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HALLOWEEN

Mi hermana había venido con Susan, ellas tenían la maleta preparada. Estaban sentadas en un rincón de mi cuarto charlando entre ellas. Ivy me ayudaba con la mía. Estaba demasiado indecisa sobre qué meter en ella, ¿y la ropa? Allí habría chicas que seguramente llevarían modelitos icónicos y luego... estaba yo.

―De verdad, esa falda de pana es preciosa para una noche de fiesta en la cabaña ―señala Ivy―. Es color escarlata. Y luego tienes esos pantalones tan monos, te quedan muy bien los anchos.

―Añade el peto de pana que tiene de color negro ―apunta mi hermana―, eso con un jersey ajustado blanco o rojo... Scarlett vas a tener a Zayn a tus pies, créeme.

Durante este tiempo, no ha habido besos. Sí abrazos. Nada de cogerse de la mano, principalmente porque seguía pareciéndome algo demasiado íntimo y no me atrevía a dar ese paso. No éramos una pareja de verdad. Fingíamos. Fui a verlo al partido aquel fin de semana y tuve que mimetizarme con una camiseta suya, unos tejanos y la cara pintada. Me creía la mayor fan y no fingí cuando anotaba Zayn, lo sentía de verdad.

―¿Te queda mucho? ―dijo mi hermana―, queda nada para que venga la furgoneta de Zayn.

Sí, hace poco me enteré de que tiene otro coche. No es suficiente con uno, si no que tiene uno con más asientos: una furgoneta negra.

―Ya casi estoy, Rose. No me seas impaciente ―dije acabando de cerrar la maleta.

Ese día tan solo llevaba unos tejanos anchos, mis deportivas blancas pidiéndome auxilio. Un jersey de color crema porque hace bastante frío, el abrigo y un gorrito de lana blanco. Simple y sencillo.

―Vale lista, ya podéis ir bajando ―resoplé.

Escuché como mi hermana y Susan ya se despedían de mis padres. Tras acabar de abrocharme el abrigo, hice lo mismo mientras mi madre me hacía prometerle que me lo pasaría genial.

―Ten mucho cuidado ―dijo mi madre abrazándome.

―Y cualquier cosa, llámanos por favor ―dijo mi padre.

―Estaré bien, somos bastantes, en serio.

―Nos cuidamos mutuamente ―dijo Ivy pasándome el brazo por el cuello.

―Disfruta mucho, cielo ―mi madre volvió a abrazarme―. Te lo mereces, de verdad.

Tras despedirnos de mis padres, la furgoneta negra estaba aparcada frente a mi casa. En total eran ocho asientos, algo que nos iba perfecto puesto que somos seis en total dentro de la furgoneta. Ambos se bajaron para ayudarnos a meter las maletas detrás de forma ordenada para que no hubiera problemas. Liam iba de copiloto, Ivy tras el asiento de Liam (en la derecha) y yo en la esquina izquierda, detrás de Zayn. En la última fila de asientos iban Rose y Susan, cómodamente.

―El copiloto pone la música ―dijo Liam poniendo desde su móvil lo que parecía ser Eminem.

―Puedes dejar que lo haga Scarlett, tiene muy buen gusto musical ―propuso Zayn con media sonrisa, una que vi en el espejito del coche.

―¿Qué? ―dije asomándome entre los asientos.

―Eliges buenas canciones para patinar, ¿no? ―volvió a sonreír, pero ya no me fiaba de él.

―Oh, eres un capullo Zayn. Te voy a prohibir completamente entrar en mi cuarto ―caí en la cuenta.

Este, tan tranquilo, se empezó a reír. Una risa suave que me sacudió por dentro. A veces venía a repasar para los exámenes, cuando tenía que ir al baño o bajaba a la cocina a por algo de picar seguramente se entretuviera mirando mis cds. Colección que tenía abandonada pero que me gustaba ver en mi estantería.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora