CREANDO OPORTUNIDADES

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POV: EVEN

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POV: EVEN.
El ambiente estaba bastante caldeado sin importar en la dirección que viera. Los amigos/conocidos/pretendientes de la pelinegra tenían a Ethan contra la espada y la pared y aunque el quería matar a todo mundo, a mi la situación me parecía de lo más innecesaria.

Eran un par de adultos metidos en tremendo embrollo por no saber comunicarse... más razones para pasar del majestuoso e increíble "mal necesario" llamado amor y todas esas tonterías, eran un camino directo a la guillotina y no gracias. Se siente muy bien disfrutar las mieles de la vida sin presiones ni ataduras.
Se suponía que Ethan iba en ese mismo carril pero bajó demasiado la guardia y ahora pagaba las consecuencias, intenté traerlo de vuelta al camino de la felicidad durante 6 meses, le presenté a modelos, influencers, actrices, la crema innata de la socialité, esas mujeres me habían rogado por conocerlo, dispuestas a darle las mejores noches de su vida y por un tiempo creí que había funcionado pero me sentí totalmente estafado cuando me enteré que vendría a Hawái. No terminaba de entender como uno de los hombres más poderosos e inteligentes que conocía, era dominado por ese sentimiento tan efímero.

¿Hermosa? Sí, si lo era. También sexy e intrigante. No iba a negar sus bondades. ¿Pero por qué aferrarse a una sola? ¡Qué vá! Y menos cuando en medio del caos en el que me había colado me sonreían unos labios carnosos que tenía varios días anhelando morder, ¿La dueña? Ghail Roberts y sus ojos verdes me devolvían la mirada pícaramente demostrándome que no le era indiferente... Así que manos a la obra. No veía a Ethan ni a la causante de sus penurias por ningún lado y mi caramelito estaba sin moros en la costa.

—El extraño de mirada insistente.—habló primero ella al notar mi presencia... y de cerca estaba mucho mejor.

—Son vistas que valen la pena, y lo de extraño está a punto de cambiar.—le sonreí con confianza y extendí mi mano.—Even Leroy, a tus ordenes.—Mamasita.

—¿Vienes con el Montesco verdad?—miró mi mano pero no la estrechó.

—¿Con quién?

—Con Ethan.—por la forma en que lo nombró pensé en negarlo pero me sorprendió pensándolo mucho.—Los vi juntos así que no te atrevas a negarlo.

—Si va a impedirme conocerte; pecaré como Pedro, porque lo negaré las veces que sean necesarias.—vi un atisbo de sonrisa, tenía oportunidad.

—Admirable su amistad.—me miró negando con la cabeza.

—Romperás mi corazón si resulta que lo hice por nada.

—Ghail Roberts, pero estoy segura de que ya lo sabías.—estrechamos manos y su tacto fue increíblemente suave.

—Encantado, Ghail. Y sí, lo sabía, pero escuchar tu nombre de tus propios labios es mucho mejor.—respondí, manteniendo su mano un segundo más de lo necesario antes de soltarla.

Ella sonrió, una sonrisa que prometía más de lo que las palabras podían expresar. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de curiosidad y diversión.

—Entonces, Even, ¿qué te trae a esta fiesta?—preguntó, inclinando ligeramente la cabeza.

—¿A parte de evitar que mi amigo cometa una locura? La compañía, por supuesto—dije, sin apartar la mirada de sus ojos.—Y parece que he encontrado la mejor.

Ghail rió suavemente, un sonido que me hizo desear escuchar más.

—Eres todo un charlatán, ¿lo sabías?—dijo, pero no había reproche en su voz, solo diversión.

—Solo cuando la ocasión lo merece.—respondí, inclinándome un poco más cerca.—Y esta ocasión definitivamente lo merece.

Ella levantó una ceja, claramente intrigada.

—¿Y qué hace que esta ocasión sea tan especial?

—Tú.—dije simplemente, disfrutando del rubor que subió a sus mejillas.

Antes de que pudiera responder, un ruido detrás de nosotros llamó nuestra atención. Ethan y la pelinegra habían aparecido, sus expresiones no eran las mejores. La mirada y atención de Ghail cambiaron de dirección.

Suspiré internamente, sabiendo que mi momento con ella se había terminado, al menos por ahora.

—Parece que el deber llama.—dije, dándole una sonrisa de disculpa.—Pero no te preocupes, esto no es un adiós.

Ella asintió, su expresión ahora más seria.

—Espero que no lo sea.—dijo con sus ojos verdes fijos en los míos.

Me alejé siguiendo a Ethan y ella a su vez yendo en camino a su amiga. No pude evitar mirar hacia atrás. Ghail me observaba, y le guiñé un ojo. Y ahí la evidencia de que las oportunidades se creaban... siempre y cuando no te las jodiera un amigo.

—No me digas, te batearon.—dije mientras lo alcanzaba, sacó su teléfono y vi claramente hacia donde se dirigía—¿Qué haces? ¿A dónde vas?

—Voy a partirle la cara y echar del hotel a ese hijo de puta.—¿Por qué no me sorprendía?

—¡Ethan, no puedes hacer eso!—le arrebaté el teléfono.—¿Estás loco? Pueden demandarnos.—sacó otro teléfono ¡Joder!—Escúchame...

—¡No se la va a follar en mis narices!—estaba hecho un toro. Por suerte, Eugene llegó y lo hicimos retroceder una vez más.

—Entiendo pero no hagas esto de nuevo, Ethan. No tiene sentido, hay formas más inteligentes de joder a ese idiota. No podemos arriesgarnos a meternos en problemas legales.

Ethan me miró con furia, queriendo avanzar hacia el tonto que había osado meterse con la hembra del diablo.

—¿Y qué mierdas esperas que haga? ¡¿Qué me quede de brazos cruzados mientras ese maldito se folla a mi mujer?!

—¡Entonces ve pártele la cara y sácalo a patadas del hotel! Hazlo y piérdela para siempre.—me aparté.

—No arruines esto. Piensa en Nate.—Eugene le recordó que esto no se trataba solamente de sus celos. Ethan vio en dirección a ese pequeño niño que lo convirtió en un blandengue.

Suspiró, claramente frustrado.

—Escúchame, eres un estratega, que esto no te sobrepase. No pierdas la cabeza.

Se calmó un poco, aunque su mirada seguía llena de determinación.

—Vamos por un puto trago.

—Todos los que quieras.—dije mientras nos largábamos de esa fiesta e íbamos rumbo al bar de hotel.

Vi por última vez atrás y mi caramelito sonreía a una chica con rasgos latinos. Te veo pronto chiquita.

DESENCUENTRO (2da Parte de Tercer Encuentro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora