Capítulo VIII

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Tres días
Punto de Vista de Briellene V. Lawson

Durante tres días me escondí en mi estudio, sumergida en el trabajo, evitando cualquier contacto con Harrison. Había rechazado su invitación a almorzar, y aunque me convencí de que era lo correcto, una parte de mí no podía dejar de sentirse frustrada. Lou, mi asistente, había notado el cambio en mí. Me había preguntado varias veces qué había pasado, pero cada vez que abría la boca para decir algo, recordaba el contrato de confidencialidad que había firmado.

Puse a Lou a trabajar en tareas sencillas, algo para mantenerla ocupada y distraída de las preguntas. Le enseñé cómo limpiar los planos, despejando el diseño visual para que pudiéramos tener una visión clara del estado actual del piso. Mientras ella avanzaba, yo trataba de concentrarme en los detalles del diseño de la oficina del señor Harrison, incluyendo el armario que ocultaba la puerta secreta hacia el piso inferior. Cada vez que pensaba en esas escaleras, un escalofrío me recorría. Casi nos habíamos besado. Casi.

Y eso era lo que más me frustraba. Mi cuerpo lo deseaba, sentía una atracción innegable, pero él no había hecho nada. No habíamos cruzado esa línea, y esa tensión me carcomía por dentro. Toda la estructura del piso ya estaba lista. No habría muchos cambios, pero los que había que hacer ya estaban marcados en los planos.

Finalmente, me acerqué a Lou, quien seguía trabajando en los planos.

—Llámale a Iván —le pedí, tratando de sonar tranquila.

Lou me miró dudosa, pero obedeció y me pasó el teléfono.

—Hola, Iván. Solo quería comentarte que ya he marcado los cambios en los planos. Puedo pasarlos para que tu equipo de construcción comience a trabajar en ellos —dije con la voz serena, aunque sentía el estómago revuelto al solo pensar en Harrison.

—Claro, mañana mismo empezamos. ¿Estos cambios fueron aprobados por el Señor Harrison? —preguntó Iván al otro lado del teléfono.

Tragué saliva antes de responder.

—Es lo que discutimos en la última reunión, pero si prefieres, puedes mostrárselos primero para que les dé su visto bueno.

—Perfecto. ¿Algo más? —preguntó con amabilidad.

—Sí. Después de que terminen con la construcción y remodelación, el equipo de limpieza puede comenzar a trabajar. Así avanzamos sin perder tiempo.

—De acuerdo, todo listo. Me alegra ver que estamos avanzando eficientemente —respondió Iván, su tono siempre profesional.

—A la orden —dije, forzando una sonrisa mientras colgaba.

Parte de mí solo quería terminar este proyecto lo más rápido posible y dejar todo atrás. Pero la otra parte quería regresar al edificio, enfrentarlo a él, a Harrison, y preguntarle por qué demonios no me había besado.¿Por qué no había tenido el valor?

Lou me interrumpió con una noticia inesperada.

—Brie, revisé los estados de cuenta y ya te transfirieron el dinero.

El estómago se me hundió. Lo primero que pensé fue en Eric, en la deuda que aún tenía con él.

—Lou, por favor, transfiere lo que le debo a Eric. Todo. Completo.

Lou asintió, mientras yo me dirigía a mi oficina. Respiré hondo, tratando de calmarme. Sabía que liquidar esa deuda me daría paz, pero había algo más, algo mucho más profundo que seguía latiendo dentro de mí, descontrolando mis emociones.

El alivio que sentía por haber liquidado mi deuda con Eric era mínimo, casi inexistente. Sabía que había hecho lo correcto, pero los pensamientos de él, de Harrison, seguían acechándome.

Sombras del Emporio HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora