Pasión Prohibida

40.

Muy a su pesar, Win cada vez tenía más claro que iba a ser necesario llegar hasta el final con su abuelo, romper su juramento, sumergirse en el lodo y darlo todo. Sin embargo, algo le dio cierta esperanza, tal vez había una forma de dejarlo satisfecho sin tener que traicionar el vínculo más sagrado que tenía con Bright.

Decidió jugar fuerte y el baile más o menos se transformó en una sucesión de movimientos cada vez más sensuales y explícitos.

El viejo se removía cada vez más inquieto en su asiento, carraspeando y salivando considerablemente, con los ojos fijos en Win. Su verga se reivindicaba de nuevo y no iba a hacer nada malo, simplemente tomar lo que era suyo.

Win se acercó cuando la mano de su abuelo se posó sobre su culo y el viejo se incorporó, empujándolo contra el escritorio supo que el momento había llegado. Una amalgama de sensaciones, se agolparon en su interior al escuchar de nuevo el sonido de una cremallera. Más que miedo, sentía la más pura repulsión hacia sí mismo. Su respiración se aceleró, internamente gritaba, luchando por contener sus lágrimas, no le daría el gusto de verlo llorar, sabía que debía continuar con su papel:

-   ¡No… no me hagas daño!

-  Tranquilo- repuso él riéndose para sus adentros.

Su mano acarició con malicia el muslo de Win abriéndolo para observar su objetivo con mayor nitidez.  Win nunca había sentido una sensación tan desagradable porque su corazón parecía librar una contienda con su caja torácica, como si quisiera salirse y no volver a habitar ese cuerpo.

-  Te gusta, ¿eh?

Win se limitó a asentir, no quería que su tono de voz lo traicione ni escuchar su propia mentira.

El viejo lo obligó a hacer un oral  fueron unos momentos de lucha pero al final el viejo terminó por correrse . El oral fue breve, la excitación era mucha; en pocos minutos la veterana verga expulsó todo lo que llevaba dentro.

-  ¡Eres tan puta como tu madre! -Bramó una vez satisfecho y salió dejando a Win vomitando en el piso.

La noche había sido fantástica para el viejo pero ya no era joven y carecía del vigor suficiente para continuar. Cuando paso el tiempo y al ver que su abuelo no regresaba Win se armó de valor  y salió caminó en puntillas, hasta ver al viejo roncando, la botella de whisky destapada era indicio de que el viejo se había tomado al menos un par de copas y aunado al esfuerzo físico, dormía como un tronco. Le llevó un par de minutos, unas cuantas maldiciones y el terror anidado en sus dedos al poder arrancarle la llave del cuello.

Las piernas le temblaban cuando se detuvo en frente de la puerta, esa puerta prohibida, desde que tenía uso de razón estaba cerrada. Nunca lo había visto abierta, por obvios motivos el viejo no se atrevía a abrirla en presencia de terceros. Hubo un antes y un después en su vida al atravesar el dintel de aquella cámara de los horrores.

La estancia encajaba con lo descrito en el diario de su madre.. Era como si el tiempo se hubiese detenido allí adentro.