IX

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"Hora del té"

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Narra Marinette:

La visión se me nubló, tiré el abanico y llevé las manos a las tiras que sujetaban el vestido.

-El corsé... -dije con poco aliento, desesperada porque estaba comenzando a asustarme la idea de sufrir un desmayo por primera vez en mi vida.

Miré oscuro y a la vez me mareé, sólo sentí que él me cargó y me levantó, mis pies dejaron de tocar el suelo, grité con las pocas fuerzas que me quedaban y lo golpeé ennla espalda.

-¡Tranquila, Bridgette! -respondió moviéndose mientras me llevaba igual a un saco de papas-; voy a ayudarte pero comprende que no puede ser ahí, alguien nos puede ver y pensar algo indebido.

Me aferré un poco a él cuando sentí que podía perder la conciencia. Me dejó sobre el césped y sentí que fue, intentó, ser un hábil con las manos para soltar los lazos y luego bajar el cierre del vestido. No iba encontrarme desnuda, debajo del corsé hay un camisón, mi desnudez era algo que aún él no podía ver.

Sentía los segundos eternos, no iba a lograrlo, estaba demorando en soltar el corsé, en un momento desesperado, no sé cómo logró soltar el corsé, de inmediato mi cuerpo sintió el alivio, tosí e inhalé una gran bocanada de aire como fue posible, jamás habia metido más allá del océano, sólo mojaba los pies en las olas, pero ahora un corsé casi me costó la vida.

Sonreí en alivio, un puro alivio que se sintió a oro, gloria, triunfo. Me dejé caer con suavidad sobre el césped y al estar más mejor, miré el corsé roto a la mitad, verlo roto no me provocó molestia, sólo me hizo sentir ese momento bochornoso. Lo agarré y reí.

Comencé a reír sin detenerme a reír más bajo, porque reír fuerte, en alto, no es de una dama.

Ahí fue cuando me permití mirar a Adrien.

-Esa cosa casi te cuesta la vida -comentó en una actitud seria Adrien, mientras que yo seguí riendo.

Me levanté y Adrien me ayudó a quedar sentada.

-Jámas vuelvas a torturar de esa forma tu cuerpo... -comentó.

Callé un momento por esas palabras.

-¿Piensas qué quería verme linda para ti?... déjame dejarte claro que no lo hice para ti, no intento ser hermosa para un hombre aunque todas lo hagan...

-Un gracias es suficiente... -respondió cortante.

-¡Cierto!... - rápidamente me cubrí-; ¡no me veas!... ¡estoy casi en paños menores!...

Suspiró y miró a otro lado, después volvió a verme, en ese momento ya estaba volviendo a ponerme la parte de arriba del vestido, seria la primera vez usando un vestido sin corsé.

-Déjame ayudarte...

-No, puedo sola... -me di cuenta no podia sola con las tiras, me di por vencida-; de acuerdo pero no sea picarón.

-¿Por quién me toma?... acabo de salvarle la vida....

No dije nada y me acerqué a él de espaldas.

Él tomó las cintas del vestido y comenzó a ayudar.

Fui lejana a su cercanía, tenerlo cerca y senrir el roce de sus manos en mi espalda, me fue poco importante. Al contrario en mis pensamientos, existía una pregunta; ¿por qué se casa sin amor?... en Inglaterra es tan normal casarse sin amor, siempre dicen que el amor llega después, el amor es poco importante, a diferencia de encontrar un buen hombre adinerado que te dé una buena vida, es más importante la economía, asegurar tener una buena vida, que el mismo amor.

EL MANANTIAL DEL OCASO (en proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora