Capítulo X

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El beso
Punto de vista de Briellene V. Lawson

Me senté en mi estudio, mirando fijamente la pintura a medio terminar frente a mí. Los colores parecían desvanecerse ante mis ojos mientras mi mente volvía, una y otra vez, a la noche anterior. No podía concentrarme. Me sentía fuera de lugar, como si el suelo bajo mis pies fuera inestable, y todo por culpa de lo que había sucedido con Harrison... y Eric.

Lourdes estaba de pie a mi lado, su atención dividida entre los papeles del portafolio que habíamos estado revisando para el nuevo proyecto y mis palabras. Había querido evitar contarle, pero no podía. Había llegado a la galería esa mañana con la mente hecha un caos, incapaz de mantenerlo para mí misma.

—¿Así que Harrison le pegó? —Lou me miró boquiabierta, dejando caer el bolígrafo que tenía en la mano sobre la mesa.

Asentí, aunque la incomodidad me hizo desviar la mirada. Sabía que Lou querría todos los detalles, pero yo apenas podía recordarlos con claridad sin sentir un nudo en el estómago. La vergüenza y la culpa se entremezclaban en mi pecho, y me resultaba difícil ordenar mis pensamientos.

—No quería que las cosas llegaran a ese punto, pero Eric lo provocó. No me escuchaba, y entonces... —hice una pausa, tragando saliva antes de continuar— Harrison se interpuso. Me defendió, claro. Eric empezó a insultarme y... bueno, Harrison simplemente lo golpeó. Lo detuvo antes de que las cosas se pusieran peor.

Lou dejó escapar un largo suspiro, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y preocupación. Se cruzó de brazos, y por un momento, no dijo nada, como si estuviera procesando lo que acababa de contarle. Sabía que tarde o temprano haría alguna pregunta que yo no quería responder.

—¿Y qué pasó después? —preguntó, tratando de sonar casual, pero el brillo en sus ojos traicionaba su curiosidad.

Suspiré, dejando caer los pinceles en la mesa y frotándome las sienes. Mi cabeza estaba llena de imágenes de esa noche: el golpe, la sangre, el rostro lleno de furia de Eric, y luego la mirada contenida de Harrison cuando finalmente se marchó, sin mirarme a los ojos.

—Después de eso... simplemente se fue —murmuré, cerrando los ojos mientras recordaba ese momento—. Me dijo que tuviera cuidado de camino a casa y se fue. No me dio tiempo ni siquiera para agradecerle. Pero ahora... no sé. Me siento... —no pude terminar la frase.

—¿Culpable? —Lou me miró con una expresión que ya anticipaba lo que iba a decir—. Brie, no puedes culparte por lo que hizo Eric. Ese tipo está loco. No es tu culpa.

—Pero es que lo metí en todo esto a Harrison. El no tenía por qué estar involucrado en mis problemas personales —me levanté del taburete, caminando nerviosa por el estudio—. Ahora le debo una por haberme defendido, y no puedo ni siquiera mirarlo a los ojos sin sentirme avergonzada. ¿Cómo voy a verlo en la reunión? Todo será tan incómodo.

Lou me siguió con la mirada, su semblante más serio que de costumbre. Sabía que no me dejaría escapar de la conversación tan fácilmente.

—¿Te has puesto a pensar que tal vez Harrison no lo hizo solo porque se sintiera obligado? —su tono era prudente, pero había algo en su mirada que me hizo detenerme.

Fruncí el ceño, mirándola por encima del hombro.

—¿Qué insinúas?

—Lo que quiero decir es que, por lo que me cuentas, Harrison no estaba precisamente actuando como si solo fuera un simple socio de negocios preocupado por ti. ¿No has pensado que tal vez siente algo más? —preguntó Lou, levantando una ceja mientras me observaba con cautela.

Sombras del Emporio HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora