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El avión salía bastante temprano y eran muchos los que nos íbamos a Wichita. Casi dos horas de avión son las que nos tenemos que comer todos para poder ir, aunque el estatal es mañana tenemos una hora reservada para entrenar y adecuarnos a la pista del Intrust Bank Arena. Estaba nerviosa a más no poder. Había madrugado bastante y quisiera decir que fue por voluntad propia, pero, la verdad del asunto es que me desperté por el revoltijo de mi estómago. El resto de la casa seguía durmiendo, Rose se quedó en su cuarto con Susan. Ambas venían a verme.

Bajé las escaleras y me preparé un café, con la calma del día. No había ni un solo coche en la carretera y estaba amaneciendo. Desde la ventana de la cocina podía ver la calle, como el Sol se ponía y decía buenos días. Estaba contenta porque, jamás pensé en llegar tan lejos y porque los sueños no caen del cielo, pero, si te esmeras y le pones todas tus ganas... es posible que haya un poco de suerte y la magia surja. Estaba tan emocionada que cuando dejé la taza en el lavavajillas, mi madre bajaba bostezando por las escaleras.

―Uy, buenos días cariño ―saludaba―. ¿Qué haces despierta?

―No podía dormir más y me vine a hacer un café ―me encogí de hombros.

―Anda sube a revisar que tienes todo el equipaje hecho, haré tortitas con mermelada de cereza ―sonreía mi madre.

No tuvo que repetírmelo dos veces, subí las escaleras con prisa (aunque no tenía ninguna) y revisé bien la maleta. La había preparado ayer por la noche, pero no estaba de más revisarla, también tenía la bolsa de patinaje. El traje lo llevaba Marge, junto con dos de su equipo para que me peinen y me maquillen. Pánico me daba subirme a ese avión con tantas personas conocidas, podía ir muy bien o en todo caso ir regular. La palabra "mal" no quería pensarla mucho. Todo estaba en su debido lugar. Aproveché que escuchaba como mi madre cocinaba para vestirme, rebusqué en el armario aquel chándal que me regaló Zayn para el día de hoy. Era de color gris. Estaba el modo verano y el modo invierno, según él decía que era un detalle que quería tener conmigo. La camiseta era igual que la sudadera y la chaqueta y el pantalón solo cambiaba que uno era largo y otro corto.

Como hacía un frío de narices, opté por el largo. Un gris desgastado precioso, con una línea en cada pierna de color escarlata con el nombre en blanco "SCARLETT MOORE" en una de las piernas. La goma del tobillo también era escarlata. Me até las deportivas, seguían igual de desgatas que siempre. Me puse la camiseta de manga corta, pero encima, en vez de la chaqueta, me apetecía la sudadera. Esta era del mismo tono gris, con los puños en escarlata al igual que los cordones. Delante estaba dibujado en escarlata las fases lunares y detrás MOORE con el número 31, la noche de Halloween. Nuestro día. Por una parte, me parecía una cursilada, pero por otra me sentía como en casa con esto puesto. Me cepillé el cabello y me lavé la cara, para cuando bajé, tan solo estaba despierta mi madre y Susan.

―Buenos días ―saludé a Susan.

―¿Cómo has dormido, campeona? ―preguntó sentándose en la mesa de la cocina.

―Me he despertado la primera porque era incapaz de seguir en la cama, quieta y pensando en qué va a pasar ―resoplo.

―Pues que... ¡te vas al estatal! ―decía Susan emocionada.

―A este paso voy a vomitar el desayuno y eso que aún no lo tengo en el estómago ―negué con la cabeza.

―Aquí tenéis chicas, he hecho más para las marmotas del piso de arriba ―reía mi madre―. Coged la salsa que queráis.

Me puse mermelada de cereza, que era mi favorita y Susan sirope. Me bebí un zumo de naranja y ambas desayunamos juntas mientras charlábamos de cualquier cosa. Ella también se había vestido, me contó que se hizo la maleta por la noche porque hoy estaría tan cansada que capaz se hubiera olvidado algo. En mi caso, era por los nervios ya que soy un desastre y me pongo histérica. No me dejo la cabeza porque la tengo pegada y encima de los hombros.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora