Capítulo 20: Deseos reprimidos

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Capítulo dedicado a: Gnsisgene


Capítulo 20: Deseos reprimidos


Maximilian Hofmann

Ella entró.

Ese dulce olor a vainilla desprendía de su cabello y lo sentí directo en mi entrepierna. No tuve que alzar la vista para comprobarlo, tenerla cerca; su puta presencia me hacía estar fuera de mí, me desconcentraba.

Vi por mi vista periférica que ella se quedó parada en la entrada notando probablemente que no estaba solo, sino que estaba con la coronel Indira Merchan quien me hablaba en alemán mientras escribía en su computadora, un lenguaje que para mi no me era indiferente, mi padre era alemán y desde niño prácticamente me obligó a hablarle en su idioma, la coronel fue trasladada en respaldo a esta sede y aunque hablaba bien el inglés, ella prefería mantenerse al margen de todos. Ante la salida que tendríamos por la mañana, estábamos muy estresados culminando detalles de la expedición. No debía de tener tiempo para anteponer mis deseos, pero mí cuerpo reaccionaba sin hacerle caso a mí mente.

Saqué unos papeles de una carpeta de mala gana y alcé la vista hacia la doctora Clark que me miraba ligeramente confusa, verla me hacía recordar que no era cosa de mi mente, ella era malditamente preciosa a mis ojos aumentando mis ganas, esos jodidos ojos verdes empezaban a ser mi perdición.

—Cierra la puerta y toma asiento —gruñí, ella me obedeció tomando asiento en la silla frente a mí en el escritorio.

Llevaba una simple franela negra pero la forma en la que su camisa se le ajustaba a la curvatura de sus pechos, me hacía recordar lo bien que se sentían en mi mano y en sus gemidos al borde de perder la cordura por mi. Se suponía que debía mantener la distancia, se suponía que ella debía de venir a mí, pero mantener mis ojos lejos de ella no era opción desde que vi como parecía darle igual y que prefería que yo me mantuviera lejos de ella.

Ella se sentó frente a mí, evitando mi mirada, la puta cremallera se me seguía ajustando pidiendo liberación, tenía que concentrarme en estos papeles, pero el sonido de sus gemidos se repetían en mi cabeza, de esa tienda y ella debajo de mí.

«Maldición»

Aclaré mi garganta, pensar en eso solo empeoraba mí situación y me jodia la cabeza.

—Necesito que revises esta ruta principal y dime si coincide con los datos que has traducido. —Le dije a Jana probablemente demostrando en mí voz mí amargura, ella empezó a hacer lo que le indiqué sin protestar.

«Oh, baby, si fueras así en la cama, si fueras obediente a mis deseos... yo podría enseñarte a obedecer»

Intenté enfocarme en lo que hacía; en la pila de papeles frente a mí, pero ahora era muy consciente de ella frente a mí. Nunca, ninguna mujer se me hizo tan difícil, nunca fue tan complicado como ahora. Ella me rechazaba e imponía un muro entre los dos.

¿Qué tenía su puto novio de especial? Nada, yo era mejor que él o cualquier tipo que pudiera acercarse, pero ella era correcta, ella "lo amaba" Pero yo sabía que eso no era amor, no podía ser amor si ella decidió dudar unos segundos en la carpa conmigo y casi ceder a sus deseos, solo tenía que insistir un poco más, tener paciencia, pero la verdad es que ella me estaba volviendo loco, por probar su sexo y hacerla gritar mí nombre.

«Ya basta, joder»

La calentura solo me ponía de peor humor, yo no era alguien que le hiciera falta el sexo, no hasta ahora que lo que deseaba fuera tan difícil de obtener.

Antes de conocer a Jana, Juliana me había contado que su desafortunada amiga "obesa" y "nerd" no encontraba trabajo y por eso la quería ayudar postulandola para este empleo, pero, evidentemente tenían mucho tiempo sin verse porque Jana no era nada de lo que Juliana dijo, era de hecho muy inteligente y eso me intrigaba más que su evidente belleza física, su ceño ligeramente fruncido en concentración y sacó unas gafas cuadradas de su bolsillo para colocarselas y ver mejor, su rostro cambió a uno más serio y... Sexy, ¿Desde cuando me gustaban las nerds cuatro ojos?

Maldición, me había quedado mirando a Jana sin ni siquiera darme cuenta, me forcé a bajar la vista a las malditas hojas.

Noté que la comandante Indira la miró sin disimulo antes de continuar su trabajo en la computadora y dijo en alemán:

—¿Esta chica de donde salió? ¿De una competencia de matemáticas de nerds?

Por alguna razón me sentía ahora colérico.  No quería que se metiera con ella, sabía que Indira estaba celosa, desde que nos volvimos a ver ella creía que retomariamos lo que pasó entre nostros hace años, solo una aventura de una noche que ella se encargó de divulgar y que a mí no me pareció la gran cosa, además de que gritaba demasiado. Odiaba a las mujeres escandalosas y chillonas.

—No te metas con la doctora. —repliqué en alemán.

Dudé en si Jana era capaz de entendernos.

—¿Defiendes a alguien tan insípida como ella? —replicó Indira.

—Hay algo que se llama respeto —dije ya colérico—, pero entiendo que tú no lo sepas, así como ni siquiera sabes hacer planificaciones.

Indira apretó la quijada y no dijo nada más, miré a la doctora Clark, ella estaba viendo la hoja de manera indiferente, parecía estar acostumbrada a meterse y enfocarse en su trabajo sin prestar atención a lo que estaba a su alrededor.

Encendí mi tablet para revisar los permisos aprobados, cuando de repente la doctora Clark se inclinó hacia adelante con completa concentración y me enseñó la hoja captando mi atención por completo al ver cómo sus lentes se rodaron hacia la punta de su nariz haciéndola ver mucho más sexy, una imagen de ella arrodillada frente a mí metiendose mi polla hasta la garganta me hizo acomodarme mejor en mi asiento.

—Aquí hay algunas observaciones —comentó ella y tomó un lapicero para escribirlo sobre el papel—, pero la ruta es la indicada.

Tomé la hoja revisando sus observaciones intentando ignorar el maldito dolor de bolas que ya me tenía por el simple hecho de escuchar el tono de su voz y ver cómo se relamía los labios de manera distraída.

—Perfecto —dije sin volver a mirarla—, impecable.

Indira empezó a murmurar algo entre dientes pareciendo celosa de que estuviera hablando con Jana y le dije en alemán:

—Deja de gruñir y enfocate en trabajar que ni para eso sirves. Es mejor que te vayas de la oficina antes de que te dé de baja, ya me tienes obstinado.

Indira enfureció, cerró la computadora de golpe en un ruido seco y soltando un suspiro obstinado, se fue de la oficina cerrando la puerta de un golpe, dejándome a solas con Jana. Por fin.
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Hoy dos capítulos :3 pero recuerden votaaarrr *-*

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora