Capítulo 27: Castigo, parte II

9.4K 614 203
                                    

Capítulo 27: Castigo, parte II

JANA CLARK
Continuación...

De súbito, me tomó de las muñecas y me amarró las muñecas frente a mí con la moña tan rápido que apenas reaccioné y en un simple movimiento me tomó del cabello envolviéndolo en su mano y tensándomelo hacia atrás para dejar mí cuello expuesto, jadee ante su rudeza, mi corazón latiendo frenético.

Él pasó la lengua por el medio de mis pechos desnudos subiendo hasta mi barbilla, mientras me tensaba con más fuerza el cabello entre sus dedos, la tibieza del tacto de su lengua haciendo contraste con mi piel me hizo contraer el vientre y tensar la espalda. No podía mover las manos y estar a su merced me excitaba aún más.

—Mierda... —jadee sintiendo como mí cuerpo entero temblaba, todo de mí lo sentía y necesitaba pidiendo que me liberara, ya estaba al borde del orgasmo y apenas me había tocado. Pasó la lengua por el contorno de mi barbilla y susurró a mi oído:

—Voy a disponer de tu cuerpo —mordió el lóbulo de mi oreja y yo jadee—, esta noche es mío.

Su mano subió un poco mis bragas para descubrir mí culo y me nalgueó fuerte, el pinchazo me hizo sobresaltarme, él tenía la mano pesada, gemí echandome hacia adelante.

—No puedes hablar, ni gemir, doctora Clark, no hasta que te lo permita —ordenó—. Es una orden y si desobedeces, solo empeorarás tu castigo.

—¿Qué? —susurré pestañeando un par de veces.

En un movimiento ágil, me tumbó de espaldas al asiento, gemí de la impresión cuando me abrió las piernas y se acomodó sobre mi cuerpo.

—Callada.—ordenó.

Me tomó de las muñecas atadas y las colocó sobre mi cabeza, mi pecho subía y bajaba con violencia. Se inclinó besando mi cuello de una forma posesiva al compás de su lengua recorriendo mi piel, me retorcí debajo de él, pero era casi imposible moverme, estaba bajo su dominio. Su boca bajó por mis pechos y metió a su boca primero uno, mientras que con la otra mano acariciaba el otro, su lengua formando circulos torturantes en mi pezón erecto, joder, se sentía tan rico como me besaba, nunca nadie se tomó él tiempo de excitarme y llevarme al borde como él. Él fue a mí otro pecho, para darle también cariño con su boca y seguidamente lo mordisqueó de una manera que lo sentí como un corrientazo directo en mi vientre.

—Ah... ¡Ah! —gemí, era la delgada línea entre el dolor y el placer, un dolor muy placentero.

Él alzó la cabeza hacia mí, sus ojos azules de diamante maldito profundizandose en mí, mierda, la imagen de él sobre mi cuerpo semidesnudo y mis piernas abiertas me acaloraban por completo.

—Eres una mala chica —susurró con voz ronca y muy baja—, hay que castigarte.

Me estremecí ante su amenaza, y entonces sin quitarme la mirada de encima sacó la lengua empezando a besarme desde el medio de mis pechos hacia abajo, pasando lentamente por mí abdomen, me arquee torciendo los ojos y me mordí el labio inferior para evitar gemir, pero me resultaba un trabajo casi imposible, era demasiado intenso. Él siguió descendiendo deteniéndose en mí ombligo para rozarme con su boca antes de meterme la lengua y me contraje al sentir que casi rocé mí orgasmo por esa acción.

—El ombligo está lleno de sensaciones —susurró sin alzar la vista como si le hablara a mí ombligo— ¿sabías eso doctora Clark?

No. Pero me negué a responder porque podía torturarme aún más.

Obvio que no porque nadie nunca me tocó como él lo estaba haciendo. Pero ya me daba cuenta.

—Podría darte un orgasmo desde tu ombligo —susurró—, pero estoy impaciente por probar tu sexo.

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora