El cielo empezaba a oscurecerse y Zayn había entrado cerrando la puerta tras de sí. Lo escuché llegar, pero yo opté por subir a mi habitación, una parte de mí quería que se fuera porque necesitaba hacerme un ovillo y poder respirar tranquila, pero debía de quedarse a cenar, había quedado con mis padres.
Escuché sus pasos, me quedé en la cama tumbada del revés, con los pies apoyados en la lisa pared y mi cabeza en el otro extremo. La puerta estaba abierta, entró en silencio y palmó la cama para que le dejara un hueco. Me moví hacia la pared sin desviar la mirada del techo, donde no había nada. Estaba inerte. Como mi alma en estos míseros instantes.
Zayn no tenía que pasar por esto, él debería seguir haciendo su vida y creo que la mía lo está entorpeciendo. ¿Qué estoy haciendo? Es algo que me replanteaba de vez en cuando, mi madre estaba muy ilusionada con el hecho de que saliera de mi casa y no fuera para ir a la biblioteca o a entrenar. Cuando hablaba con mi hermana por WhatsApp me decía que estaba orgullosa de mí por haberme esforzado tanto en encontrar un lugar donde sentirme mejor.
Liam y Ivy tenían algo, que a mi parecer era muy bonito. Ella estaba encantada y él la trataba bien (que es lo mínimo), se complementaban de una forma encantadora y no fingían. En lo absoluto. Mientras tanto, yo jugaba a hacer ver que tenía pareja y que esta me quería con locura. Falso. Falso. Mentira.
Y mi cabeza era un enredo, no sabía por dónde empezar a deshacer los hilos que se formaban de tal forma que pudiera llegar a la conclusión de que alguien, en algún momento me querría por quien soy y no por lo que puedo ser. Como los padres de Zayn.
―Podemos estar en silencio ―murmuró a mi lado, había adoptado la misma postura que yo―. A veces, es agradable.
Giré mi cabeza hasta encontrarme con sus ojos azules, eran como el mar: profundos e inquietos. Se había quitado la chaqueta así que todos sus tatuajes quedaban al descubierto, subiendo por el cuello y finalizando en sus nudillos.
―No me permito estar en silencio ―susurro.
―¿Por qué?
―Indica libre albedrío para mis pensamientos y no sé si estoy preparada para escucharme tanto ―digo con una débil sonrisa.
―Entonces, cuéntame algo tuyo. Algo verdadero. Sin nada a cambio, tan solo algo que te emocione mucho ―dijo mirándome con atención―. Una anécdota que consideres bonita.
―¿Qué ganas con eso? ―dije en un hilo de voz.
―Nada, no soy Víctor ―dijo compasivo―. Escucharte.
Aquello significaba mucho, el prejuicio de que la gente con dinero suele estar cortada por el mismo patrón fue implementada por una mala experiencia. Un recuerdo malo. Una persona desagradable. Por eso, cuando entré en el instituto no quería relacionarme con ese lado. Con la gente a la que aplauden, a la que alaban e incluso personas que se pondrían de rodillas a suplicarles unas migajas de atención. Pero estaba equivocada, totalmente. No todos son Víctor y él, todavía menos. Me fui dando cuenta conforme pasaban los días.
―Cuando era pequeña, me gustaba mucho bailar en mi habitación. Tenía algún cd que había heredado de mi hermana mayor porque cambiaba asiduamente de gustos... ―dije sonriendo al recordarlo―. Me inventaba las coreografías, tal y como las sentía en ese momento. Para ese entonces no andábamos bien de dinero, siempre hemos ido bastante justos pero mis padres se encargaban de que tuviéramos los mejores cumpleaños y unas navidades memorables. Aunque quizá no tuviéramos un árbol repleto de miles de cajas, teníamos una, pero era muy especial. Por aquel entonces, me gustaba mucho la nieve, es más, me irritaba el calor porque no me gusta mucho eso de sudar. Es agobiante. Salía con mi padre cuando no trabajaba a hacer muñecos de nieve e incluso ángeles en el suelo. Esas navidades, bajo el árbol tuve más de una caja y mi hermana mayor tan solo dos, pero no importaba porque lo mío iba en pack y lo habían planeado entre los tres. Eran unos patines de hielo.

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It's Scarlett
RomanceDesde que a Scarlett le regalaron unos patines, no ha logrado despegarse del hielo. Ambiciosa. Responsable. Vive por y para sus estudios, destinada a llegar a la universidad con la cabeza bien alta. Aunque le gustaría poder pasar la vida deslizándos...