MARCO
A la mañana siguiente vamos a su casa, los dos de negro riguroso. No conocemos las costumbres americanas pero en Italia vamos de negro asique lo mantenemos.
La puerta de la entrada está abierta, abarrotada de familiares que vienen a dar el pésame. Creo que no seré capaz de localizarla. Se fue siendo una niña, hace unos doce años. Tengo muchos recuerdos de ella aunque supongo que no se acuerda de mí. Buscamos entre la gente. Después de mirar hacia todos lados conseguimos localizar a Rob, su padrastro. Nos acercamos a darle el pésame.
- Chiara está en su habitación, no ha querido salir desde ayer. No sé si es el mejor momento para hablarle de ésto.
- Tiene que ser así. Mañana tenemos que volver a Nápoles. Subiré a decírselo. – Filippo no tiene mano izquierda, a veces es demasiado duro asique en cuanto nos alejamos un poco de Rob le digo en voz baja:
- Filippo, ella está pasando el peor momento de su vida. Necesita que le digas las cosas con tacto, poco a poco... - El asiente y yo me temo lo peor. Dejo que suba solo, al fin y al cabo, es su padre. Yo soy como su hijo adoptivo, pero no soy un Moretti.
A los pocos minutos de subir oigo una voz femenina gritar que se largue. Filippo le devuelve el grito. Miro a Rob. Antes de que se pueda mover le hago una señal para que se detenga y subo corriendo las escaleras. Me dirijo donde me llevan los gritos. Al final del pasillo a la derecha. Veo a una chica morena sentada en la cama con los brazos envolviendo sus piernas y la cabeza apoyada en las rodillas. Filippo está de pie, se lleva la mano debajo de la nariz. Necesito ayudarle a controlar la situación.
- Filippo, ¿quieres salir un rato al jardín a tomar el aire? Me ocupo ¿vale? – Asiente y se gira hacia mí. Apoya su mano en mi hombro, confía en mí. Sabe que resolveré esto. Me deja a solas con ella. Cierro la puerta de la habitación quedándonos a solas.
Me quedo esperando a que ella de el primer paso. Me apoyo en la puerta y espero hasta que por fin levanta la cabeza y me mira. Pese a estar con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar es una chica preciosa. Me acerco a ella y me siento a su lado.
- Hola Chiara, ¿te acuerdas de mí? – Me mira como si no entendiera mi idioma. Soy un completo desconocido para ella. – Soy Marco, trabajo para tu padre. Siento mucho lo de tu madre, era una buena mujer.
- ¿De que la conocías? – Su tono es bastante brusco, pero al menos ha dejado de llorar. Sus ojos oscuros me miran fríamente.
- Bueno llevo viviendo con tu familia desde que nací. Mis padres trabajaban para el tuyo.
Su mirada me recorre de arriba abajo intentando recordarme, pero es imposible que lo haga porque era muy pequeña.
- No me quiero ir de aquí.
- Lo entiendo, pero tienes que venir. Eres menor de edad y tu padre legamente es tu tutor legal hasta que cumplas los dieciocho años.
- Pero toda mi vida está aquí, mis amigos, mis primos, mi colegio, Rob.
- Harás amigos nuevos. Tienes familia en Italia. Están deseando que vayas. Rob podrá venir siempre que quiera y podrás hablar con él. Te hemos matriculado en un buen colegio. Ayer me ocupé de todo para tu vuelta a la familia.
- Cuando nos iremos.
- Mañana, a primera hora
Se abalanza sobre la puerta, pero tengo buenos reflejos. La alcanzo y le hago girar. Comienza a golpearme y a gritar. Agarro fuerte sus brazos y me da una patada en mis huevos. La madre que parió a esta fiera. Consigo bloquearla empotrándola contra la pared. No deja de jadear.
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POR TODAS ESAS RAZONES
Roman d'amourChiara acaba de perder a su madre y tiene que volver a Italia con un padre al que apenas conoce. Marco, es la mano derecha de éste. Frío, cruel y letal. Los problemas empiezan a surgir cuando Marco comienza a mirar a Chiara de una forma distinta a...