Cosas Del Destino

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Law nunca había imaginado que la vida le pondría en una situación así. Desde que terminó su relación con Luffy, su objetivo era retomar el control de su vida y mantenerse enfocado en su carrera y sus metas personales. Pero el universo tenía otros planes para él. Estaba embarazado… y no de un bebé, sino de gemelos.

Su cuerpo delgado, que siempre había mantenido en buena forma, pronto comenzó a cambiar de maneras que no pudo controlar. Al principio, intentó esconderlo bajo sudaderas anchas y abrigos largos, pero no podía evitar que los cambios fueran evidentes. Su vientre comenzó a redondearse mucho antes de lo que esperaba, y las miradas curiosas y los comentarios hirientes llegaron casi al instante.

En la cafetería de la clínica donde trabajaba, algunos compañeros hablaban en voz baja pero lo suficientemente alto como para que él escuchara.

—¿Has visto lo que le pasó a Law? —murmuró una de sus colegas mientras removía su café—. Antes tenía un cuerpo envidiable, y míralo ahora. Se está dejando.

—Ya ni parece él. No sé qué le pasó, pero con esa barriga nadie va a quererlo. Y ni hablar de un alfa… —respondió otra, casi riendo—. Seguro está comiendo por ansiedad desde que lo dejó su novio.

Law, con los dientes apretados, apuró su café amargo. Si ellas supieran… No era ansiedad, sino dos pequeños seres creciendo dentro de él. Pero no podía decírselo a nadie. Mucho menos a Luffy.

Él y Luffy habían terminado hacía dos meses. Había sido Law quien puso fin a la relación, alegando que necesitaba espacio y tiempo para sí mismo, aunque en el fondo sabía que tenía miedo. Miedo de lo que significaba ese vínculo tan intenso con un alfa como Luffy. Pero romper no evitó lo inevitable. La marca en su cuello todavía ardía algunas noches, recordándole que pertenecía al alfa que había decidido apartar.

Para la quinta semana, su vientre ya parecía el de alguien de tres meses. ¿Cómo iba a ocultarlo por más tiempo? Ninguna prenda le quedaba bien, y cada vez que intentaba vestirse, su reflejo en el espejo le devolvía una imagen que no reconocía. Las caderas se le habían ensanchado, sus pectorales ahora estaban más llenos, y su vientre… imposible de ignorar.

Una tarde, se encontró frente al espejo del baño, desabrochándose la bata de trabajo. Sus dedos rozaron la suave curva de su vientre y una sensación de soledad lo inundó. Quería ser fuerte, mantenerse firme como siempre, pero los comentarios de la gente lo habían herido más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—Ningún alfa te va a querer así… —susurró, recordando las palabras crueles de sus colegas.

El problema era que había un alfa al que no le importaba cómo lucía: Luffy. O al menos eso era lo que el idiota decía siempre.

El encuentro con Luffy ocurrió en el peor momento posible. Una mañana lluviosa, Law había salido rápidamente de casa para hacer algunas compras. Con el abrigo desabrochado y la camiseta marcando la curva incipiente de su vientre, chocó accidentalmente con él al doblar una esquina.

—¿Law? —La voz de Luffy sonó sorprendida y alegre al mismo tiempo.

—Luffy… —Law sintió que se le helaba la sangre. No había planeado verlo, mucho menos así.

Luffy lo escaneó con esos ojos oscuros y brillantes, como si lo devorara con la mirada. Entonces, una sonrisa lenta y traviesa apareció en su rostro.

—Te ves… diferente.

Law sintió que la cara le ardía. ¿Diferente? Claro, estaba redondeado, hinchado, con unas curvas que jamás había tenido. Quiso inventar una excusa, alejarse rápidamente, pero antes de que pudiera reaccionar, Luffy dio un paso adelante.

—Me gustas así. —La voz de Luffy era suave, casi como una confesión—. Te ves… más sexy. Siempre fuiste guapo, pero ahora… No sé, me dan ganas de abrazarte y no soltarte nunca.

—Cállate. —Law apretó los puños, sintiendo una mezcla de vergüenza y rabia—. No tienes por qué decir esas tonterías. No somos nada ya.

—¿Por eso no me dijiste que estás embarazado? —preguntó Luffy sin rodeos, mirándolo fijamente.

El silencio cayó entre ellos como una bomba. Law sintió cómo su corazón se detenía un segundo.

—No sé de qué hablas —intentó negar, aunque su voz temblaba.

Luffy entrecerró los ojos. Luffy nunca fue el tipo más listo, pero no era idiota. La manera en que Law había cambiado, la manera en que evitaba su mirada, y esa pequeña curva en su vientre eran más que suficientes para confirmar sus sospechas.

—¿Son míos? —preguntó con una voz tan seria que Law casi no lo reconoció.

—¡Eso no importa! —soltó Law, intentando apartarse—. Tú y yo ya no… ya no estamos juntos. Esto es mi problema, no el tuyo.

Pero Luffy no lo dejó ir. Lo sostuvo con firmeza por la muñeca, pero sin hacerle daño.

—Claro que es mi problema. —Su tono era suave, pero había determinación en él—. Si son míos, entonces vamos a resolver esto juntos. No me importa si terminamos, Law. Voy a estar aquí para ti y para ellos.

Law lo miró con incredulidad, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. ¿De verdad no le importaba? ¿De verdad podía aceptar todo esto, sin resentimientos, sin condiciones?

—Tú nunca cambias, ¿verdad? —murmuró Law, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. Malditas hormonas.

Luffy sonrió, acercándose un poco más. A pesar de todo, su sonrisa siempre había sido su debilidad.

—No, y tú tampoco. Sigues siendo tan guapo como siempre… Solo que ahora tienes más curvas. Me gustan. —Luffy le guiñó un ojo, y Law no pudo evitar soltar una risa involuntaria, a pesar de todo el caos que sentía.

Las semanas siguientes no fueron fáciles, pero tener a Luffy a su lado hizo todo más soportable. Luffy no solo aceptó su embarazo; se convirtió en su apoyo constante. Estaba allí en las noches cuando las náuseas lo mantenían despierto, o cuando los comentarios de otros lo hacían sentir inseguro. Y, más importante aún, Luffy nunca dejó de hacerle saber lo atractivo que lo encontraba, sin importar cómo cambiara su cuerpo.

Una noche, mientras Law se acomodaba en el sofá con una camiseta demasiado grande y una manta, Luffy se sentó a su lado y le acarició el vientre suavemente.

—¿Sabes? No puedo esperar para conocer a estos dos. —Luffy sonrió con esa energía infantil que tanto lo caracterizaba—. Pero mientras tanto, me encanta que estén aquí contigo. Te hacen ver… completo.

Law lo miró de reojo, sorprendido por la sinceridad de esas palabras. Tal vez había cometido un error al alejarse de Luffy en primer lugar. Tal vez, solo tal vez, no estaba tan mal dejarse cuidar por alguien más.

—Idiota… —murmuró, apoyando la cabeza en el hombro de Luffy.

Luffy simplemente se rió y lo rodeó con un brazo, como si nunca hubieran estado separados.

Al final, Law comprendió que no importaba cuán difícil fuera el camino. Con Luffy a su lado, podía enfrentarlo todo. Y ahora, con dos vidas creciendo dentro de él, sabía que no estaba solo. Nunca más lo estaría.

One shots luffy x law Donde viven las historias. Descúbrelo ahora