24.

186 41 4
                                        

Hubo un interludio de apenas un par de segundos donde el silencio más nítido y profundo que alguna vez escuchase lo arropó por completo. El sonido del cuero estrellándose contra la piel de Win se grabó como uno de los sonidos más desagradables que alguna vez hubiese escuchado. Tuvo la necesidad de eliminar cualquier extensión de cuero de su guardarropa.

Ese golpe precedió el quejido lastimero de Win. El siguiente medio minuto consistió en una sinfonía de golpes, gritos, súplicas, el ir y venir de la correa, golpes secos, lo que intuyó como un puño; quizás impactando contra el cuerpo del chico. Quería arrancarse los oídos para no escucharlo gritar. El llanto desgarrador lo hizo sentir mareado.

Quiso vomitar, cada grito le desgarraba el alma. Dios, ¿Cómo pensó que no tenía corazón? Claro que lo tenía y éste agonizaba ante el sufrimiento de Win

- ! Por favor, ayudenme! -gritó Win en medio de su angustia. La respiración y el pulso del letrado se desbocaron.

El audio no duraba más que unos minutos, pero parecían horas, un nuevo golpe rompió la cadencia del momento, el viejo soltó una maldición. No entendía nada. Solo sintió la respiración agitado de Win ¿Corriendo? Y luego… nada. El audio se cortaba. ¿Dónde estaba? ¿Estaría bien? ¿Qué le haría el viejo ese? Tuvo que obligarse a no pensar en algo más allá del maltrato físico, no podría vivir con la culpa de que ese maldito violara a Win por él no coger el puto móvil.

Los ojos de Bright ardieron, rabia, odio, asco y molestia hacia sí mismo. ¡Maldita sea! Era un adulto y había actuado como un adolescente. Las manos le temblaban. ¿Qué hacer? Ellos eran una unión de dos mundos completamente diferentes, donde a parte de su tórrida relación no tenían mayores conexiones, no sabía a cuál de sus amigos podría recurrir, si es que lo hacía.

Justo en el momento en el que iba a llamarlo, una serie de alaridos se hicieron sentir en el bufete, y su puerta se abrió de golpe.

-  ¡Señor Chivaaree! ¡Jefe! -gritó su secretaria que abrió la puerta de su despacho de par en par, él parpadeó lentamente, tenía el cerebro espeso. Se preguntó qué hacía la rubia irrumpiendo su momento de reflexión sin importarle las consecuencias-. ¡Bright!¡Rápido! -gritó su secretaria llamándole por su nombre de pila-. ¡Muévete, es tu hijo! -la siguió mirando descolocado-. ¡Reacciona! ¡Joder! -se acercó a zarandearlo, no le importa si después de ello la despedía, el momento lo ameritaba.

Finalmente, su cerebro hizo conexión y la red neuronal comenzó a funcionar correctamente. Medio en automático se desplazó. Su corazón se detuvo al verlo, tenía las marcas de la correa sobre su cuerpo, un corte en el labio, iba descalzo, sus pies estaban destrozados. Corrió mientras Win se desvanecía entre sus brazos.

-  Papi -musitó antes de perder el conocimiento.

-   Tranquilo -dijo con la voz rota, le temblaban las manos al verlo tan reducido-. Te juro por mi vida que ese cabrón me las va a pagar. Nadie te toca sin condenarse al infierno. Perdóname.

Pasión ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora