Capítulo #3

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La coreana caminaba por las calles de París, disfrutando del paisaje urbano y la arquitectura histórica, después de una sesión de fotos para Adidas. Pero a pesar de la belleza que la rodeaba, Jennie no podía sacudirse la sensación de decepción que la invadía.

Había estado pensando en Lisa, su amiga de la llamaría después de haberle dado su tarjeta. Pero había pasado más de una semana y no había recibido ninguna llamada, ningún mensaje. La decepción se apoderaba de ella, se preguntaba si había sido un error intentar reconectar con alguien del pasado.

Mientras caminaba, se encontró con la Torre Eiffel, ese icono de la ciudad del amor. Pero en lugar de sentirse inspirada por la romance que rodeaba el monumento, solo podía pensar en el desinterés de la rubia hacía ella. Se recordaba que Lisa realmente había sido distante desde siempre.

Jennie suspiró, tratando de sacudirse la tristeza. Continuó caminando, perdiéndose en sus pensamientos, mientras la ciudad de la luz brillaba a su alrededor. Jennie se detuvo en su camino, mirando hacia el río Sena, y se recordó a sí misma que tenía un novio que amaba, Kai. No quería estar pensando en alguien más, especialmente en alguien que parecía haberla olvidado. Se dio cuenta de que había estado permitiendo que sus pensamientos se centraran en Lisa y en la amistad que habían compartido, en lugar de enfocarse en su relación actual. Se sintió un poco culpable por haber permitido que sus sentimientos de decepción y nostalgia la dominaran.

"Kai me ama" se dijo a sí misma, "y yo lo amo. No necesito preocuparme por alguien que no parece interesado en reconectar".

Tomó una profunda respiración, sintiendo una sensación de alivio y claridad. Decidió dejar ir sus pensamientos sobre Lisa y enfocarse en su relación con Kai. Se sonrió a sí misma, recordando el beso apasionado que habían compartido antes de que ella se fuera a París.

Con una nueva actitud, Jennie continuó su camino, disfrutando de la belleza de la ciudad y sintiendo gratitud por el amor que compartía con Kai.

El celular de Jennie sonó, rompiendo el silencio y regresándola a la realidad. Miró la pantalla y vio que era Rosé, su amiga, quien la esperaba en un café cercano. Se apresuró a llegar allí, caminando rápidamente por las calles de París.

Al llegar al café, Jennie vio a Rosé sentada en una mesa, distraída enviando mensajes en su celular. Se sonrió al ver a su amiga y se dirigió hacia ella. Rosé levantó la vista y, al ver a Jennie, se levantó de su asiento para saludarla.

—¡Hola, belleza! —exclamó Rosé, abrazando a Jennie. —¿Cómo estás? ¿Cómo te fue en la sesión de fotos?

Jennie se rió y se sentó frente a Rosé. —Estoy bien, gracias. La sesión fue genial. ¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo?

Rosé se sentó de nuevo y puso su celular a un lado. —Nada en particular. Solo enviando algunos mensajes. ¿Quieres un café?

Jennie asintió y Rosé pidió dos cafés al camarero. Mientras esperaban, Jennie se dio cuenta de que Rosé parecía un poco distraída, pero no dijo nada. Se limitó a disfrutar de la compañía de su amiga y a charlar sobre sus vidas.
Rosé, al igual que su novio, era una cantante famosa en la industria musical. Su fama no era solo resultado de su belleza y carisma, sino también de su disciplina, pasión y talento. Desde muy joven, Rosé había dedicado su vida a la música, estudiando canto, composición y producción musical.

Su arduo trabajo y dedicación habían dado frutos, y pronto se convirtió en una de las voces más reconocidas y respetadas en la industria. Su voz única y emotiva, combinada con su habilidad para componer canciones que resonaban con el público, la habían llevado a la cima del éxito.

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