Advertencia: Incluye lenguaje inapropiado.
Lisa se estiró sobre su asiento de cuero, intentando aliviar la tensión en su espalda y cuello. La silla, que inicialmente parecía cómoda, ahora se sentía como una tortura después de horas de estar sentada trabajando. Su empleo como consejera de finanzas, que una vez la había parecido un buen sustituto, ahora se sentía como una carga pesada.
El despacho, que originalmente era una habitación de huéspedes, se había convertido en una cueva claustrofóbica donde Lisa pasaba la mayor parte de su tiempo. Las paredes parecían cerrarse sobre ella, y la luz natural que entraba por la ventana era insuficiente para iluminar el espacio. La sensación de estar atrapada era abrumadora.
Lisa suspiró, mirando alrededor del despacho con desánimo. Los papeles y documentos se apilaban sobre su escritorio, y la computadora parecía estar siempre encendida, mostrando gráficos y números que ya no le decían nada. La emoción y el desafío que una vez la habían motivado ahora se habían convertido en monotonía y frustración.
Rosemary, entró en el despacho con una taza humeante de café recién hecho. —Señorita Lisa, pensé que podría necesitar un poco de café para animarse. — Comentó dejando la taza sobre el escritorio de Lisa.
Lisa le sonrió, agradecida por el gesto.
—Gracias, Rosemary. Es muy amable de tu parte.Beber del café caliente fue como un abrazo para su alma cansada. Los ojos de Lisa se cerraron por un momento, disfrutando del calor que se extendía por su pecho y brazos. Por un instante, olvidó la monotonía y la frustración que la habían estado acechando.
Rosemary se inclinó ligeramente con una sonrisa. —Si necesita algo más, por favor no dude en llamarme. — Luego se retiró, dejando a Lisa disfrutar de su café en paz.
El timbre del departamento sonó, rompiendo el silencio que reinaba en el espacio. Lisa escuchó los pasos de Rosemary al dirigirse a la puerta, su curiosidad se despertó al preguntarse quién podría ser irrumpiendo en su hogar.
Mientras Rosemary abría la puerta, Lisa se mantuvo atenta a los sonidos que llegaban desde el vestíbulo. Escuchó el saludo cordial de Rosemary y luego, una voz familiar que la hizo sonreír.
—Hola, Rosemary, ¿cómo ha estado usted? —dijo la voz de Jennie, con un tono cariñoso y respetuoso.
—Hola, señorita Jennie, bien gracias. Pase por favor —respondió Rosemary, invitándola a entrar con formalidad.
Lisa reconoció la voz de Jennie. Su socia y su secretaria habían congeniado bastante bien desde que las presentó primera vez.
—¿Lisa está disponible? —preguntó Jennie, mientras entraba en el departamento.
—Sí, está en su despacho. Puede pasar. —respondió Rosemary, indicándole el camino con respeto.
Jennie se dirigió hacia el despacho de Lisa, con una sonrisa en su rostro. Al entrar, encontró a Lisa sentada en su escritorio, con una taza de café en la mano.
—Hola, tú...— saludó coqueta desde la puerta. Jennie entró despacio mirándola con una sonrisa. — ¿Qué tal sí vienes y saludas a tu prometida como es debido?
Lisa se levantó de su silla y se acercó a Jennie con una sonrisa. —Lo siento, no quería ser descortés. Me alegra verte.
La rubia besó la mejilla de la coreana en un gesto amable, la modelo le sonrió con cierto coqueteo que parecía ser parte de ella cuando estaba con la tailandesa.
—Lo mismo digo—, respondió Jennie, mientras se separaban. — Sabes, desde ahora, deberías considerar besarme como forma de saludo. Quiero que te vayas acostumbrando a esos afectos que solo las parejas reales tienen.
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La propuesta.
RomanceLa familia Brüschweiler siempre priorizó el trabajo y la empresa. Sin embargo, Lisa seguía sus propios planes. Después de la muerte de su padre, decide tomar medidas drásticas para asegurar su posición, incluyendo casarse con una prometida que ni co...