Un retrato del amor.
Punto de Vista de Briellene V. LawsonEl sábado por la mañana llegó, pero apenas noté la diferencia. El día anterior había sido como cualquier otro, con el mismo vacío constante, el mismo desgano al enfrentar cada minuto. Mi mirada se perdía fácilmente y, cuando trataba de concentrarme en algo, la mente simplemente escapaba. Me sentía derrotada, como si algo dentro de mí hubiera quedado sin vida.
Despertar ya no era igual. Taddeo era lo primero que cruzaba por mi mente, incluso antes de abrir los ojos, como si su recuerdo me esperara en los bordes de cada sueño, recordándome todo lo que ahora faltaba. Y en las noches, al cerrar los ojos, era el último pensamiento que me atrapaba. Era como si estuviera atrapada en un ciclo sin final, donde la memoria de él se aferraba a cada rincón de mi vida, dejándome sin escapatoria.
Hasta en la galería su presencia me perseguía. Su imagen había empezado a filtrarse en mi arte, en cada línea y sombra que pintaba sin querer. Me sorprendía a mí misma plasmando su rostro en los lienzos, una especie de confusión donde cada trazo lo evocaba a él, y aunque intentaba borrar esa obsesión, simplemente no podía.
Taddeo se había incrustado tan profundamente en mi corazón que ahora, sin él, me sentía incompleta. Era como si me faltara una parte de mí, algo que me había sostenido y que ahora me dejaba en caída libre. Había intentado convencerme de que seguiría adelante, de que era fuerte, pero su ausencia tenía un peso aplastante. Nada de lo que hacía lograba llenar ese vacío, y mi propia fortaleza me parecía una ilusión lejana.
Los cargadores llegaron para llevar los cuadros que había seleccionado para la exhibición. Lou y yo revisábamos que todo estuviera en orden, cuando noté que me miraba con preocupación.
—¿Te sientes bien? —preguntó en voz baja.
Asentí, intentando mantener la compostura, aunque mi mirada estaba perdida en pensamientos que no me atreví a compartir, no todavía.
—Perfecta.
Cuando estaban terminando de cargar todo, me retiré al estudio y fui a mi oficina a recoger algunos documentos y asegurarme de que no olvidara nada. Lou se encargó de darles la dirección del evento a los cargadores, asegurándose de que llegaran antes de que nosotras lo hiciéramos.
—Iván está abajo y nos llevará, así no perdemos tiempo esperando por un taxi —comentó Lou con una ligera nota de nerviosismo que capté al instante. No quería que se sintiera presionada por mi estado de ánimo, así que intenté sonreír para que no se sintiera incómoda.
—Perfecto, Lou. Gracias —respondí, viendo cómo me devolvía la sonrisa, algo aliviada.
Al bajar, vi a Iván esperando, apoyado casualmente en su auto, listo para llevarnos.
—Gracias, Iván —sonreí al verlo.
—No hay de qué —respondió con su habitual tranquilidad.
Lou le dio un beso rápido en la mejilla a modo de saludo y se acomodó en el asiento del copiloto, mientras yo subía en silencio al asiento trasero. Aunque trataba de relajarme, mis pensamientos seguían enredados en los recuerdos de Taddeo y en la extraña sensación de vacío que su ausencia había dejado.
El trayecto fue tranquilo, con Lou y Iván intercambiando algunas palabras mientras yo miraba por la ventana, sintiendo el peso de lo que había perdido. Intenté concentrarme en el evento que teníamos por delante, pero el esfuerzo era inútil; mi mente volvía una y otra vez a él, como si no pudiera escapar.
Mientras el auto avanzaba en silencio, Iván miró por el retrovisor y, con una sonrisa sincera, rompió el silencio:
—Es realmente genial que estés invitada a una exhibición como esta, Brie. No cualquier artista recibe una oportunidad así. No sabes cuánto me alegra verte crecer en tu carrera.
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Sombras del Emporio Harrison
Romantizm-Esto no es algo que suela hacer -murmuré, mis palabras frías y cortantes. -Yo tampoco -respondió, nerviosa. Su piel se sentía cálida contra la mía, y la tensión en el aire me erizó la piel. De repente, no era el hombre controlado que siempre había...