Capítulo XXXI

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La carta
Punto de vista de Briellene V. Lawson

La mañana en la galería transcurría en una calma silenciosa, tan densa que se sentía casi como una manta pesada sobre mis hombros. Afuera, los pasos tranquilos de los visitantes resonaban en el eco de las paredes, pero yo no les prestaba mucha atención. Me mantenía en mi oficina, intentando concentrarme en el papeleo, pero mis ojos se desviaban constantemente hacia la puerta cerrada del estudio. Esa puerta había sido mi refugio, pero ahora se había convertido en una especie de barrera. No me atrevía a cruzarla, a enfrentar las pinturas incompletas que descansaban detrás, ni a retomar los proyectos que había dejado a medias. Era como si el bloqueo artístico que sufría fuera un reflejo de lo que estaba pasando en mi vida personal: todo se había detenido.

Estaba inmersa en esos pensamientos cuando Lou entró, claramente nerviosa, apretando algo entre sus manos.

—¿Qué pasó? —pregunté, intentando no sonar demasiado preocupada.

Lou dudó un segundo antes de acercarse y tenderme un sobre blanco.

—No sé si debería entregarte esto —dijo con un hilo de voz.

Fruncí el ceño, confundida. —¿Por qué no deberías?

Lou tragó saliva antes de responder. —Viene del edificio Harrison.

El nombre golpeó en el aire, tan pesado como mi respiración. Mis ojos se fijaron en el sobre que ahora sostenía, el peso de sus palabras haciéndose más evidente. No había remitente, solo el nombre del edificio. Eso bastaba para hacer que mi estómago se encogiera.

Lou, viendo mi reacción, me dio una mirada de apoyo antes de salir de la oficina, dejándome sola con ese sobre que parecía llevar el peso de una conversación no terminada.

Me recosté en la silla, observando el sobre como si fuera una bomba a punto de estallar. Con las manos temblorosas, rompí el borde del papel, sacando una carta simple, blanca y formal, pero con palabras que rápidamente cambiaron el rumbo de mi día. Dentro había una carta, escrita a mano, lo cual me sorprendió aún más. Harrison no parecía del tipo que escribía cartas. Respiré hondo y comencé a leer.

"Briellene,"

Ya desde el primer renglón, mi corazón latía más rápido.

"He pensado en lo que sucedió entre nosotros, y no he podido encontrar una forma adecuada de explicarlo en persona. Sé que te debo una disculpa por la forma en que me fui, y créeme cuando te digo que me arrepiento de muchas cosas. Pero no me arrepiento de haberte conocido..."

El mundo a mi alrededor comenzó a desvanecerse mientras leía cada palabra. Harrison no solo se había ido de mi vida sin una explicación, sino que ahora, después de días de silencio, había decidido volver a través de este sobre. Cada frase contenía una mezcla de arrepentimiento y vulnerabilidad que no esperaba de él.

"No espero que me perdones, ni que olvides lo que hice. Solo quiero que sepas que esa noche no fue solo para pasar el rato. Significó algo para mí..."

Me quedé inmóvil. No podía pensar con claridad. Lo que había pasado entre nosotros había sido confuso, una mezcla de atracción y miedo. Y aunque intentaba convencerme de que ya lo había dejado atrás, esta carta removía todo lo que pensaba que había enterrado.

Al final, solo quedaba un nombre.

Taddeo B. Harrison.

Solté un suspiro profundo. Las palabras parecían danzar ante mis ojos. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Mis manos temblaban. Las palabras parecían sinceras, pero ¿cuánto podía confiar en eso después de todo lo que había pasado? Me sentía confundida, atrapada entre la rabia y el eco de lo que alguna vez pensé que sentía por él.

Sombras del Emporio HarrisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora