Bright abrió en primer lugar la puerta del copiloto, se desprendió de la casaca colocándola con sumo cuidado sobre el asiento. Win tragó con dificultad, echó una mirada alrededor del estacionamiento. Ni un alma y, sin embargo, ahí estaba el morbo de estar en un sitio público con el hombre de sus sueños haciendo cosas indebidas.
— "¡Estás mal!" —murmuró él para sí sin ser capaz de dar media vuelta como dictaba su cabeza.
La humedad de su miembro narcotizó su mala conciencia. Subió al vehículo y el silencio pareció reinar entre ambos sentados uno junto al otro.
—Impresionante coche —solo atinó a decir protegiendo su cuerpo con su skate—. ¿Hombre de negocios?
—Abogado.
—Ah, abogado. Mi abuelo dice que el mejor merece estar colgado y eso que es uno de los tuyos.
Bright soltó una risotada y se inclinó hacia él, le arrancó el skate colocándolo en el asiento del copiloto, junto a su casaca. Sabía que debía mostrarse ante él seguro, dominante; sacarlo constantemente de su zona de confort.
— Tu abuelo es un tipo inteligente. Estoy totalmente de acuerdo con él. No somos de fiar...
Win, despojado de su escudo, se estremeció con el adulto invadiendo su espacio vital. Acostumbrado a lidiar con chicos de su edad se sintió infinitamente pequeño al lado de un hombre de verdad. Su cuerpo se tensó, sus ojos no dejaban de seguir aquellas manos en su ir y venir, intentando anticipar sus movimientos. Unas manos firmes, cuidadas; verdaderos tentáculos que se aproximaban a él amenazadores y luego se alejaban provocándole frustración.
Win temió que, aprovechando su más que evidente superioridad física, le arrancase la ropa ahí mismo, para después violarlo salvajemente sobre el lujoso cuero del vehículo importado, estrangularlo fríamente para finalmente echar sus despojos al río. Paradójicamente también pensó que, al verlo de cerca, lo echaría de allí sin ni siquiera besarlo. Ambas situaciones le angustiaban.
Win meneó la cabeza intentando de este modo desterrar sus malos pensamientos y en lugar de huir como pedía a gritos su cerebro permaneció quieto, clavándose las uñas discretamente en la palma de la mano para, a través del dolor, ahuyentar sus demonios y ocultar su inexperiencia en aquel tipo de situaciones.
—Eres un pequeño ángel —susurró Bright acariciando el rostro de su hijo.
Tal vez frase estuviera sacada de alguna de las novelas que había leído para enamorarlo, aunque le era imposible dejar de mirarlo, había superado en belleza a su madre, era una delicia de chico. Tan frágil, tan adorable y a la vez sensual y deseable. Su polla dio un respingo, disfrutaría tanto entrando en él.
Al sentir el roce en su piel el vello del chico se erizó y por mucho que lo intentó, no pudo evitar retorcerse de forma nerviosa en su asiento.
Bright se inclinó, sujetando el mentón de su hijo, pudo notar su respiración acelerada. Respiró profundamente, su nariz se embriagó del aroma de miedo, sudor y deseo de su hijo. Su pene se tornó duro, tenía que controlar sus impulsos para no asustarlo, tenía que andarse con cuidado. No era el momento para desatar al lobo.
— Yo... yo no suelo hacer esto —balbuceó Win intentando mal que bien templar sus nervios sobrepasada por los acontecimientos —, me refiero a que no soy de esos que lo hacen con todo el mundo, es la primera vez que...
El adulto atrapó la joven boca entre la suya, al principio suavemente y fue subiendo la intensidad hasta que Win cedió, una torpe lengua buscando corresponder la intensidad de sus emociones.
Win retrocedió ante el ímpetu de su amante, cayendo de espaldas sobre el enorme asiento trasero del todoterreno. Su mente bullía en sensaciones contradictorias mientras se dejaba hacer. Su pasividad se debía al calor que se extendía por su entrepierna y a sus ganas de rebelarse ante las expectativas de los demás. Nunca había estado tan mojado sin tocamiento previo, quizás aquella lengua experta que buscaba a la suya dejándolo sin aliento tenía mucha culpa de eso.
—¿Todo bien? —preguntó Bright dando un respiro al joven, viendo cómo se removía en el asiento y con un hilito adorable de saliva cayendo por la comisura de sus labios.
— Es que... es mi primer beso... no te conozco de nada, tienes la edad para ser mi padre... y ...
No pudo continuar, unos labios volvieron a soldarse a los suyos, cortando de raíz la explicación no solicitada.Win se estremeció en el asiento, se estaba derritiendo por dentro con aquel enorme cuerpo sobre el suyo.
El segundo beso fue incluso mejor que el primero. Los movimientos de la lengua que rozaban la suya ya no le parecieron tan asfixiantes sino más bien adictivos y muy excitantes. Aprendió rápidamente a respirar sin dejar de saborear las babas de su instructor, a gozar de la lengua que la llenaba, a disfrutar de esos labios que, de vez en cuando, tiraban de los suyos con suavidad.
— ¿Decías algo? —dijo Bright tras el segundo asalto, acomodando su erección sin disimular lo más mínimo, quería que Win notara el efecto que tenía sobre su cuerpo. Sabía que eso lo confundiría y excitaría a partes iguales.
— No, no... nada... que sigas...
Esta vez fue el propio Win el que prácticamente se abalanzó contra él y lo atrajo hacia sí agarrándolo de la corbata. Quería más de lo que él le daba y que con tanto gusto disfrutaba.
Win notó los músculos del hombre bajo la camisa, tensionados y duros, aunque no tanto como la prominencia que presentaba en la entrepierna, presionando la cara superior de su muslo. Ciertamente le inquietaba la presencia del miembro viril del maduro tan próximo a su él. Asustado, intentó zafarse pensando que, de este modo, Bright se conformaría sólo con besarla, pero, al moverse, consiguió el efecto contrario: que el generoso pene de Mikel y su propia erección sólo les separasen unas estúpidas, molestas y húmedas prendas. Sintió una opresión en su entrepierna que en un primer momento lo paralizó para luego volverle loco. Tanto es así que su propia cadera fue el que, siguiendo su criterio, empezó a moverse por sí sola. Entre una nube de besos buscó el bulto de su amante y se frotó como si su vida dependiese de ello, sin pensar en nada más que en calmar su calentura.
No podía detenerse, no podía dejar de besarlo, respiraba entrecortadamente tragando la saliva de ambos en un erótico intercambio de lenguas. Bright se separó solo un poco para contemplar su rostro prendido, sus mejillas parecían arder. Incluso pudo sentir el aliento de su hijo sobre sus labios, le dedicó una sonrisa que lo tomó por sorpresa, quería morirse de la vergüenza. Sin embargo, no retiró sus manos que se colgaban del cuello del abogado.
Win no podía parar, su cuerpo le exigía más. Desvió la mirada, prácticamente follándose a sí mismo contra el miembro de aquel hombre desconocido. El movimiento era repetitivo y lo conocía muy bien.
Un gritito salió de la boca de Win, abrió mucho los labios, haciendo que el aire llenase sus pulmones sin dejar de frotarse un solo instante. Buscó su propio placer sin ser consciente de lo que sus movimientos pélvicos podrían provocar en el miembro viril de su acompañante.
Bright la contemplaba idiotizado, mezclando en su mente sensaciones nuevas con viejos recuerdos. Los gemidos de Win eran más tiernos que los de ex novia, eran más... sexys y espontáneos. Cada jadeo que resonaba en el coche era una explosión de lujuria que asemejaban a madre e hijo en su cabeza. Le encantó ver a su chico con el rostro desencajado por el placer, los ojitos entrecerrados y los labios abiertos. Quería arrancarle la ropa y follárselo muy duro, llenarlo de ese modo reclamarlo como suyo, pero se contuvo, todavía tenía que trabajarla un poco más, ya tendría él tiempo de saciar su sed de carne con su menudo y sensual cuerpo.

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Pasión Prohibida
FanficHistoria BrightWin. El abogado Chivaaree acaba de descubrir la existencia de un supuesto hijo del cual no tenía conocimiento. Es asi que decide buscarlo y termina impactado por su atractivo comenzando a sentir atracción. Se verá envuelto en un confl...