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¿Quién fue Helene Young?

Helene Young nació en el año 1956 en Chicago, la ciudad de mayor población del estado de Illinois en Estados Unidos. Proveniente de una familia humilde que trabajaban en oficinas tantas horas que apenas podían pisar su casa. Empezó a patinar con cinco años, cuando sus padres la apuntaron a una extraescolar que pagaban con sus ahorros. De esa forma, Helene Young podía estar ocupada y sus padres, los cuales apenas podían organizarse para ir a buscarla al colegio, los horarios de entreno les permitían una flexibilidad.

No le gustaba patinar, se sentía obligada a ello. Tampoco tuvo mucho a lo que aspirar pues se le impusieron unos patines desde bien pequeña, con el tiempo, vio que se le daba realmente bien. Sus profesores estaban encantados con ella, sacaba notas decentes (no era matrícula de honor, pero al menos no suspendía) y en la pista de patinaje era de las mejores que jamás se habían visto. Poco a poco fue cogiendo soltura, era la joven promesa. Aquella que llevaría a Estados Unidos al estrellato.

Por aquel entonces, Helene Young ganaba todo concurso al que se presentaba. De esa forma pudo ayudar económicamente en casa, para poder sacar de la penuria a sus padres. A los cuales les debía todo. A pesar de que en un principio estuvo cabreadísima con ellos por tomar una decisión por ella cuando tan solo tenía cinco años, tiempo después no lo tuvo en cuenta. Ahora era una de las personas más influyentes, las marcas que crecían querían tenerla de imagen y así aumentar sus ventas. Entre todo esto, conoció a su actual marido: Jefferson William. Hijo de un empresario de clase media, fue una relación con muchas turbulencias puesto que Helene Young viajaba de un lado para otro a causa de las competiciones que tenía. No fue a la universidad, no tras el suceso de 1972 cuando aún le quedaban dos años por acabar la secundaria. Fueron sus únicos estudios.

En esos años, empezó a implementarse el patinaje como deporte en los Juegos Olímpicos y como no, Helene Young era la persona indicada para llevar. Fue al estatal para quedar clasificada como la primera persona, todos sabían que iban a perder ante la maravillosa chica prodigiosa de tan solo dieciséis años. Tras un espectáculo digno de ser enmarcado, en el último salto puso un pie de mala manera haciendo que se lesionara gravemente el tobillo. Por si alguien no lo sabía, no pudo poder participar en los Juegos Olímpicos, pues la lesión era bastante complicada donde requería una operación y una recuperación a largo plazo.

Los famosos Juegos Olímpicos del año 1972 que tenían lugar en Múnich, debían de seguir sin Helene Young. Tuvo la oportunidad de oro, la que podría llevarla a lo más alto. Todavía mucho más. Y una lesión, una que no esperaba para nada, acabó con su carrera.

Fue efímera. Tanto que al tiempo se fijaron en la chica que ocupó su lugar. No ganó los Juegos Olímpicos, pero quedó en tercer puesto y para Estados Unidos era un logro a tener en cuenta. Helene Young no volvió a patinar ni se le vio pisar nunca una pista de patinaje.

Acabó la secundaria siendo una chica corriente, que iba a clase como quien no quería la cosa. Su familia pudo mantenerse estable durante unos años gracias a los ahorros de su hija, aquellos que le costaron sudor y esfuerzo e incluso su carrera. No tardó en quedarse embarazada pues, su romance con Theodoro seguía en auge. Conquistándose día tras día tras un amor tan bonito que era hasta envidiable, todos querían mantener ese cariño durante tantos años a tan temprana edad.

La empresa de la familia de Theodoro fue creciendo, la popularidad que le dio en su momento Helene Young también ayudó de una forma u otra. Tanto así que tuvo que ponerse a trabajar de camarera en un bar cualquiera, no quería ir a la universidad. Amaba patinar sobre cualquier cosa, pero, no podía si quería mantener bien el tobillo puesto que al más mínimo error podía acabar mucho peor. Con veintiún años se fue de casa, con su sueldo y el de Theodoro compraron una pequeña casa fuera del centro de la ciudad, donde con su poco dinero pudieran vivir en paz. Se mataban a trabajar y los sueldos, distaban de ser dignos. Pocos años después, Helene Young, se quedó embarazada de su única hija: Marge Williams. Hija de Theodoro Williams y Helene Young, la cual tuvo que casarse por insistencia de sus padres, aquellos que opinaban que, si bien podía tener un bebé, bien podía casarse y arreglar los papeles.

Ya no fue Helene Young.

Ni si quiera sabía quién era.

Se perdió a sí misma entre trabajo y trabajo.

Empezó a ser Helene Williams.

Ya no era Helene Young la patinadora de hielo.

Nada más Helene, aquella mujer que lo tuvo todo a su alcance y se esfumó en un chasquido. Fue un querer y no poder.

Desde entonces, ya no eran muchos los que la reconocían por la calle, tan solo aquellos aficionados por el patinaje artístico que tenían un mínimo de curiosidad. Que fuera efímera no quería decir que no formara parte de la historia, de algo que pudo ser pero que por circunstancias de la vida no fue. Quizá, si no hubiera tenido esa lesión y su fama, aquella que incrementaría con los años al igual que lo haría el dinero y consigo una vida estable, una que le habría proporcionado a su hija. Una madre. Seguramente, hubiera actuado como una en vez de ser una mujer que estaba decepcionada consigo misma y que, cuando quiso arreglar su vida ya era tarde para ello.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora