Toma la decisión correcta.
Punto de Vista de Briellene V. LawsonEse día el ambiente en el edificio Harrison estaba cargado de tensión, y, aunque llegamos juntos, cada paso hacia el lobby parecía despertar las miradas de todos. Nadie decía nada, pero sentía los ojos puestos en nosotros, observándonos, intentando descifrar lo que no mostrábamos. Ni él ni yo éramos dados a las muestras de afecto públicas, y mucho menos en este lugar, donde todo parecía susceptible a la crítica. Aún así, había algo eléctrico en el aire, una sensación de que algo estaba a punto de suceder.
Al llegar a la recepción, Iván nos interceptó. Su expresión era nerviosa, y lo noté en cuanto cruzó una rápida mirada con Harrison.
—Llegas tarde —dijo Iván, dirigiéndose a él, aunque de inmediato me sonrió a mí—. Buen día, Brie. Creo que sería mejor que acompañes a Lou en la galería hoy. Me comentó que vendrían varios compradores.
Fruncí el ceño, confundida por su sugerencia. Lou siempre se encargaba de la galería sin problemas. ¿Por qué hoy necesitaba mi ayuda?
—Lou puede encargarse de eso, como siempre lo hace. ¿Qué sucede? —pregunté mientras las puertas del ascensor se abrían frente a nosotros.
Pero Iván no respondió de inmediato; en cambio, lanzó una mirada nerviosa hacia Harrison, quien sujetó las puertas del ascensor, impidiendo que se cerraran.
—Harrison, es mejor que no suba —dijo Iván, mirándolo con una mezcla de preocupación y urgencia.
La tensión en el aire se volvió casi tangible. Harrison frunció el ceño, curioso y algo molesto.
—¿Por qué no quieres que Brie suba? ¿Qué pasa, Iván? —cuestionó con voz firme.
El asistente suspiró, su rostro reflejando una mezcla de frustración y temor.
—Tus padres han llamado a una junta.
El aire se tornó frío de repente. Harrison se quedó inmóvil, su rostro perdiendo el color como si lo hubieran sorprendido con un golpe directo.
—¿Qué? —dijo en un susurro incrédulo, y luego alzó la voz, indignado—. ¿Por qué no me notificaste antes?
—Me dieron la orden de que no lo hiciera. Te están esperando con toda la directiva —respondió Iván, dirigiéndole una mirada de advertencia. Sus ojos se desviaron hacia mí brevemente antes de añadir—. Es grave, Taddeo. Quieren revocarte la presidencia.
Lo siguiente sucedió en un instante. Harrison soltó un golpe a las puertas del ascensor y murmuró un par de maldiciones que apenas alcancé a escuchar. La tensión que se sentía antes ahora era un nudo opresivo. Su expresión se transformó; sus ojos, tan llenos de ternura unas horas antes, se oscurecieron, cubriéndose de una coraza helada y distante. Me recordaba a la primera vez que lo vi en un evento, frío, calculador, impenetrable.
—Bien, debo ir —dijo finalmente, su voz tan áspera como su mirada endurecida.
En ese momento entendí que Harrison había vuelto a ponerse la armadura, esa barrera que lo protegía del mundo... y tal vez, también de mí.
—Vete a la galería, luego te escribo —dijo Taddeo al entrar solo al elevador, sin siquiera despedirse ni mirarme a los ojos. La frialdad en su tono me dejó claro que estaba molesto y preparado para defender lo que había construido contra quien fuera, incluso sus propios padres.
Me quedé con Iván en la recepción, atrapada en un silencio incómodo.
—No me iré —le dije, con una sonrisa desafiante. Él asintió, comprendiendo.
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Sombras del Emporio Harrison
Romance-Esto no es algo que suela hacer -murmuré, mis palabras frías y cortantes. -Yo tampoco -respondió, nerviosa. Su piel se sentía cálida contra la mía, y la tensión en el aire me erizó la piel. De repente, no era el hombre controlado que siempre había...