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La determinación de Win por vengarse de su abuelo solo crecía con el paso de los días. Las ansias de venganza nacían en la boca del estómago, y sabía que si quería obtener pruebas debía conseguir el material de la habitación oculta. Si lograba acceder a ella y encontrar las pruebas que necesitaba podría dárselas a Bright para que destruyese a su abuelo.

Tenía claro el procedimiento, le costó lo propio prepararse psicológicamente para lo que tendría que afrontar. Sabía que no tenía más opciones, no dejaba de ser menos fácil por eso. Los días posteriores a su decisión, comenzó su plan de acción, a veces toca sacrificarse por el bien mayor.

Unas ojeras producto de su insomnio continuando le restaban un poco de su brillo. Trató de deshacerse del temblor en sus manos, y de regular su respiración. Aplicó la técnica de relajación que empleaba justo antes de lanzarse a toda velocidad sobre su skate. Dominar el miedo era una de las premisas de su deporte, solo que en esta ocasión no se trataba de una pirueta, sino de burlar al asesino de su madre, al violador con el que llevaba tantos años conviviendo y quien en su más tierna infancia quiso. Ahora solo acumulaba odio y la bilis que luchaba por salir.

- Abuelo -tocó con cuidado la puerta del despacho antes de introducirse, como una oveja directo al matadero.

- Win -el viejo lo observó con cierta expectación.

Hacía mucho que Win no visitaba esas paredes de forma voluntaria. De un tiempo aqui ni siquiera le pedía dinero, lo cual solo le demostraba que era igual de la zorra que su madre. Lo devoró con la mirada sin recato, estaba con su pijama la etérea prenda dejaba más que adivinar la perfecta figura de su nieto. El viejo se recostó en su sillón visiblemente complacido por la inesperada visita y la espectacular vista.

-  Yo… he venido a pedirte disculpas - Win se acercó lentamente hasta colocarse a su lado, se apoyó ligeramente sobre el escritorio, dándole un muy buen primer plano de su perfecta anatomía.

El viejo tuvo que aclararse la garganta antes de proseguir con la conversación.

-  ¿Y eso?

- Me he dado cuenta de que no he sido un buen nieto contigo. Me tratas como a un hijo, y te has esforzado en darme un buen techo y una excelente educación. Es momento de que empiece a madurar y ser un poco más agradecido.

Win intentaba con todas sus fuerzas que su tono de voz resultase de lo más natural. Le costaba mantener la compostura estando tan cerca del monstruo. Aún así, no pudo evitar un leve respingo cuando sintió la palma de la mano de su abuelo acariciando su muslo, piel con piel.

-   Ya era hora de que te dieses cuenta. Todo lo que hacemos tu abuela y yo es por tu bien. Es nuestra obligación y más después de que tu madre se quitase la vida de una forma tan poco cristiana. Dios se apiade de ella por haber cometido semejante locura. Sé que lo echas de menos…

-   Sí - repuso Win reprimiendo sus ganas de salir corriendo o más bien de arrancarle los ojos a tan funesto personaje.

El viejo, reconfortado por sus palabras y feliz por la pasividad de Win, rellenó su mano con el interior del muslo juvenil. Su candor y tersura le hicieron recordar tiempos pasados, momentos dulces y gozosos compartidos con Min. Dada la naturaleza rebelde de su nieto ya casi había perdido la esperanza de repetirlos con Win así que el inesperado cambio de actitud le pareció extraño, más fue incapaz de rechazarlo. Normalmente huía de él y rechazaba todo contacto físico en cambio en ese momento se dejaba tocar por algún motivo que no entendía y eso era un regalo caído del cielo, algo imposible de rechazar.

- Yo también la echo de menos - musitó él apretando ligeramente la pierna de Win, aproximándose cada vez más a zonas comprometidas de su anatomía -. Tu madre y yo éramos más que padre e hija. Mucho más.

-  ¿Qué… qué quieres decir, abuelo?

-   Pues eso. Que tu mamá y yo teníamos una relación muy especial - susurró el adulto deslizando su mano hasta casi tocar la ingle de Win cada vez más nervioso-, mucho más profunda e íntima que la de cualquier papá con su hija.

Win se veía obligado a hacer un esfuerzo sobrehumano para no estallar. Desde su posición podía divisar claramente la erección del viejo mentiras le metía mano de forma más asquerosa.  Se le erizó piel de puro asco, permaneció inmóvil dejándose acariciar de aquella forma tan poco apropiada entre un abuelo y su nieto.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora