Capítulo 3

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Adeline me preparó una tina caliente para que pudiera lavarme, y me prestó una de sus pijamas. Ya no vi a Haesen después de que lo perdí en la lluvia.

Me encontraba en el mismo cuarto en el que desperté, estaba leyendo "Romeo y Julieta", el libro me lo prestó Adeline.

Tocaron la puerta y grité un "Adelante" Era Eduardo.

-Disculpe las horas señorita Alicia, pero prometí que iba a curarle esa herida y no podía dejarla dormir con la mano lastimada -Lo había olvidado por completo.

-Eres muy amable Eduardo, pero por favor sólo dime Aly, me sentiré más confiada - No me gustaba tanta formalidad, y menos si iba a manipular mi mano, que se notaba que no estaba sanando ni un poco, parecía tan fresca como cuando el salvaje Julian me la hizo.

-Esta bien, Aly. Ahora si me permites -Dejó todos los frascos y vendas en el pequeño tocador, arrimé la silla que estaba ahí y Eduardo se sentó en el taburete del tocador; estiré mi brazo en dirección a él y empezó a quitarme las vendas con cuidado, empezó a sangrar de nuevo, de hecho se veía peor la herida.

-No hubiera empeorado, si no hubieras jugado con Haesen. -No quiero ni acordarme de eso, aún no puedo creer que me haya ganado, oh no, no me ganó limpiamente.

-Ese chico tiene un horrible problema de carácter - Murmuré entre dientes con la cabeza ligeramente hacia abajo.

-Digamos que Haesen y yo somos peces fuera del agua -Alcé mi cara intrigada a lo que dijo. Él seguía limpiando mi mano con alcohol.

-¿A que te refieres con eso? -Le dije con una sonrisa, traté que sea confiable para que me dijera lo que sabía de los secretos de Haesen.

-Bueno ya sabes, un poco de aquí un poco de allá -Me decía vacilante, sin despegar los ojos de mi mano. Se notaba que no quería contarme nada.

Eduardo puso en un recipiente unos líquidos y remojó unas hiervas en los líquidos, las sacó y las puso sobre mi herida, eso me ardió demasiado, incluso sentí como se rosaron mi ojos con lágrimas; para concluir puso la venda sobre las hierbas.

-Listo, duerme con ellas y en la mañana ni se notará la herida. Puedo preguntar como es que te hiciste semejante cortada.

-Oh no, no fui yo, fue un salvaje engreído, justo el que me trajo aquí.

-Sabes, esta receta es muy efectiva, mi familia la empezó a usar desde hace mucho tiempo, yo la aprendí a hacer desde que tenía ocho años, el primero en usarla fue mi abuelo y yo lo veía siempre, pero desgraciadamente ya no se usa en esta era. Tu, ten fe. - Bien eso sonó algo extraño, pero tomando en cuenta que Eduardo era muy educado y ese acento de español, era comprensible. -Bien señorita, yo debo dejarla para que pueda dormir.

-Muchas gracias Eduardo y recuerda, llámame Aly. Buenas noches.

-Buenas noches Aly -Dicho esto salió de la habitación y yo me lancé a la cama, realmente estaba agotada.

Desperté, y lo primero que hice fue revisar mi herida, me levanté y fui a sentarme al tocador, quité las vendas con mucho cuidado, las hiervas olían entre vinagre y alcohol, las quité suavemente y era maravilloso, ya casi no se notaba la horrible cortada, volví a poner la venda y me levanté del taburete con un gran ánimo. El uniforme del instituto Kligooth, estaba en la silla de madera perfectamente limpio y planchado, Sonreí; Adeline se estaba ganando mi corazón con sus ternuras maternales, no sabía lo que se sentía esa clase de cuidados femeninos; no me importaba, yo con mi tío era inmensamente feliz.

Me cambié rápido y recorrí el mismo camino de ayer para llegar a la cocina; como imaginé, Adeline estaba ahí exprimiendo naranjas para hacer jugo.

Eternos: Juego De SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora