16.

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Sus rodillas descansaron en la suave alfombra, justo en medio de las piernas de Bright. Sus ágiles manos manejaron con soltura el cinturón, ya desde su primer encuentro sexual en el coche había demostrado bastante habilidad en el asunto de bajar esa bragueta. A Win también le gustaba desnudarlo y recrearse la vista. Las puntas de sus dedos se pasearon sobre la tela que aprisionaba a su juguete favorito. Le dio una lamida sobre la tela, provocándole, a Bright no le iba bien contenerse y menos cuando Win le daba una mamada. Follar su boca era un vicio para ambos.

Con esas manos y un poco de su colaboración le bajó los pantalones, se deshizo de los zapatos y lo instó a quitarlos del todo; todavía no estaba muy convencido de que nadie iba a interrumpirlos.  Bright lo miraba extasiado, no tenía muy claro de qué iba a hacer su pequeño, pero decidió seguirle la corriente. Win tenía una mente muy activa e imaginativa, seguro que todo aquello iba a tener un final feliz para él… de un modo u otro.

Con su polla erguida cual asta, le costaba lo propio no follar su tierna boca. Pero sabía que Win estaba un poco incómodo con la vestimenta así que optaría por ser un buen padre y dejarlo hacer.

– Tú déjame a mí, ¿Si?

– ¿Qué tienes en mente?

– Calla… me rompes la concentración. Y como me interrumpas no te dejare follarme–lo amenazó.

Bright obedeció, sabía que Win era de armas tomar. Cumplía siempre sus amenazas y a él no le gustaba esa perspectiva.

– Bien… tú mandas, amor. Soy todo tuyo.

– Eso es evidente –soltó una risita.

Win cogió el mástil con una de sus manos, desde la misma base. Ya tenía la suficiente práctica como para saber que lo aconsejable era comenzar a masturbarlo con suavidad cuando se lo introducía en la boca. De rodillas, su lengua jugaba con la punta del miembro viril, recogiendo las gotitas del pre seminal que brotaban de la punta. Apretaba lo justo para sentir las venas de aquel miembro, el pulso del Bright en las yemas de sus dedos. Introdujo en su boca poco más de la mitad de su polla, y dio marcha atrás.

– ¡Eh! –protestó él al sentirse desatendido

_ ¡Cállate de una vez! Tú aquí no tienes ni voz ni voto. Esto es algo entre el y yo.

– ¡Ufff! Me rindo. Haz lo que te dé la gana.

Win rió antes de atender a su objetivo, nuevamente comenzó a lamer, pero más abajo… un gruñido emergió de la boca del abogado y comenzó a chuparlo con maestría. A Bright la perspectiva se le hizo muy erótica. Win, entregado a la causa, parecía lamer de gusto.

A Bright se le escaparon varios gemidos mientras la traviesa lengua de Win iba y venía a lo largo de su miembro. A fuerza de practicar había mejorado mucho desde la primera mamada en el hotel. Ante todo, le maravillaba su afán por aprender y las ganas que le ponía a todo, especialmente a lo relativo al sexo. Win siguió arrodillado y, con el miembro viril de su papi en la boca, intercambió con él una mirada pícara, cargada de malicia.

Tras quedar satisfecho, su boca devoró cada centímetro de la verga sin concesiones. Meterla hasta el fondo aún le provocaba alguna que otra molestia, pero su determinación era firme: no se iba a detener ni, aunque le sobreviniese una traicionera arcada.

Bright posó una de sus manos sobre la cabeza de Win solo para acariciarle el cabello. Win había entrado en modo posesivo y, por lo visto, necesitaba marcar territorio y eso se estaba traduciendo en una mamada antológica: lúbrica, salvaje…, casi obscena. Bright era un animal vestido de traje de Armani, los sonidos guturales no dejaban de salir de su garganta.

– ¡Sale! –logró articular a duras penas–. ¡Joder!

La leche salió a borbotones, y Win, preparado tras el aviso. Tensó su cuerpo, se estremeció, inclusive alguna que otra lágrima involuntaria brotó de sus ojos pero no dejó que ni una gota de néctar se escapase y cayese en el piso. Aguantó como un experto durante toda la descarga mientras los chorros chocaban contra su paladar. Al separarse del miembro, una apenas imperceptible hebra de semen lo unía a sus labios. Vicioso y sensual, todavía de rodillas  miró a Bright fijamente, esperando una orden que sin duda iba a llegar.

– Eres increíble, mi vida.

Bright lo miraba como si fuese la personificacion de la belleza y eso le llenaba de satisfacción y de lujuria.

_ Me vas a volver loco –sentenció derrumbándose sobre el sofá, acogiéndolo en su regazo. Odiaba cuando alguna tela se interponía entre ellos.

– Compórtate papi –le dio un suave manotazo cuando intentó meter la mano en busca de sus pezones. Llegaremos tarde al cine...

– Podemos ver la película otro día, quiero follarte en mi escritorio. Quiero tu olor en él y recordar cómo te hice mío en este sitio.

– No, hasta esta semana estará en salas. Así que serás un buen papi y me llevarás al cine –soltó un gritito cuándo por fin logro alcanzar su objetivo.

– ¡Papi tonto...!

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora