Capítulo #8

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Lisa consiguió el boleto de avión que la llevaría a París, la ciudad del amor, donde Jennie la esperaba. Mientras se preparaba para su viaje, Rosemary, se acercó a ella con una expresión de preocupación.

—Señorita Lisa, ¿está segura de que debe ir? —preguntó Rosemary. — Tiene mucho trabajo pendiente aquí.

Lisa sonrió y puso una mano tranquilizadora en el hombro de Rosemary. — Todo está listo, solo encárgate de enviar los correos con las propuestas que dejé listas. Todo estará bien, por tu sueldo no te preocupes seguiré pagando el día como si hubieras trabajado conmigo.

Rosemary se sintió un poco mejor al escuchar las palabras de Lisa, pero aún así se sentía insegura.

—¿Y qué pasa si algo sale mal mientras está fuera, señorita Lisa? —preguntó.

Lisa se rió. —Todo saldrá bien. Y si algo sale mal, ya me encargaré de solucionarlo cuando regrese. Está es mi última oportunidad de resolver todo el desastre. Este viaje será mi regreso a la empresa de mi padre, te acomodaré conmigo, y todo regresará a la normalidad. Solo deséame suerte.

Rosemary asintió con la cabeza, sintiendo un poco más de tranquilidad al escuchar las palabras de Lisa. —Buena suerte, señorita Lisa —dijo—. Espero que todo salga bien y que pueda regresar con buenas noticias.

Lisa sonrió y apretó el hombro de Rosemary. —Gracias, Rosemary. Significa mucho para mí. Ahora, si me disculpas, debo irme. Mi avión me espera.

La eficiente secretaria se encargó de llamar a un taxi, pues ella no cree en Uber, y es de la vieja escuela. Cuando el vehículo llegó ambas bajaron. Había llegado el momento de despedirse. Rosemary cerró la puerta del taxi y se asomó por la ventanilla para ver a Lisa por última vez antes de su partida.

—Buena suerte, señorita Lisa —repitió Rosemary, con una sonrisa amable.

Lisa sonrió y le devolvió el gesto, sintiendo un agradecimiento hacia su leal asistente.
—Gracias, Rosemary. No te preocupes, todo saldrá bien.

El taxi arrancó y se alejó de la acera, llevando a Lisa hacia el aeropuerto y su destino en París. Rosemary se quedó en la acera, viendo cómo el taxi desaparecía en la distancia, y se sintió un poco más tranquila sabiendo que Lisa estaba en buenas manos.

Llegaron al aeropuerto en cuestión de minutos, Lisa pagó su viaje y dejó una buena propina al conductor, agradecida por el servicio rápido y eficiente. Luego, bajó del auto y se dirigió a la entrada del aeropuerto, con su maleta en mano y su mente llena de pensamientos.

Mientras caminaba, Lisa no podía evitar pensar en todo lo que había pasado. La relación con Jennie había sido un giro inesperado en su vida, y ahora se encontraba en el umbral de un nuevo capítulo. Se había propuesto casarse con Jennie, no por amor, al menos no por ahora, sino por interés. Pero esperaba que con el tiempo, su relación pudiera evolucionar y convertirse en algo real.

Lisa se detuvo un momento antes de entrar al aeropuerto, tomó una profunda respiración y se preparó para lo que estaba por venir. Sabía que este viaje sería el comienzo de una nueva etapa en su vida, y estaba decidida a hacer que todo saliera bien. Con una determinación renovada, entró al aeropuerto y se dirigió a la puerta de embarque, lista para partir hacia París y hacia su futuro. Al entrar al aeropuerto, Lisa un buen tramo, sorteando a los pasajeros que iban de un lado a otro. Estaba absorta en sus pensamientos, repasando mentalmente sus planes en París, cuando de repente, una figura familiar chocó con ella.

—¡Oh Dios mío! ¡Lo siento mucho! —exclamó esa persona tan familiar para Lisa; con una expresión de sorpresa y mortificación. — No miré por dónde iba!

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