Capítulo 6: Mensaje equivocado

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Capítulo 6: Mensaje equivocado

Jana Clark

¿Qué tan mujeriego podía ser el comandante Hoffman para que me tocara el brazo de esa forma sabiendo que era la mejor amiga de su novia? Su respiración caliente aún la sentía detrás de mi nuca, su torso tocando mi espalda...

«Tu piel. Se pone ligeramente roja después de que la toco».

Su voz profunda y ligeramente ronca aún resonaba en mis pensamientos erizando mi piel, su frase me dejó con miles de pensamientos en la cabeza, porque me imaginé los dedos de sus manos marcando distintas partes de mi cuerpo poniéndome la piel blanca para seguidamente darle el paso al rojo ante su toque.

¿Eso era coqueteo? Es decir, se sintió intenso, pero nunca hubo palabras abiertas de doble sentido o insinuación, simplemente se sentía... Prohibido, errático, como si estuviéramos a punto de cometer una locura en el momento en que nuestras miradas se cruzaban y se profundizaban en el otro...

No, no. Nada pasaba, probablemente solo eran ideas mías, solo era nerviosismo porque era un nuevo trabajo, un nuevo comienzo, un nuevo...  jefe intenso; demasiado intenso.

Cuando llegué al hotel, me acosté en la cama mirando el techo y empecé a pensar en las cosas que tenía que llevar para la expedición, sin embargo solamente me había traído una maleta con poca ropa para este viaje donde lo aposté todo, así que ya todo estaba arreglado,   y nuevamente me encontré pensando en lo ocurrido en la sala de conferencias, la tensión que sentía estando cerca de él no era normal, como un deseo que crece lentamente, algo que me asustaba porque nunca mi vida me había sentido así, ni siquiera con Donovan.

Cerré los ojos y agité la cabeza ¿pero qué pasaba conmigo? ¿por qué seguía pensando en el comandante Hofmann? Tenía que sacarlo de mi cabeza, sería mi jefe, nada más iba a pasar.  Saqué mi teléfono para distraerme, llamaría a mi novio Donovan, cuando abrí su chat, vi que casualmente entró un mensaje suyo, lo abrí y leí que decía:

Donovan: Lo que pasó no volverá a repetirse.

Fruncí el ceño y  casi tan enseguida que lo envió lo borró, pero ya yo lo había leído y no entendía a que se refería, así que respondí:

Jana: ¿Qué ocurre?

En seguida me respondió:

Donovan: Fue equivocado, perdón, ¿cómo estás?

¿Equivocado? ¿Con quién se escribía? Él no era de escribir mucho porque siempre estaba ocupado, según él.

Jana: Ah ¿para quién era?

Vi que estaba en línea pero debía de estar en otro chat porque tardó un poco en contestar cuando dijo:

Donovan: Estoy un poco ocupado princesa, hablamos después.

Suspiré.

Jana: Te extraño mucho :(

Tardó una eternidad en responder:

Donovan: Yo también.

Tenía dos opciones creerle y olvidar el tema o insistir en que algo extraño estaba pasando nunca me había dado motivos para desconfiar... Hasta ahora con ese mensaje raro que eliminó. De repente entró una llamada, era Juliana, mordí mis labios un poco dudosa de que me dijera algo con respecto a Maximilian, por alguna razón me sentía otra vez culpable, sin embargo contesté y ella dijo:

—¿Cómo te fue? ¿Te llegó respuesta?

Al parecer Maximilian aún no le había dicho nada. Volví a respirar.

—Sí —aclaré mi garganta—, ya está misma mañana firmé el contrato.

Ella gritó emocionada casi dejándome sorda y yo sonreí un poco.

—¡Genial! ¡Tenemos que salir a celebrar!

—No tengo muchos ánimos de salir... —Dije, en este momento tenía una rara molestia pensando en el mensaje de Donovan y en el hecho de que ahora me empezaba a molestar la distancia.

—¿Es por Donovan? —supuso y ante mi silencio preguntó:— ¿Qué te dijo el inservible?

—Me envió un mensaje equivocado sospechoso. —confesé.

—¿Crees que te engaña?

—No, no lo creo es decir, es Donovan.

Él no era de ese tipo de hombres, era retraído y de hecho cuando empezamos a salir como amigos por cosas de la universidad ni siquiera sabia que yo le gustaba hasta que me asomó la posibilidad de empezar a ser algo más.

—Es hombre y todos mienten. —replicó y casi la percibí rodando los ojos.

—¿Hasta Maximilian? —me burlé un poco.

—Obviamente mi Maximilian no.

—Pero es hombre y dijiste que todos mienten.

—Él es más que un hombre corriente —replicó con ligera arrogancia—, él solo tiene ojos para mí.

Me encontré mordiendo mis labios inconscientemente sabiendo que él no era un hombre corriente pero dudando que solo tuviera ojos para ella... ¿O sí era así? Tal vez era así y yo solo estaba siendo paranoica ante la profunda intensidad que emanaba de él.

—¿Estás muy enamorada de él? —pregunté sin saber por qué me interesaba saber acerca de su relación con Maximilian si ya quería dejar de pensar en él.

—Lo dices como si estuviera ciega de amor por él —respondió pareciendo ofendida—, mira, mí palabra es ley, hay que saber jugar con este tipo de hombres, que te deseen y ser misteriosas, no tan accesibles porque o sino pierden el interés. Si él quisiera verse conmigo ahora yo le diría que no, porque no hay que estar siempre disponibles para ellos.

Quise preguntarle si estaba segura de eso, pero continuó diciendo:

—¡Vamos a salir a celebrar! ¡Salgamos!

—¿Ahora? —miré la hora en mi teléfono, eran las 8 de la noche— Ya es muy tarde y no tengo muchas ganas de salir.

—Vamos, ya te irás de viaje y no te veré por bastante tiempo otra vez —replicó—. Te espero en 10 minutos en la dirección que te enviaré. ¿Si?

Sonreí un poco, sentía que se lo debía, después de todo, ella me consiguió este trabajo. Además tal vez con esto despejaria mi mente.

—Vale...

Me colgó sin darme la posibilidad de que me arrepintiera y me envió la dirección. Yo me arreglé y salí sin saber que ella nunca iba a aparecer.

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora