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Comenzó a dejar pequeños besos por mi cuello

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Comenzó a dejar pequeños besos por mi cuello. Me sorprendía que esta vez fuera ella quien tomara la iniciativa. Creo que nunca desde que empezamos esta relación ella lo hizo…

No me disgustaba probar algo nuevo, algo más delicado tal vez. Ella movía sus caderas, mientras sus labios se aferraban a los míos y sus manos pasaban por mi nuca.

Aproveche su concentración en mis labios, para ir deshaciéndose de su ropa poco a poco. Me venía bien que no tuviera pantalones puestos y que solo usase una de mis camisetas. Cuando ambos tuvimos que parar para respirar, le quité la camiseta y también la mía. Solo quedaba la ropa de abajo y ella misma se encargó de quitar mis pantalones poniéndose en pie y luego arrodillándose en mis piernas.

No podía negar que la sensación de hacerlo tan lento, me desesperaba y me hacía querer más. Ella sonrió con cierta burla al ver lo emocionada que estaba mi cosita. Y cómo no estarlo tras tres meses de puras pajas.

—- Veo que si que tienes ganas… Debería ponértelo un poco más difícil ¿No crees?

—- No por favor, no lo aguantaré.

No me enorgullece ser el que súplica que le follen, pero lo estaba deseando. Ella soltó una risita mientras volvía a ponerse en pie e ir bajando sus bragas lentamente. Para luego subir de nuevo a mi regazo y besarme moviendo su cadera con un leve balanceo.

Mi impaciencia cada vez era menor, necesitaba sentirla de nuevo. Mis manos acariciaban cada centímetro de su cuerpo desnudo, sin apartar ni un segundo mis labios de los suyos. Uno de mis brazos se encargó de rodear su cintura impidiendo que se alejara de mí, mientras la otra mano que tenía libre iba bajando adentrándose entre sus piernas. Sonreí triunfante cuando ella tuvo que ahogar un gemido en mi boca.

Sentí que esta vez debía ser menos brusco con ella, su cuerpo no estaba tan preparado como antes y menos después de tres meses sin relación alguna. Quería que por lo menos ella estuviera un poco lubricada, pero parece ser que no le hacía tanta falta. Ella tenía tantas ganas de esto, como yo.

No me dejó continuar, ella misma acomodó mi miembro en su entrada y lo fue introduciendo lentamente. Ambos teníamos la mirada fija en cómo entraba en su cuerpo. Tenía intención de comenzar ya a moverme, pero ella me abrazó pasando sus brazos por mis hombros y dejando su cara en mi cuello, donde dejaba pequeños besos húmedos.

—- Espera unos minutos —susurró en mi oído.

Entendi que ahora le tomaba más tiempo adaptarse al tamaño, más en esta posición que es más profunda.

Cerré mis ojos y me concentré en respirar profundamente para no sacar mis impulsos de tomar las riendas. Espere paciente a que ella hiciera el siguiente movimiento y así fue… Se alejó un poco de mí, dejándome apreciar sus pechos a centímetros de mi cara. No pude evitar meter uno de ellos en mi boca, mientras ella comenzaba a mover su cadera por fin.

Ladrón de bragas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora