La sangre brotaba a borbotones de las dos profundas heridas en su cuello, lanzando chorros oscuros y espumosos que cubrían su piel como una capa viscosa. El tatuaje en la nuca, antes nítido, ahora se desdibujaba bajo el torrente carmesí. "Memento mori", decían las letras, casi ahogadas en su propia ironía. Había elegido esa frase en un momento de arrogancia, como si al marcarse con esas palabras pudiera burlar a la muerte o al menos mirarla con desdén. Ahora, esas palabras se burlaban de él.
El callejón era un foso inmundo, un lugar donde la muerte no era una intrusa, sino una residente permanente. Las paredes estaban cubiertas de grafitis y mugre, pero también de manchas oscuras que, bajo la luz mortecina de un farol roto, parecían contar historias de otros cuerpos caídos. El aire olía a podredumbre, a orina vieja y a la desesperanza que se pegaba a la piel como un sudor frío. Una rata, atraída por el olor a sangre, asomó su hocico entre las sombras, sus ojos brillando con un hambre salvaje.
El hombre que yacía allí, con el rostro contorsionado en una mueca de dolor y sorpresa, no era más que una sombra de lo que fue. Su cabello, pegado al cráneo por el sudor y la sangre, se enredaba en mechones sucios. Sus ojos, abiertos de par en par, reflejaban la luz naranja del farol como espejos vacíos, carentes ya de vida. Su boca se movía en un intento desesperado de respirar, pero solo conseguía que la sangre burbujeara en su garganta, ahogando sus últimos intentos de aferrarse al mundo.
El cuchillo que había arrancado su vida estaba tirado a su lado, con la hoja ensangrentada aún goteando, como si acabara de devorar su última presa. Había algo grotesco en la forma en que el arma descansaba allí, inerte, como si no tuviera nada más que hacer después de cumplir su cometido. El charco de sangre a su alrededor crecía lentamente, absorbiendo las últimas pulsaciones de su corazón moribundo, hasta que el tatuaje quedó completamente sumergido bajo el líquido espeso.
En esos últimos segundos, mientras su conciencia se desvanecía, un pensamiento lo atravesó como una daga: "Memento mori" . Lo había elegido como un desafío, como una declaración de valentía ante el inevitable final. Pero ahora, a medida que la oscuridad se cernía sobre él, entendió la verdadera naturaleza de esas palabras. No eran un recordatorio para vivir sin miedo, sino una sentencia, una promesa cumplida. No había gloria en la muerte, solo un vacío que lo tragaba sin compasión.
Su último aliento salió en un gorgoteo húmedo, una mezcla de aire y sangre que dejó su boca como una burla final. Los dedos de su mano derecha, que alguna vez empuñaron con fuerza, se relajaron lentamente, extendiéndose en un gesto que podría interpretarse como resignación. Y así, en ese callejón perdido, rodeado de miseria y silencio el hombre se convirtió en una cifra más, en otro cuerpo olvidado, con un mensaje que nadie más leería : "memento mori", ¿pero al final quien necesita recordarlo? La muerte siempre se encargará de hacértelo saber...
![](https://img.wattpad.com/cover/376902107-288-k846200.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Maldición..
ParanormalLa maldición es un libro de poesía triste y relatos miedo . es un libro un poco terrorífico ... estoy probando algo nuevo mezclado la dulce poesía triste con relatos de miedo, el terror. Enamórate de La maldición.