Capítulo #25

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Advertencia: incluye contenido +21

La mano de Lisa temblaba ligeramente en la cintura de la modelo. Caminaron a la salida de la gran casa. La rubia abrió la puerta dejando salir primero a Jennie. El fresco de la noche golpeó a la coreana, sin embargo, la rubia estaba templada por el alcohol en su sangre.

La modelo se detuvo en el porche, respirando el aire fresco de la noche. La oscuridad era solo parcialmente iluminada por las luces exteriores de la casa. Se volvió hacia Lisa, notando la tensión de su cuerpo.

— ¿Estás bien? — preguntó con una voz suave y preocupada.

Lisa negó, su mirada evitando la de Jennie. — No. Ese hijo de puta no se va a pasar de listo. Cualquier excusa para llevar a comer a la pareja de otra persona.

— Lisa, no iba aceptar salir con él.

— No puedo decirte que hacer, Jennie. Pero a él sí.

La mirada de Jennie se suavizó, reflejando una profunda hacia Lisa. Se acercó un poco más intentando llegar a ella de una manera suave. — Lisa, ¿quieres hablar sobre lo que está pasando? ¿Qué te está haciendo sentir así? — Su presencia cálida y acogedora invitaba a Lisa a abrirse, a compartir sus pensamientos y emociones más profundas.

— No, Jennie. No todo el tiempo quiero hablar de la mierda en mi cabeza. — Lisa se mantuvo seria, incluso distante. Al llegar a su auto, abrió la puerta del vehículo para que subiera. — Puedo llevarte a tu departamento para que descanses.

El silencio en el vehículo se hizo presente, está era una de esas ocasiones que Lisa se refería, huir, dejar todo tirado para esconderse, aislarse. La ciudad pasaba por la ventanilla como una sombra silenciosa, mientras el motor del auto rugía suavemente. Jennie miró a Lisa, notando la tensión en su mandíbula y la rigidez de sus hombros. El auto se detuvo frente al edificio de Jennie. Lisa se mantuvo inmóvil, con la mirada fija en el camino.

— Lisa —llamó la modelo suavemente. — Dijimos que yo iba a conducir por ti.

— Ya no... — La respuesta de Lisa fue cortante, su voz baja y monótona. Jennie notó el cambio en su tono y se inclinó hacia adelante, preocupada.

— ¿Qué pasa, Lisa? ¿Qué está mal?

Lisa seguía sin mirarla, su mirada fija en algún punto lejano. — Nada. Solo déjame en paz.

Jennie extendió su mano y tomó suavemente el brazo de Lisa, su tacto cálido y reconfortante. Su voz fue baja y firme, pero llena de ternura. — No me hables de esa manera. No estoy en contra tuya.

Lisa se tensó ligeramente bajo el contacto, pero no se retiró. Su mirada seguía fija en el frente, evitando la de Jennie. Su silencio fue una barrera invisible, pero la modelo no se apartó. El auto permaneció quieto, el motor en marcha mínima, mientras la tensión entre ellas flotaba en el aire. La oscuridad de la noche parecía envolverlas, aislando el momento solo para ellas dos.

— Tengo muchísimos malos hábitos, Jennie. Tengo tantas ganar de fumar. ¿Te molesta sí lo hago?

Jennie frunció ligeramente el ceño, su expresión preocupada. — Sí, Lisa, me molesta. No solo por mí, sino por ti también. Sabes que no es bueno para tu salud. — Su tono fue suave, pero firme, mientras mantenía su agarre suave en el brazo de Lisa. — Además, ¿desde cuándo fumas?

— No voy a responderte eso. — Lisa se zafó suavemente del agarre de Jennie y miró hacia adelante, su expresión cerrada y distante. El silencio volvió a instalarse en el auto, pesado y elocuente.

Jennie suspiró suavemente y se recostó en su asiento, sin insistir en la conversación. Su mirada se mantuvo en Lisa, preocupada por la sombra de secreto y vulnerabilidad que había vislumbrado en sus ojos. El vehículo llegó a un semáforo en rojo, sacó un vapeador de la guantera del auto, bajo la ventana y comenzó a fumar sin dejar que el humo entrara al interior.

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