Capítulo 26: Castigo, Parte I

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Capítulo dedicado a: la-manada

Capítulo 26: Castigo, Parte I

JANA CLARK

«Esto es una locura» Me lo repetía una y otra vez mientras me montaba en el auto del mandón, obstinante, tóxico y caliente comandante del ejército Maximilian Hofmann que me tenía la mente nublada con los deseos prohibidos y su insistencia de técnicas perversas de seducción. Esto era incorrecto, él era el novio... bueno, el ex de mi mejor amiga, la que me consiguió este trabajo en primer lugar y por otro lado estaba mi novio con el que tenía planeado formar un hogar.

«Prohibido sobrepensar, tu decidiste subir al auto con el tóxico caliente»

Solo sería una vez, una aventura de una noche donde podía echarle la culpa al alcohol y nadie tendría que saberlo, esto sería como si nunca hubiera pasado porque solo quedaría entre nosotros. Y no iba a mentir, quería esto, quería perder la cabeza por primera vez en mi vida, siempre fui correcta, siempre fui un ejemplo, por eso estaba más que segura que nadie creería que hice algo tan nefasto como esto. Nunca.

Podía cometer el peor de los pecados, pero por mi historial limpio, nadie creería la magnitud de mis malas decisiones.

Él se subió al lado del piloto y arrancó el auto con rapidez derrapando por la calle, sonaba suave una melodía que vi en pantalla del estereo que se llamaba Ride de Chris Grey, la letra me parecía irónica porque yo estaba en un auto y tomé una coleta para hacerme un moño alto al sentir de repente demasiado calor.

Estaba inquieta y aun más cuando me vino un pensamiento de los comentarios de los muchachos en el bar, que el comandante Hofmann estuvo con la coronel Indira.

«No preguntes, eso no te importa».

Pero entonces, pensaba en ella tocando su brazo en el bar y la manera en la que estaba en la oficina con él; cerca. No pude aguantar mi lengua, estaba actuando de manera más impulsiva de lo normal.

—¿Estuviste con ella? —solté sin poder contenerme rompiendo el silencio que se extendía entre los dos.

«¿Por qué lo dije? Joder, bueno, a la mierda, lo hecho, hecho estaba»

Él fijó sus ojos azules en mí, en la tenue oscuridad lucía más atrayente, más peligroso y el calor en mí incrementaba, su ceño se frunció ligeramente como si no supiera de lo que yo estaba hablando y yo aclaré diciendo:

—¿Follaste con la coronel Indira Merchan para quitarte las ganas que me tenías?

Él pareció comprender mi pregunta y volvió a mirar al frente con una sonrisa entretenida bailando en su boca.

—No. Ella ya no me interesa.

Uhm.

—Los tenientes dijeron que escucharon un gran desorden en la oficina —insistí—, quiero saber si es cierto, no voy a molestarme, solo quiero saber con quién me estoy metiendo.

Quería saber si era verdad, si este hombre era un mujeriego descontrolado que tenía la necesidad de follarse a cualquiera en cuanto tuviera la oportunidad las 24 horas del día.

—¿Crees que estaría con ella unas horas antes y luego iría contigo? —alzó una ceja pareciendo ahora ligeramente serio— ¿Por quién me tomas?

Uhm, no me respondió la pregunta.

—Por un mujeriego que busca cualquier hueco donde meter la polla.  —solté sin filtros sintiéndome de pronto con rabia de que yo fuera una más del montón.

Perdición (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora