eso he dicho yo... ―murmuro mientras me dirijo al cuarto.

Yo opté por un vestido de lana, nada ajustado y de color marrón. Cuello alto y manga larga. Me había puesto un cinturón fino en la cintura y unas medias. Tras observar el armario, no encontré ningunos zapatos que pudieran encajar conmigo y con la ocasión. Mi hermana me dejó una de sus botas blancas con algo de plataforma que me llegaban por debajo de las rodillas. El cabello estaba suelto, me hice un par de trenzas con el cabello mojado y ahora las ondas caían con suavidad por mi cuerpo. El maquillaje no fue mucho más allá de rímel, colorete y pintalabios. Un bolso blanco reposaba en la cama, tras haberme puesto el abrigo, me lo colgué comprobando que no me faltaba nada. Listo. Diría que no estoy nerviosa, pero noto las palmas de las manos sudorosas. No estoy como mis padres, pero algo en mí me dice que va a ser memorable y no sabría describir si es una sensación positiva o negativa.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora