Capítulo XXXXI

15 4 0
                                    


¿Confías en mi?
Punto de Vista de Briellene V. Lawson

La noche estaba tranquila en mi apartamento. Me encontraba en la cocina, preparando algo sencillo para cenar. El aroma de la pasta comenzaba a llenar el lugar mientras escuchaba el crepitar suave de la salsa en la sartén. A estas alturas de la noche, el silencio se sentía pesado, pero de alguna manera, reconfortante. Había sido un día largo y no podía pensar en mejor forma de terminarlo que con una comida caliente y una buena película, Cornelia, mi gata, a mi lado.

Mientras terminaba de servir mi plato, el teléfono vibró sobre la mesa. Un nuevo mensaje de Lucas, insistiendo en verme. Exhalé, frustrada, y dejé el teléfono a un lado sin siquiera abrir el mensaje. Lucas había intentado ponerse en contacto conmigo varias veces últimamente, pero no me sentía preparada para lidiar con él.

Me acomodé en el sillón frente a la pantalla, con Cornelia acurrucada a mi lado, ronroneando en silencio. La luz de la película iluminaba la habitación tenuemente, brindándole un toque acogedor. Estaba tan inmersa en la trama que no noté que Cornelia se había escabullido hasta que la escuché deslizarse bajo el sofá, escondiéndose.

—¿Cony, qué sucede? —murmuré, frunciendo el ceño. Cornelia solo se ocultaba de esa forma cuando alguien desconocido estaba cerca, algo que me inquietó de inmediato.

Unos segundos después, el sonido de unos golpes en la puerta rompió el silencio de la noche. Me reí entre dientes, sorprendida por la sensibilidad de Cornelia, quien había detectado la presencia de alguien incluso antes de que llegara.

Deslizándome con cautela hacia la puerta, miré a través de la mirilla y mi corazón dio un vuelco. Lucas estaba ahí, tambaleándose, con el rostro pálido y una expresión que mezclaba tristeza y derrota. Parecía... débil, como si apenas pudiera mantenerse en pie.

—Por favor, abre —pidió, su voz arrastrándose y vacilante.

Suspiré, intentando evaluar si era prudente dejarlo pasar. No parecía violento; en cambio, se veía exhausto, como si algo en su interior se hubiera quebrado. Aún así, la desconfianza me hizo sentir alerta. Abrí la puerta con cierta reticencia, cruzando los brazos mientras lo miraba con frialdad.

—¿Qué haces aquí, Lucas? —pregunté, manteniendo mi voz firme.

—No respondías mis mensajes... —respondió con voz temblorosa, sus ojos reflejando una chispa de esperanza. Intentó dar un paso hacia mí, pero su cuerpo vaciló y apenas logró sostenerse.

—Estás borracho. —Mi tono fue severo, como una advertencia. No estaba dispuesta a lidiar con sus caprichos, y mucho menos si venía bajo los efectos del alcohol.

—Solo bebí un poco... —murmuró, encogiéndose de hombros, aunque su tono mostraba claramente más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Respiré profundo, tratando de mantener la calma. No podía echarlo en ese estado, pero tampoco estaba segura de cómo manejar la situación.

—Pasa —dije, indicándole que entrara. Casi al instante, Lucas se dejó caer pesadamente al suelo, apoyándose contra el sillón mientras intentaba recuperar la compostura. Suspiré, observando la forma en que su cabeza colgaba y sus ojos se volvían borrosos.

Cornelia, ahora escondida bajo el sofá, asomaba solo una oreja, claramente intranquila con la situación. Me agaché un poco para ver si Lucas se encontraba bien, aunque su expresión descompuesta hablaba por sí sola.

—Lo siento, Brie... —murmuró en voz baja, arrastrando las palabras—. Fui un tonto.

El dolor y arrepentimiento en su tono eran evidentes, pero también sabía que Lucas tendía a mostrarse arrepentido cuando las cosas no salían como quería. No podía evitar sentir una mezcla de lástima e impaciencia, atrapada entre la compasión y el cansancio de haber lidiado con él una y otra vez.

Sombras del Emporio HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora