Capítulo 4: Big Boss.
Toqué la puerta de la oficina del señor Hofmann y esperé tambaleando el peso de una pierna a otra, iban a ser las 10 de la mañana, estaba ligeramente nerviosa, mis manos sudaban, mi corazón estaba acelerado.
«Debes calmarte, solo son papeles que vas a entregarle, unos papeles muy importantes; posiblemente los más importantes de tu carrera».
Anoche casi ni pude dormir pensando en la entrevista de ayer, y luego en la salida con Juliana cuando Maximilian Hofmann conversó conmigo, no sé por qué eso me mandó tantos pensamientos diferentes,e incluso me sentí tan nerviosa que ni siquiera hablé con mi novio sintiéndome extraña, no le conté de esta noticia de mi nuevo trabajo, quería primero firmar el contrato y dejar de pensar tantas cosas, tal vez eran los nervios, sí, le echaría toda la culpa a los nervios y punto.
La puerta se abrió, dejé de respirar, y no sabía si estaba más nerviosa por volver a ver al comandante Hofmann o por entregar está carpeta que me aseguraría la entrada a este proyecto que me cambiaría la vida. Pero, cuando alcé la vista, me di cuenta de que ese hombre no era el comandante Hofmann, ese hombre era menos corpulento, pero sin dudas con cuerpo atlético, su cabello completamente rapado, con un lindo cutis, en realidad él era guapo, tenía el uniforme de la SEG camuflajeado en negro y gris con una estrella en el dobladillo del cuello que si no estaba mal, sabía que significaba que era teniente.
—Hola. —murmuró él, sus ojos ámbar se fijaron en los míos, y su boca se abrió mostrando sus dientes en una amplia sonrisa.
—Hola, ahm... —murmuré ligeramente confundida.
—¿Sí? —dijo sin borrar su sonrisa— ¿En qué puedo ayudarte?
—Ah, estoy buscando al comandante Hofmann.
¿Me había equivocado de oficina?
Él abrió la boca para responder pero antes de que hablara, una chica se apareció entrando a la oficina, traía unas carpetas en sus manos.
—Disculpa el atraso, fui al baño —dijo ella mirándome y entonces colocó las carpetas encima del escritorio del señor Hofmann—. Soy la teniente Schwarz; Lindsay Schwarz, la ayudante del señor Hofmann. Me pidió que la recibiera mientras él está en reunión.
Lindsay Schwarz miró al teniente y le tendió unos papeles mientras le decía:
—Ya te puedes ir, teniente Gómez.
—Estaba atendiendo a la señorita por ti. —dijo él con una leve sonrisa mientras tomaba los papeles.
—Sí, no es primera vez que haces cosas desaliñadas Sebastián. —le regañó.
Lindsay me miró, parecía ruda, tenía él cabello en un moño alto en forma de cebolla, y no llevaba maquillaje, su rostro ligeramente contraído y una mirada filosa capaz de intimidar a las personas.
—Pase doctora Clark —me instó y yo le obedecí entrando a la oficina—, tome asiento.
Me senté.
—Doctora Clark —repitió el teniente Sebastián Gómez ampliando su sonrisa coqueta hacia mí—, ¿Me receta ibuprofeno?
Fruncí el ceño sin comprender y pregunté:
—¿Estás enfermo?
No titubeó su sonrisa y mientras sus ojos brillaban murmuró:
—No, es que desde que te vi, supe que aliviarias mis males.
Me reí ante la frase tan cliché que usó y él también se rió un poco.
—No es ese tipo de doctora —dijo Lindsay Schwarz.
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Perdición (+21)
RomansaCuando Jana, una talentosa y apasionada arqueóloga, es elegida para un proyecto de exploración por el gobierno, no imagina que esta misión cambiará su vida para siempre cuando conoce al comandante Maximilian Hoffmann; el prometido de la mejor amiga...