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Win soltó el diario como si quemara, cada fibra de su cuerpo se debatía entre el miedo, el asco y una desconocida sed de venganza. Miró el reloj de la pared; 3:12. Con cuidado regresó el diario a su escondite. Sabía que en sus manos tenía el arma definitiva para destruir a su abuelo. Si no sé apresuraba, corría el riesgo de terminar igual que su madre.

Salió de la biblioteca casi en puntillas, dónde encontró a su abuelo completamente noqueado, roncando en medio de la alfombra de la sala. Tenía la camisa medio abierta y confirmó lo que Min relataba: de su cuello colgaba una llave.

Su primer instinto fue agarrar la pieza metálica y abalanzarse hacia la puerta cerrada del despacho, cargar el ordenador y salir de allí huyendo hacia la comisaría más próxima. Pronto desestimó esa alternativa: dada la postura en la que quedó su abuelo era inviable tomar la llave sin que este se despertase y, si esto sucedía, todo lo demás carecía de importancia. Pese a la diferencia de edad la ventaja física del viejo era evidente, ni aun borracho podría zafarse de él. Si ya había matado una vez probablemente sería capaz de volver a hacerlo para preservar su secreto más repulsivo.

Win optó por ser prudente y dejarlo para una mejor ocasión. Estaba tan traumado por lo leído en el diario de su madre que no podía pensar con claridad.  Se encerró en su cuarto y trató de serenarse. Después cogió su ordenador y escribió un correo electrónico, programando su envío para un mes. No pensaba quedarse de brazos cruzados, este serviría como prueba incriminatoria si algo llegaba a suceder. Lo programó a todos sus contactos, tendiendo a la tecnología de su lado al menos si algo le pasaba.

-  No sé cómo, pero te prometo que conseguire esos vídeos -le dijo a la foto que tenía al lado de su cama, de su madre con él en brazos-. Destruiré al abuelo así sea lo último que haga -espetó con determinación-. Te lo juro, mamá.

Una de las cosas que más disfrutaba Bright Chivaaree era tener a Win desnuda en su cama. Su delicada piel destacaba sobre las sábanas oscuras. Y su ego masculino se hinchaba al verlo ronroneando por sus caricias. Win descansaba boca abajo, mientras su mano se paseaba por su espalda, bajando hasta sus muslos.

-   He hablado con la detective privado -murmuro Bright. El viejo es un hijo de puta con una neurona funcional Pero se ha encargado de cubrir muy bien su rastro todos estos años. Me desespera un poco no encontrar un hilo del cual tirar para hundirlo.

-   ¿Y… si lo encuentras… puedes acabar con él? - Win le pregunto

-   Tiene que ser algo contundente, de serlo no tendría escapatoria. He afianzado las amistades con las personas poderosas para que no pueda librarse.

- Da… daremos con algo, siempre hay un talón de Aquiles -susurró Win pensando en la habitación cerrada en su casa. Luego veremos qué podemos hacer

-  Tienes razón. No perdamos el tiempo pensando en ese cabrón -gruñó Bright.

Muy motivado por los tocamientos previos elevó las caderas, Bright gruñó antes de acomodarse para follarlo

-   Tranquilo, mi amor -le parecía tan tierno y a su vez le excitaba tanto cuando meneaba sus caderas

-    ¡Uhmm! -gimoteó Win aferrándose a la almohada

Clavó sus dientes en la almohada como alternativa contorsionando todavía más su cuerpo, exponiendo su entrada, declarando su total predisposición para la cópula intensa quería hacerlo de ese modo, deseaba que Bright lo liberase por unos momentos de su mala decisión pero necesaria, queria que fuese rudo con él que lo castigase, pegase incluso. Ya que iba a traicionar el vínculo más sagrado, ese que les uniría hasta ahora y sentía la necesidad de expiar el pecado que, por pura necesidad, iba a cometer.

Bright no se precipitó. Pese a ello tuvo que luchar mucho contra su propia naturaleza, a duras penas venció la tentación del lobo que era ensartarlo duramente hasta colmarlo de leche.

Los gemidos deWin iban envolviendo la habitación, esa mezcla de gemidos le enloquecía a más no poder. Luego alteraba con esos grititos escandalosos que endurecían más su ya potente erección. Se debatía entre seguir deleitando su boca con el sabor de Win, o ceder a su constante necesidad de poseerlo. Nunca era suficiente de su cuerpo, nunca se sentía del todo satisfecho, cada orgasmo no representaba un final, sino el preludio de uno nuevo. Win era una adicción difícil de controlar y no se limitaba a su necesidad sexual, todo de Win le reconfortaba su oscuro espíritu. Solo Win calmaba al lobo, lo había domesticado y no podía concebir otra persona que no fuese él.

Win tenía la respiración acelerada, con la boca entreabierta, despeinado. Le gustaba ese primer plano de su culo, no lo consideró mucho más y enfiló su polla en Win. Fue duro y hundió su miembro de una sola estocada, rápida y profunda. El gritito de satisfacción por parte de Win solo le sirvió de aliento.

Colocó una almohada debajo de las caderas de su pequeña para encontrar la posición idónea, repitió la acción una media docena de veces, siempre acompasado por los grititos de placer de Win. Sujetó las caderas antes de emplearse en una cúpula más intensa, un tanto animal. Quería montarlo, poseerlo, llenarlo de su semen. Necesitaba regarla con su simiente, solo eso aplacaba la intranquilidad que tendía a surgir en su interior.

-   ¡Papi! -chilló Win viéndose sobrepasado por la profundidad de las embestidas de su amante. Tanto que unas lagrimas de placer se escapaban de sus ojos, necesitaba que sentirte completamente relleno de él. Nunca era suficiente para estar tranquilo y menos con aquellos oscuros pensamientos rondando por su cabeza.

-  ¡Aguanta! -gruñó Bright antes de acelerar el ritmo. Era profundo, tanto que el sonido de sus pieles chocando opacaba un poco el de sus alaridos de placer.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora