Parte 1

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MARCO

Odio las reuniones matutinas de la familia. El gran salón se convierte en un fumadero de los hombres. Por la mesa todos los papeles están desparramados. En esta reunión no participan nada más que los dos hombres, Luigi y yo. Soy el tercero al mando y me encargaré de trasmitirle al resto lo que aquí se decida. Hoy, veo a Filippo algo más inquieto. Sigue siendo la persona más inexpresiva que haya conocido, pero llevo con él tantos años que sé que cuando se pasa el dedo por debajo de la nariz repetidamente es que algo le preocupa. Y hoy, ha hecho ese gesto nueve veces. Mi trabajo, por el que me pagan bastante bien, por cierto, es saber todas esas cosas. Que falla, quien duda, quien tiene dobles intenciones, quien miente.... Se me da bien. Asique cuando todos se levantan me quedo sentado esperando a que se vacíe el salón. Con una seña con la cabeza le digo a Luigi, mi compañero más directo, que me espere en el jardín. Pacientemente espero, Filippo me mantiene la mirada y cuando la puerta se cierra se incorpora sobre la mesa. Sabe que noto que algo le pasa.

- Marco, me han llamado de Seattle. Isabella ha fallecido esta noche. – Ella es, o mejor dicho, era la ex mujer de Filippo. Se separaron hace muchos años y ella se fue a vivir a Seattle con su hija Chiara cuando la pequeña tendría unos seis años. No tienen mucho contacto. Filippo siempre ha sido muy frio en general. Cualidad muy buena para los negocios, pero no para tener una familia unida. Habla con su hija una vez al año. Ninguna de las dos han vuelto a Nápoles desde que se fueron. Isabella tenía cáncer de huesos desde hace un par de años. Filippo se había ocupado de todos los gastos médicos de ella. Aunque no hablaban era la madre de su única hija y parte de la familia. Para los italianos la familia es sagrada.

- Lo lamento, Filippo. - Es cierto, cuando Isabella vivía aquí me cuidó sin importar que no fuera su hijo.

- Tenemos que traer a Chiara. He hablado con su padrastro y está de acuerdo en que estudie y viva aquí. – Mi cabeza empieza a hacerse millones de preguntas para traerla aquí: matricularla en el colegio, hacerle una tarjeta de crédito para sus gastos, comprar muebles para su habitación, ...Me pagan para que no haya fallos, pero hay una pregunta que me preocupa bastante más

- ¿Ella lo sabe? - Niega con la cabeza

- Necesito que me acompañes para decírselo, a mi no me escuchará. Tu eres joven, entre los jóvenes os entendéis. - Me hace gracia que me llame así

- Te acompañaré, aunque ella tiene diecisiete años y yo treinta y uno. Dudo mucho que me escuche, pero iremos. Me ocupo. Ve a descansar, tienes mala cara.

- Si, ha sido un golpe duro. - Me levanto, le pongo una mano en el hombro y me voy dejándole solo. Todos sabíamos que ya no había nada que hacer por ella, eso no quita que no tuviéramos alguna esperanza. No quería saber nada de él, pero seguía siendo de la familia.

Voy a mi despacho. Rápido compro dos billetes en primera para Seattle. Sale esta misma tarde. Mientras, llamo a Alessia para que prepare el equipaje de Filippo. Es la ama de llaves. Cuando termino salgo al jardín y voy a mi casa. Está en la misma finca que la casa de los Moretti. Filippo la mandó construir para mí cuando cumplí dieciséis años para que tuviera mi intimidad. Se lo agradecí infinitamente, aunque cuando conseguí el dinero suficiente me compré un apartamento en el centro de Nápoles para poder llevarme a quien quisiera sin que nadie lo supiera. A fin de cuentas, para entrar a esta casa tenía que atravesar el jardín y dejar que los de seguridad y las cámaras me vieran y grabaran. Asique éste era mi hogar, mi apartamento del centro, mi picadero y mi casa en el lago Campolattaro, mi refugio. Es una pequeña cabaña donde voy algunos fines de semana a pescar y disfrutar de la tranquilidad.

La casa de la villa es pequeña pero perfecta para mi. Tiene un salón con cocina incorporada. Dos habitaciones y dos baños. Comparto el jardín y la piscina con los Moretti.

Hago rápido la maleta. Debemos estar solo dos días porque dentro de tres tenemos una reunión importante con los Barbieri. Llevo meses preparado esta reunión, miles de datos, informes, ... para que todo salga como queremos o más bien como necesitamos. Tenemos que ganarnos su favor y llevo tiempo trabajando en ello. Y en la preciosa Vittoria, que gracias a ella y lo que hacemos en mi apartamento del centro me estoy ganando el favor de su familia.

Nos lleva Luigi en el coche al aeropuerto. El viaje se hace pesado. No podemos adelantar nada sobre la reunión porque tenemos gente a nuestro alrededor. Siempre cuidamos de que no nos oiga nadie. Somos un poco neuróticos en cuanto a seguridad se refiere. Llegamos a las dos de la mañana, hora de allí. Estamos reventados después de trece horas de vuelo. Cogemos un taxi y vamos directos al hotel donde he reservado dos lujosas habitaciones. Muy cerca de la casa donde vive Chiara. 

POR TODAS ESAS RAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora