Capítulo 16: Lluvia tormentosa

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Capítulo 16: Lluvia tormentosa

MAXIMILIAN HOFMANN

Me senté en la tierra escuchando los relámpagos atormentar el cielo mientras las cenizas se esparcian en el ambiente. Esos hijo de puta que nos habían amenazado antes habían vuelto, primero una advertencia, ahora una realidad por meternos en 'su territorio', lo supe en cuanto llegaron en esa camioneta que no nos dejarían ir tan fácilmente, mucho menos ahora que habíamos respondido, era como una guerra jurada a partir de hoy.

Fruncí el ceño y voltee observando a Jana en el suelo completamente inconsciente, me acerqué y vi sangre en su rostro, la revisé a ver de donde venía la herida pero me di cuenta que esa sangre no era suya, para mi alivio, sin embargo tenía un ligero tumulto en la frente, de seguro que de un mal golpe. Aun respiraba con normalidad, así que pronto despertaría.

—Doctora Clark —la moví un poco— hey...

Ella no se inmutó, apenas movió la boca Balbuceando algo y luego abrió la boca para roncar. Me pareció de lo más gracioso, y aunque no lo admitiera me sorprendían mucho las agallas que tenía esta mujer, no dudó ni un segundo en ayudarme cuando disparó a aquel hombre ni tampoco cuando irrumpió para hablar en árabe con los terroristas. Ella no esperaba a que la protegieran ni huía como una cobarde en busca de ayuda, ella misma solucionaba y eso me dejaba muy asombrado y era mucho decir, yo no era alguien fácil de sorprender.

De repente empezó a llover con más fuerza.

—Joder. —dije entre dientes y miré alrededor unos empaques estaban muy cerca de mí, los tomé eran dos carpas que probablemente habían llegado también por la explosión.

Instalé una rápidamente y cargué a la doctora Clark para que dejara de mojarse, me quité mi camisa empapada y pasé una mano por mi cabello húmedo cuando de repente ella se movió un poco y entonces abrió los ojos lentamente, miró alrededor y luego me miró a mí.

—Estamos vivos —Murmuró con voz ronca.

—Eso parece —susurré—, la misión se ha tornado un poco más peligrosa de lo previsto.

Habíamos tenido operaciones con mafias, peligrosos politicos, pero, esto era diferente, estos terroristas nos atacaron sin más razón que su extorsión y reclamo de territorio.

—Ya me di cuenta —comentó y se sentó un poco, el escote de su camisa se había abierto y podía ver el asomo de sus pechos redondos, la polla se me tensó pero le eché la culpa a la adrenalina del momento, porque nunca me había excitado por solo imaginar los pechos de una mujer.

Ella alzó la vista hacia mi y cambié la vista de su escote a su rostro para comentar cambiando el tema:

—Tienes sangre en el rostro.

—Tu también. —dijo y entonces tomando mi camisa húmeda de mis manos, se inclinó para limpiarme, en el escaso espacio me quedé paralizado y tenso cuando se acercó. Sentí mi garganta reseca y que mi cremallera iba a explotar de lo dura que me la había puesto solo por su maldita cercanía.

Le sujeté la muñeca, ella me miró algo intrigada y yo le dije:

—¿Por qué pareces preocuparte tanto por mí?

Ella pareció algo confusa.

—¿Qué?

—Le disparaste a ese sujeto y estoy seguro que nunca le has disparado a nadie en tu vida.

Sus mejillas se colocaron un poco.

—Te vi en problemas y solo quise ayudarte —dijo—, además, le prometí a Juliana que te cuidaria.

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora