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Aquellas últimas cuatro palabras le hicieron reaccionar. Fueron como un jarro de agua fría, era la primera vez que su hijo lo llamaba por su nombre con ese tono asustado de voz. Tiró de autocontrol. Sé dijo a sí mismo que Win no era una mujerzuela mucho menos un scort. Jamás se perdonaría que Win le tuviese miedo y, en cambio, ahí estaba mirándole con los ojos vidriosos a punto de entrar en pánico. Se apartó de Win como si le quemara.

-   Disculpa. No volverá a pasar.

-  ¡Claro que no volverá a pasar, psicópata!, ¡Estás enfermo! –exclamó Si molesta entrando en modo de contraataque–. No puedes evitar que hable con la gente o que me lleve con Dew. Vas a controlar tus putos celos o tendremos un problema. Yo no soy una puta a la que puedas tratar así ¡¿Si?! Soy más que tú novio, y me vas a respetar como tal. Ahora vas a quitarle el seguro a la puerta y hablaremos como dos personas civilizadas.

Bright la miró estupefacto y regañadientes quitó el seguro, se podía ver la vena de su cuello tensa por el enfado que tenía.

-   No tengo problemas con que seas posesivo. Es más, me gusta que lo seas, pero no consentiré este tipo de inseguridades.

-    No dudo de ti; no me fío de los hombres, eso es todo. Tú no entiendes lo que tengo que padecer cada puto día, estás lejos de mí. Eres hermoso, te acechan sin que te des cuenta, te desnudan con la mirada. No puedo cuidarte si no estoy a tu lado.

-   Lo tuyo es patológico. No se puede razonar contigo -espetó frustrado-. Eres un testarudo.

-    Me da pavor perderte -confesó en un hilo de voz.

-   No me iré, papi tonto. Casi nos atropellas.

-     Perdí el norte al verte cerca de ese hijo de puta.

-     Ambos decidimos que esa noche nunca pasó y por lo que a mí concierne mi primera vez fue en el parking de la playa contigo.

-   Lo mejor será que te cambies de universidad para que no te juntes con él - sentenció Bright, cegado por los celos-. Mañana me pondré a ello. Buscaré la forma de correr con los gastos para que el imbécil de tu abuelo no sospeche nada. Una beca… o algo así…

-  ¡¿Que me cambie de universidad porque has tenido un ataque de celos?!

-  Sí. A una privada. No habrá problemas, mi bufete representa a las mejores de la zona…

-   ¡Tú deliras! ¡Vete a la mierda! - gritó Win saliendo airada del coche-. ¡A LA MIERDA! ¿Lo entiendes? ¡Házte mirar, estás loco! ¡LOCO!

El portazo que dio estuvo a punto de desencajar la puerta del lujoso vehículo italiano para luego correr en dirección a ninguna parte.

Bright no salía de su asombro. Según su criterio había actuado correctamente, no había nada en su forma de actuar que no tuviera lógica. En su trabajo, cuando detectaba un posible problema, lo atajaba de raíz de la forma más rápida, minimizando los daños y con la mayor discreción posible. Para Bright el origen de sus celos era la coincidencia en el tiempo y en el espacio de Win con el hijo de puta con quién había tenido su primera vez. Muy a su pesar, y aunque había contemplado esa posibilidad, no podía hacerlo desaparecer de la faz de la tierra, así que el siguiente paso lógico era sacar a Win de su alcance, tejer alrededor de él una burbuja, convertirlo en una especie de testigo protegido. Obviamente era lo mejor, no alcanzaba a entender cómo el terco de Win no opinaba lo mismo. No había fisuras en su razonamiento. Win era un chico inteligente, él le haría ver lo equivocado que estaba.

Los siguientes días tras su primera discusión importante ambos actuaron en concordancia a su personalidad. Win como un chico prepotente que decidió ignorar la incontable cantidad de llamadas y mensajes de su pareja y Brigth rayando el acoso. Francamente, ninguno llevaba bien el distanciamiento, pero eran madera cortada del mismo árbol; tercos y orgullosos. Dar su brazo a torcer no entraba en los planes de ninguno de los dos. Al tercer día el abogado optó por dejar el asedio. Le daría unos cuantos días y luego se plantaría frente a la universidad de Win, se lo llevaría y lo follaría salvajemente, con la misma intensidad que cuando Win le pedía que lo usara.

Por su parte Win lo llevaba mucho peor que su amado letrado. Resuelta a darle una lección que nunca olvidase para futuros acontecimientos se guardó las ansías locas de contestar a sus llamadas. Claro que le alarmó cuando se detuvo, pero conocía muy bien a su hombre, Bright nunca lo dejaría; solo había armado una nueva estrategia para litigar entre ambos. Debía ser más listo, mantenerse firme y no ceder.

Lamentablemente, esa circunstancia solo resultó la punta del iceberg para Win esa fatídica semana de principios de verano. Sus encuentros con Bright no pasaron desapercibidos para el hijo de puta de abuelo que no dejaba de preguntarle una y otra vez con quién pasaba el tiempo. Incluso había tenido la sensación alguna vez que lo seguían. El resentimiento que anidaba hacia ese nefasto individuo crecía exponencialmente con cada maltrato al cual se veía sometido. Lo más alarmante, y que aún se guardaba para sí, eran las actitudes que nunca había notado y que siempre estuvieron allí. Antes era un chico inocente y, aunque seguía siendo joven, a diario iba adquiriendo de su amante el conocimiento de la maldad camuflada del resto del mundo.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora