Dastan Rolt caminaba a prisa por el ancho y largo pasillo completamente dorado con mondaduras y detalles blancos y plata, decorado con cuadros y pinturas de personajes importantes y algunos paisajes que nunca habían sido vistos y mucho menos visitados por mundanos. El sonido de su paso era lo único que picaba en todo el ancho pasillo del palacio dorado, mejor conocido como El Magisterio.
En ese lugar se tomaban las decisiones más importantes de la vida de todos los mestizos y criaturas ajenas a los mortales. Cada archivo de cada mestizo considerado para el "Meister", una persona que merece ser vigilada.
Dastan llegó con la respiración agitada por la larga y apresurada caminata que había hecho desde la oficina del ministro. Llegó al salón de astronomía y fue directo al telescopio, en frente del gran ventanal de cristal. En esa sala se encontraban todo tipo de instrumento para consultar y revisar el sistema planetario que rodeaba el mundo, cada planeta con una fusión importante, como sus antiguos antepasado griegos, se conectaban con sus ancestros del olimpo y así tener contacto con sus hijos en la tierra.
Dastan, siendo un experto en astronomía, colocó el telescopio estratégicamente, revelando ante sus ojos lo que tanto anhelaba desde que vio por última vez a su amigo August. Neptuno y Júpiter estaban en posición y la lluvia de estrellas que se avecinaba no afectaría si se daba prisa.
No tenia tiempo que perder, si mandaba el encargo de August ahora mismo, tal vez llegaría a su destino en dos días.
Al salir de la sala, lo primero que quiso hacer era correr, pero lo detuvo un clan de descendientes, llevaban en sus manos una caja cenicero, tal vez con las cenizas de algún sátiro o una ninfa.
Tenía que pasar desapercibido, y si era posible, que nadie lo viera, a los hijos élficos les gusta hacer impecables sus trabajos. Se colocó la capucha de su túnica color hueso y caminó del lado contrario a los descendientes.
Llegó a sus aposentos, sacó la pieza que lo había metido en todo este problema. El ángel pequeño de plata, con los brazos a los lados, como una balanza, en cada manos sostenía una pieza de lo que formaría un Yin y Yang. Era el ángel del equilibrio, el amuleto de lo bueno y lo malo. Por leyes del magisterio, una pieza así pertenecía al magisterio, pero por leyes mestizas y de honor élfico, pertenecía a su único y absoluto dueño, hasta que ese lo de del fondo de sí o sea asesinado el dueño para que otro lo posea.
El ángel tenía que ser entregado a la única chica que August había especificado. Dastan, en cuanto vio el expediente de la señorita a la que le iba a pertenecer semejante amuleto, decidió que ya era tiempo de dárselo.El expediente de Alicia Brown, era singular, contenía algunos datos semejantes a los de los otros, pero algunas casillas estaban en blanco y eso era lo que más le preocupaba a Dastan, porque si Alicia resultaba ser hija de sombras, oscuros o cualquier otro descendiente con tendencias malignas, el ángel terminaría matando a Alicia, o peor aún, convirtiéndola en ambos dotes, buenos y malos como el yin y yang, y haciéndola implacable si su balanza se inclina a lo malo, y si se inclinaba a lo bueno, todos los del comité del magisterio querrían su muerte rápida.
Lo que Dastan iba a hacer era cometer traición y lo que más le dolía de la traición, era traicionarse a sí mismo. Mandar el amuleto a la chica significaba romper sus votos que juró cuando ingresó de Maister al magisterio.
Dastan, al terminar de empaquetar el ángel de plata, junto con la cadena de oro, mandó a llamar a un mozo que trabajaba en el magisterio, y más que un mozo, era el único chico sensato de ese lugar, poniendo toda su confianza en él para llevar el pequeño paquete a la oficina de correos.
Así lo hizo, el mozo lo llevó sin sin ser visto, sin saber qué era el pequeño paquete y sin saber quién era Alicia Brown.
Los días pasaron, y en el ocaso del tercer día, después que Dastan mandara el ángel, la chica castaña de diecisiete años lo estaba tomando entre sus manos, pensando que era otro regalo de su abuelo. El ángel le cortó con un ala el dedo anular, haciéndolo oficial, Alicia Brown era la dueña absoluta del amuleto.
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Eternos: Juego De Sombras
FantasyLa sangre es lo que nos define, lo que nos separa y lo que nos une. Si la cabeza domina cuerpos y el corazón domina mentes ¿Quién es más peligroso entonces? No juegues con lo que no entiendes. Primera regla de los normales. Si vas a quemarte, asegúr...