Capítulo #41

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El día pasó tan rápido, la noche llegó y Lisa ya estaba de regreso a New York.

No le avisó a Jennie que había regresado, al contrario, pasó a comprar unas flores y pidió Uber a su hogar.

Lisa llegó a su departamento con las flores en mano, y sonriendo para sí misma. Se sentía emocionada de sorprender a Jennie. Cuando llegó al departamento, abrió la puerta y entró suavemente.

En la cocina podía oír ruido. Sonrió lentamente y se acercó sigilosamente. Sin decir nada, logró ver a Jennie cocinando un platillo coreano.

Lisa sonrió y se recargó en la pared. La modelo estaba tan concentrada cocinando que no se dió cuenta de la presencia de alguien más.

— Mi chiquita, ya estoy aquí. — rompió el silencio, sus manos sujetando el ramos de flores con cariño.

Jennie se sorprendió y se volvió hacia Lisa, una sonrisa radiante en su rostro.

— ¡Lisa! ¡Ya estás de regreso! — Jennie dejó el cuchillo y corrió hacia Lisa, abrazándola fuertemente.

Lisa sonrió y la abrazó también, sintiendo el calor y la felicidad de estar de nuevo con su amada.

— Te extrañé tanto — dijo Lisa, enterrando su cara en el cuello de Jennie.

Jennie se rió y la besó en la mejilla.

— Yo también te extrañé. ¿Qué son las flores? ¿Me las trajiste?

Lisa asintió, sonriendo.

— Sí, quería sorprenderte. ¿Qué estabas cocinando?

Jennie se volvió hacia la cocina.— Bulgogi. Quería sorprenderte también.

Lisa se sintió conmovida por el gesto de Jennie.

— Eres la mejor — dijo Lisa, besando a Jennie suavemente en los labios.

La cocina se llenó de amor y calor, mientras las dos mujeres se reencontraban después de la separación.

— Eres modelo, cocinera, el amor de vida. ¿Qué más sabes hacer, eh? — preguntó Lisa al besar su nariz.

Jennie se rió y sonrojó ligeramente.

— Creo que soy bastante versátil — dijo Jennie, sonriendo coqueta. — Pero creo que mi habilidad más importante es hacer feliz a la mujer que amo.

Lisa sonrió y la besó de nuevo.

— Eso es definitivamente tu mayor talento — dijo Lisa. — Me haces sentir tan amada y especial.

Jennie abrazó a Lisa fuertemente.

— Eso es porque te amo y eres especial, Lisa. Eres la razón por la que vivo.

— Cocinaste para mí. — Sonrió Lisa. — No hay prueba de amor más grande que la comida. — bromeó Lisa entregándole las flores a Jennie.

Jennie se rió y aceptó las flores, oliéndolas con una sonrisa.

— Eres tan dulce, Lisa — dijo Jennie, besando suavemente las flores. — Me encantan las flores, pero lo que realmente me hace feliz es verte sonreír.

Lisa se acercó y la abrazó, enterrando su cara en el cuello de Jennie.

— Te amo — susurró Lisa.

Jennie la abrazó también, sintiendo el calor y la conexión entre ellas.

— Te amo también, Lisa — respondió Jennie. — ¿Quieres cenar ahora? El bulgogi está listo.

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