Mi amigo desapareció y regreso pero ya no era el..

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Nunca había creído en esas historias de viajeros en el tiempo o desapariciones misteriosas. Pensaba que eran solo cosas de películas o teorías que la gente compartía en internet para asustarse entre ellos. Sin embargo, lo que pasó con Rodrigo, mi mejor amigo, me cambió completamente.

Rodrigo siempre fue un tipo normal, uno de esos que no destacaba por nada en particular, pero siempre podías contar con él. Esa tarde, nos fuimos de excursión a las montañas, algo que hacíamos seguido. Habíamos planeado acampar cerca de una cascada que encontramos meses antes, pero todo cambió cuando decidimos explorar un poco más al norte, una zona más densa del bosque. Rodrigo insistió en que lo siguiéramos, y aunque nos dio mala espina, lo hicimos.

Avanzamos sin mayores problemas hasta que el sol comenzó a caer. El ambiente se sentía más pesado, como si el tiempo corriera más lento. Fue entonces cuando Rodrigo se adelantó unos metros. Lo vi perderse entre los árboles y, en cuestión de segundos, ya no estaba. Nos reímos nerviosamente, pensando que era otra de sus bromas. Pasaron diez minutos. Luego quince. Y empezamos a llamarlo. No hubo respuesta. Nos separamos para buscarlo, pero nada.

Las horas pasaron y la noche cayó por completo. Al final, llamamos a los rescatistas y pasamos la noche en vela, con la esperanza de que aparecería. Pero Rodrigo no regresó.

Fueron días de búsqueda intensa. Trajeron perros, drones y hasta helicópteros, pero no había señal de él. No había huellas, ni rastros, ni siquiera un indicio de que hubiera estado en el bosque. Parecía como si la tierra lo hubiera tragado.

La búsqueda se detuvo después de una semana. No había más que hacer. Me sentía destrozado, pero algo dentro de mí me decía que Rodrigo estaba vivo en algún lugar. No podía aceptar que simplemente había desaparecido. Lo más raro de todo es que unos días antes de que se perdiera, Rodrigo me había dicho algo que en su momento no le di importancia: "A veces siento que hay cosas que no deberíamos descubrir. Que hay lugares donde el tiempo no funciona igual".

Ocho meses después, recibí una llamada de su número. Era imposible, pero allí estaba, su nombre brillando en la pantalla. Contesté casi temblando, y lo escuché. Era Rodrigo.

"Estoy en casa, puedes venir," dijo con voz temblorosa. No había emoción en su tono, solo un vacío que me heló la sangre.

Llegué en menos de veinte minutos. Lo vi parado frente a su casa, pero algo estaba mal. No parecía haber cambiado, pero sus ojos... sus ojos no eran los de siempre. Eran como dos pozos vacíos, sin vida. No me abrazó, ni sonrió. Solo me miró fijamente.

"¿Qué pasó, Rodri? ¿Dónde estuviste?" le pregunté, tratando de sonar calmado. Pero no respondió. Me miró como si no me reconociera.

Entramos a su casa y todo parecía normal. Pero él no. Su madre, que siempre había sido muy religiosa, me susurró al oído, "Este no es mi hijo. Dios me perdone, pero lo sé".

Rodrigo apenas hablaba. Se quedaba mirando la nada durante horas, y lo poco que decía no tenía sentido. Mencionaba lugares que no existían, y fechas que aún no habían llegado. Dijo algo que nunca olvidaré: "Allá el tiempo es diferente. No debí haber ido tan lejos."

Tres días después de su regreso, se desvaneció de nuevo. Desapareció sin dejar rastro. Pero esta vez no hubo búsqueda. No sé si fue el miedo, la certeza de que lo que había regresado no era él, o algo más.

Lo único que sé es que, desde esa noche, sueño con ese lugar. Un sitio donde el tiempo parece estar congelado, donde los árboles crecen al revés y el cielo no es azul, sino gris oscuro. Siento que Rodrigo está ahí, atrapado en un tiempo que no es el nuestro, y que lo que volvió, lo que vimos esos días, no era realmente él.

Ya no subo a las montañas. Y cada vez que alguien menciona el tiempo, un frío me recorre el cuerpo. No sé qué pasó con Rodrigo, pero lo que sí sé es que no fue una desaparición cualquiera.

La Maldición..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora