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ZAYN

Segundo año de secundaria, segundo semestre.

Nunca me oirá decir nadie que adoro estudiar y venir a clase, lo considero una pérdida de tiempo. Me lo paso mucho mejor patinando sobre el hielo, con el stick y el disco. Es más, ganamos casi todos los partidos, algo que enorgullece a mi padre y de esa forma me toca menos los cojones.

Tampoco saco malas notas, a pesar de que podrían ser mucho mejores al menos apruebo y no me quitarán la beca deportiva si sigo con este ritmo. A veces me gustaría ser más como Liam. Mi mejor amigo saca notables en casi todas las asignaturas, es carismático, el responsable de los dos y el sociable. Tuve que apuntarme a las clases avanzadas para poder estar con él, pero no lo llevo mal. De momento.

Estábamos en las mesas del recreo, junto con las chicas. Hannah me ha llamado la atención desde que entró en primer año, pero nunca se fijó en mí. Daba igual que ahora fuera el capitán del equipo de hockey del instituto, que fuera quien guiará al equipo hacia la victoria... siempre habrá alguien mejor. Como Troy, un chico del equipo al que lleva haciéndole ojitos un tiempo.

―¿Habéis visto a esa? ―dijo Hannah bajito para que tan solo lo escucháramos nosotros―. Creo que es nueva.

―Vete a saber qué le ha pasado para que venga nueva a mitad de curso, en el segundo año. ¿Es la que se ha sentado sola en la mesa de la esquina?

―Sí, creo que es Ivy la rarita quien se ha sentado con ella.

La curiosidad me puede, no lo niego. ¿Cuánto debe de llevar en el instituto?, ¿una semana?

Me giré hacia donde estaban hablando, en la mesa de encontraba Ivy. La chica por la que mi mejor amigo lleva suspirando un tiempo y que a pesar de ello, no ha hecho nada para cambiar el asunto. Se besa con otras esperando que sea ella. Pero no.

Ivy es guapa, no lo puedo negar. Tiene una media melena lisa y rubia, por la altura de los hombros. Creo que siempre lo ha llevado así. Sus ojos son azules, de aquel intenso como el cielo despejado en verano. O así los describe Liam. Cursiladas a mi parecer.

A su lado, está la chica nueva que ha mencionado Hannah. Tiene una melena castaña como el mismísimo chocolate, larga casi por la cintura, media melena está recogida en una pinza. Sus vaqueros son anchos y rotos por todos lados, lleva unas ¿Vans? Bastante demacradas y que en poco tiempo tendrá que darles de baja. Eran básicas, por el tobillo y en blanco y negro. A juego llevaba un jersey grisáceo de punto con el hombro caído. Era mona.

―Esa mochila tiene pinta de querer largarse por patas ―dijo Hannah entre risas.

Estaba tirada en el suelo, era negra y básica. Tan solo tenía un par de llaveros decorativos en la cremallera y parches pegados. Es cierto que la mochila no estaba pasando por un buen momento, pero era más cómodo y práctico que el bolso que ella llevaba.

―Tampoco tienes que soltar esas burradas ―se me adelantó Liam―, ni que fueras aquí la reina.

No me dio tiempo a abrir la boca, es cierto que Hannah me gustaba, pero cuando abría la boca perdía el encanto que tenía en mi mente. Según Liam, la tenía demasiado idealizada y que era un enamoramiento pasajero. Él no la tragaba.

―¿Tú la has visto? ―se reía una de sus amigas―. No debe tener ni para el desayuno si se lo trae de casa.

―Quizá es porque no le apetece ―suelto yo.

―¿Vas a defenderla? ―inquirió Hannah cruzándose de brazos.

―No la conoces ―resoplo.

―¿Y tú quieres conocerla? ―sugiere ella.

It's ScarlettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora