Capítulo 4: Un paso más cerca

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Zero se despertó temprano a la mañana siguiente, obligándose a levantarse de la cama antes de que saliera el sol. Su bolsa contenía un poco de comida, ya que cazar podría no ser posible durante un tiempo con la ruta que planeaba tomar. Cazar en las tierras baldías era buscarse problemas, y ni siquiera Zero era tan tonto. En la bolsa también había varias botellas de agua fresca, suministros médicos y otros artículos que podrían resultar útiles. Hay un dicho entre los cazadores: mejor preparado que mal preparado.

Bueno, eso y otra frase común: los que entran en el desierto son estúpidos o suicidas.

Zero pensó que debía ser ambas cosas.

La bolsa marrón estaba preparada y colocada en un rincón de su pequeña habitación, lista para ser atada a una silla de montar. Junto con una tienda de campaña enrollada, colchonetas para dormir y el equipo habitual que guardaba para cacerías más largas. Eso era todo lo que era. Una cacería normal, fuera durante unas semanas. Aunque esta vez con equipaje extra.

Se tomó su tiempo en la ducha esa mañana, saboreando el agua tibia y limpia sobre su piel. Lo más probable es que pasara un tiempo antes de que pudiera tener esto otra vez, así que se tomaría el tiempo que tuviera. Cuando sus dedos finalmente se sumergieron bajo el agua, decidió que finalmente era hora de salir. Mientras se vestía, miró el anillo en la encimera, dudando brevemente sobre usarlo o no. Era una idea tonta con Kuran cerca, pero sin él, se sentía extrañamente desnudo.

A la mierda. Zero tomó el collar que le resultaba familiar y se lo colocó alrededor del cuello antes de guardarlo debajo de la camisa.

El cazador hizo una breve parada en la cafetería para comprar una barra de proteínas y un poco de café. Lo necesitaría. Sin embargo, su estómago estaba demasiado revuelto como para contener mucho más, lleno del nerviosismo habitual que la mayoría de los cazadores sienten justo antes de un trabajo.

Después de tragarse un poco de comida, Zero cargó sus mochilas hasta los establos del otro lado del campus. Allí, White Lily lo saludó con un lento movimiento de cola y pisadas impacientes hasta que él se acercó a saludarla.

-Hola, vieja -la tranquilizó, acariciándole suavemente el hocico. Junto a ella estaba el otro caballo que sería de Kaname. Un castrado castaño mucho más dócil y joven, que parecía estar dormido ahora donde estaba.

White Lily rara vez era fácil de ensillar, y esta vez no fue diferente. Parecía estar constantemente inquieta y retorciéndose bajo el toque de Zero o contener la respiración, lo que lo obligaba a repetir todo el proceso. Hizo falta una hora entera y media docena de terrones de azúcar para sobornarla lo suficiente para que Zero pudiera colocarle la silla de montar.

-¿Ves? Eso no fue tan malo ahora, ¿verdad? -Zero le pasó una mano por el hocico grande y sonrió cuando ella presionó el contacto. El caballo le relinchó y se inclinó hacia delante lo suficiente para mordisquear mechones del cabello plateado de su humana. A Zero se le escapó una risita mientras se alejaba-. ¡Oye!

Lily Blanca lo miró con sus grandes ojos oscuros, sin una pizca de remordimiento en su mirada. Suspiró con una suave decepción, tanto por la falta de atención de Zero como por cualquier otro terrón de azúcar que pensara en sacarle.

Para entonces, el castrado castaño llamado Zephyr ya se había despertado y observaba con curiosidad toda la escena. Afortunadamente, se adaptó a la montura con mucha más facilidad que la yegua malhumorada que tenía a su lado y dejó que Zero lo ensillara sin problemas.

-Podrías aprender un par de cosas de él -dijo el cazador con voz pausada y mirando a Lily Blanca. Ella resopló, como si la idea le pareciera absurda. Sin embargo, Zero le soltó una risita.

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